REGRESO - Lunanueva -

En este espacio tendrán cabida todos los relatos que nos inspire nuestra serie favorita. Fan-fics, relatos cortos e incluso poesía.
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lunanueva
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REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Sab Oct 06, 2012 1:58 pm

Hace unas semanas, durante una sesión en el chat, salió el tema de que desde hace un tiempo voy publicando un relato en el foro de rtve, y las chicas me han animado a que lo haga aquí también. Me da un poco de vergüenza porque tengo periodos de sequia de inspiración bastante amplios, pero el que avisa... En fin, que hoy que tengo tiempo os lo traigo. No sé si os gustará o no, ni si querreis seguirlo, pero me gustaría compartirlo.

Ire publicando todo lo que tengo hasta ahora poco a poco para no saturar demasiado, cuando lleguen los tiempos de sequia advierto que tardo muuucho en publicar Imagen Imagen

Bueno que no me lio más. Que lo disfruteis. Y gracias!! Imagen
Regreso.
1.

Sus pasos le iban acercando poco a poco al final de su camino. A lo lejos podían verse los campos cercanos a la puerta de la Villa y en ellos a los campesinos trabajando para poder sacar adelante la poca cosecha de este año. No era nada fácil, los impuestos cada vez eran más altos, la enfermedad y las continuas batallas habían acabado con muchos hombres, haciendo que los campos se hubieran abandonado sin manos que los trabajasen.

Se detuvo en el borde del camino para dejar paso a una carreta que traqueteaba arrastrada por una vieja mula. Al contemplarla, se vio a sí mismo. Se sentía cansado, viejo a pesar de su edad, pero sobre todo sentía el gran peso que, invisible, le pesaba sobre la espalda. Los recuerdos, las dudas, las mentiras, los secretos… todo lo que significaba regresar después de tanto tiempo, le hacían pensar en dar media vuelta, en dar la espalda a la Villa. Pero no podía hacerlo. Había tomado una decisión y tenia que llegar hasta el final, a pesar del miedo a las consecuencias que esta podría acarrearle.


La carreta ya se perdía a punto de atravesar las puertas. Cerró los ojos un instante y con un profundo suspiro se dio fuerza a sí mismo. Sacó las manos de entre las mangas de su raído hábito y se colocó la capucha bien calada sobre el rostro. Las campanas de la iglesia daban las 10 de la mañana y las calles estarían repletas de gente de un lado a otro. Dudaba que alguien le llamara la atención, pero se había acostumbrado a cubrirse siempre en presencia de otras personas. De este modo y con la vista fija en sus propios pies retomó de nuevo el camino.

A pesar del tiempo transcurrido, poco había cambiado, no necesitaba mirar por dónde caminaba. Sus pasos lo conducían como el mejor guía. En su memoria guardaba cada calle, cada rincón de esos barrios. Sin darse cuenta se encontró metido de lleno entre los puestos del mercado. Las personas que se cruzaban a su paso se limitaban a mirarle y apartarse de su camino. Solo alguna que otra señora mayor se detenía y pronunciaba un tímido “Padre” a lo que él respondía con una ligera inclinación de cabeza. Más de un borracho estuvo a punto de chocarse con él, la posada estaba cerca y muchos hombres, perdido todo lo que poseían, se limitaban a ahogar las penas. No los culpaba por ello, es más, los entendía perfectamente.

Siguió caminando por la calle, con paso lento. Hasta sus oídos llegaron las risas de unos chiquillos que estaban jugando sobre unos toneles en precario equilibrio. Uno de ellos se había subido en lo más alto y los otros dos le animaban desde abajo a que saltara hasta un montón de sacos. Los toneles se movían por el peso del muchacho, pero él no se daba cuenta, estaba tan concentrado en los ánimos que le daban sus amigos que no veía el peligro. La caída desde dónde se encontraba podría hacer que se rompiera algún hueso. De pronto, justo cuando empezaba a tomar impulso para saltar, uno de los barriles cedió y el muchacho se precipitó hacia el suelo. Rápidamente el hombre fue hacía él y lo detuvo con sus brazos impidiendo que cayera sobre el duro piso. Los barriles cayeron generando un gran estruendo por el que las personas se quedaron mirando al pequeño grupo. El muchacho seguía en brazos de su salvador que lo dejó en el suelo junto con los otros dos chicos. Los niños lo miraban sorprendidos puesto que era la primera vez que lo veían, pero más que por ese motivo, lo miraban por el modo en que había aparecido, justo en el momento que en podían haberse hecho mucho daño. Tal vez intentaban ver más allá de la capucha que cubría su rostro y que les impedía ver lo que se escondía.

El desconocido a su vez los miraba interesado. Los tres tendrían aproximadamente la misma edad. Dos de ellos eran prácticamente iguales, con el pelo castaño y los ojos claros. Y el tercero, de pelo negro y ojos color miel, el que había intentado volar, le miraba de un modo especial. En su mirada se advertía curiosidad propia de la edad, no tendrían más cinco o seis años, pero había algo más. Algo que al desconocido le resultaba familiar. Sin saber por qué puso su mano sobre la cabeza del niño y le revolvió el pelo. Los niños sonrieron.

- ¡Gonzalo! ¿Dónde estás?

- ¡Marcos! ¡Daniel! Cuando os coja os vais a enterar.

Los niños borraron la sonrisa de su cara y se dieron media vuelta para ver como dos mujeres se acercaban intentando abrirse paso entre la gente reunida. Al llegar hasta ellos miraron en derredor y vieron todo el destrozo. El desconocido se retiró un poco tras los niños que esperaban la reprimenda.

- Te lo dije Margarita, en cuanto oí el alboroto… si es que no hay manera. ¿Qué vamos a hacer con vosotros? ¿Eh? ¿Pero es que no veis que os podíais haber abierto la cabeza?


Las dos mujeres los miraban con los brazos en jarras. Los niños bajaron la mirada porque sabían que tenían razón. Si no llega a ser por el desconocido habrían salido muy mal parados.

- Pero no…

- Gonzalo, ni una palabra.

- Pero, que no me he hecho nada. Él me frenó.

El niño se giró para señalar al desconocido. Al darse la vuelta descubrió que ya no estaba. Margarita cada vez estaba más enfadada.


- Gonzalo, ¿Cuántas veces tengo que decirte que no se dicen mentiras?

- Que no estoy mintiendo. Había un hombre. Un monje. Decírselo vosotros. Me cogió en brazos justo cuando el barril resbaló.

Sus amigos asentían pero sin abrir la boca. Su madre los tenia sujetos uno a cada lado de ella y los miraba con una ceja levantada.

- ¡Margarita! ¡Inés!

Un hombrecillo llegó corriendo hasta el lugar y se apresuró a mirar a los niños de arriba abajo. Las mujeres lo miraron con cara de pocos amigos.

- Satur, ¿dónde estabas? Se suponía que estaban contigo.

- Sí, señora Margarita, estar… estaban. Pero es que… ya sabe usted… que a estos tres no hay quien los pare. Que me di la vuelta y ya se habían largado. Que me torean como quieren. Van a acabar conmigo, se lo digo yo.

- Anda Satur. Tranquilo. Que ya sabemos como son. Yo me llevó a estos dos. Cuando se lo cuente a vuestro padre os va a tener limpiando mesas hasta que os salgan canas. A más ver Margarita. Gracias Satur por intentar controlarlos.

- Hasta luego Inés. – Margarita miraba al muchacho, el cual mostraba cara de enfado y desviaba la mirada buscando al monje. - ¿Y yo que hago contigo? Anda, tira para casa que ya hablaremos tú y yo.

El niño comenzó a caminar delante de la joven. Satur se quedó atrás mirando todo el destrozo y murmurando en voz baja, casi para sí mismo.

- Anda que… otra vez igual. Algún día se nos rompe la crisma. Si es que ha salido al padre. Normal que quiera volar.

El desconocido vio marchar al pequeño grupo. Se había escondido detrás de un carro mientras observaba toda la escena que se producía. Había dejado al niño como mentiroso pero no podía arriesgarse a que le viera nadie. Aún era pronto. Al ver a las mujeres algo en su interior le había hecho reaccionar y esconderse. Salió de detrás del carro pero se mantuvo en las sombras mientras seguía con la mirada al pequeño que no hacía más que volverse buscándolo. El hombrecillo lo agarró por los hombros mientras le decía algo que no llegó a escuchar. Su mirada se quedó prendida de la mujer morena que subía las escaleras para entrar en casa.

Continuará...
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Aledis
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aledis » Sab Oct 06, 2012 2:05 pm

Bien Luna!!!! Imagen Que alegría tener aquí tu relato Imagen
Personalmente, me encantaría que pusieras todo lo que tienes seguido para disfrutar más de ello. Es una humilde opinión, ya te digo Imagen ; para nada "saturas" si lo dejas junto, todo lo contrario Imagen
Hazlo como te parezca mejor. Es tu hilo Imagen

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lunanueva
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Sab Oct 06, 2012 2:12 pm

Gracias Ale Imagen Imagen

Lo de ponerlo de poco en poco lo decia porque como me conozco... puedo pasar meses hasta volver a escribir algo Imagen Imagen De todos modos en ratillos que tenga libres lo voy colgando Imagen Un besote!!!
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Aylynt
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aylynt » Sab Oct 06, 2012 2:36 pm

Bienvenida Lunanueva al gremio escrituril Imagen Imagen Imagen
¡Ánimo y adelante! Imagen
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Daira7
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Daira7 » Dom Oct 07, 2012 11:46 pm

Otro relato, que bieeeeeeeen!!! Imagen, gracias lunanueva por compartirlo por estos lares!! Imagen

Un Gonzalo pequeñín, un desconocido al que le resulta familiar el niño y que se queda prendado de Margarita....... Imagen Imagen

Junto......, separado....., no sé......, pero no tardes mucho en poner un poquito más que me has dejado muy intrigada con ese personaje que parece salido de la nada Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Lun Oct 08, 2012 5:20 pm

Muchas gracias por vuestras palabras Imagen Imagen Imagen No os hago esperar más:
REGRESO

2.

- Pues verá usted, señora, que estaba con los críos y me lié a mirar…

- Satur, déjalo ya. Tú no tienes la culpa. Ya sé cómo son, uno solo ya es mucho, y cuando están los tres… ¿Dónde se ha metido? ¿Gonzalo?

El niño seguía en la puerta. Juraría que había vuelto a ver al monje ocultarse entre las sombras. Pero hasta que no lo vieran no le iban a creer. Margarita lo cogió por el brazo y le hizo entrar cerrando la puerta.

- ¡Estaba ahí! ¡Lo he vuelto a ver!

- Gonzalo, ya basta. Me parece muy bien que tus amigos y tú juguéis a inventaros cuentos y juegos, pero mentir a las personas es algo que no se debe hacer. Te lo he dicho mil veces. Y lo de subirte a esos barriles… ¿Qué pretendías? ¿Romperte un hueso?

- ¡Pero que no estoy mintiendo!

- Niño, que es eso de gritar a tu madre.

- Satur…

- Ni Satur, ni nada. Ahora mismo te vas a tu habitación y no sales en lo que queda de día. Ya me pensaré el castigo. Porque desde luego que no te vas a ir de rositas.

El niño cerró la boca a punto de soltar otra contestación, puesto que su madre lo miraba de un modo que no admitía réplica. A pesar del enfado reconocía que su madre y Satur tenían razón. Pero sólo con lo de que podía haberse matado. Lo de que no le creyeran con respecto al desconocido era otro cantar. Se fue hacia su cuarto y cerró la puerta de un golpe.

Margarita había agotado su paciencia. No le gustaba gritar al niño pero se había asustado al llegar de Palacio y no encontrarlo en casa. Cuando fue a la taberna a buscarlo, Inés y ella escucharon el estruendo y no tuvieron ni que pensarlo. Cerró los ojos unos segundos intentando tranquilizarse. Satur se acercó hasta ella con cara de preocupación.

- Señora… ¿se encuentra bien?... ¿quiere que le prepare algo?

- No, Satur, gracias. Estoy bien. Es que… hoy no… hoy no es un buen día.

- Lo sé. Lo entiendo. Si yo también… vamos que no…Pero no se preocupe que todo se pasa. Y lo del chiquillo, pues… una rabieta de tantas que le dan.

- Satur, ¿y Alonso? No lo he visto tampoco en todo el día.

- Ni yo señora, ni vino a comer. Otro que lleva una temporada algo rara. Y ya sabe como se pone estos días. Supongo que andará con Murillo.

Margarita esbozo una sonrisa y puso su mano sobre el hombro del hombrecillo.

- Satur, de verdad que no sabría que hacer sin ti.

- Anda esta… pues buscarse a otro. – Dijo en tono de broma para quitar tensión al momento. A pesar de todo siempre conseguía sacarle una sonrisa.

- No creo, pero bueno. Sé que no debería dejártelo tal y como esta ahora mismo, pero tengo que irme. Ya sabes donde buscarme si ocurre cualquier cosa.


Satur bajó la mirada.

- Vaya, vaya. Que del crío me encargo yo.

- Gracias.

Margarita se levantó de la silla y se puso la mantilla sobre los hombros. Se acercó a la puerta del dormitorio de su hijo y puso la mano sobre ella. Tenía ganas de entrar, de abrazar a su pequeño, de perdonarle por los gritos y el susto que le había dado. Pero no podía, no debía. Tenía que ser fuerte. Con gran esfuerzo se dio la vuelta y salió por la puerta.

Las calles estaban llenas de gente pero ella no veía a nadie. Una señora le llamó a su paso pero no la escuchó. Miraba al frente sin ver, sin desviarse. Unos minutos más tarde llegó hasta la laguna. El lugar a dónde iba siempre que necesitaba relajarse. Junto a la orilla se encontraban unas grandes rocas que utilizaba a modo de asiento y allí se asentó cubriéndose bien los hombros y flexionando las piernas.

El agua estaba en calma. No había nadie en los alrededores. Tan solo se escuchaban los sonidos propios del lugar. La calma. El sonido de las hojas al ser mecidas por el viento. La brisa le trajo hasta ella el olor de la tierra mojada de la orilla y cerró los ojos para dejarse acariciar por ella.

- Sabía que te encontraría aquí.

Margarita no abrió los ojos. Tan solo esbozó una tímida sonrisa. No tenía que volverse para ver cómo se acercaba hasta ella.

- Siempre sabes dónde encontrarme.

Sintió cómo se agachaba tras ella para sentarse y rodearla con sus brazos. Ella se dejó hacer y se acomodó sobre el fuerte pecho del hombre al que amaba. Mientras hacía esto recibió un dulce y suave beso en la mejilla y abrió los ojos.

- Has estado llorando. Y no me gusta verte así. Una vez te prometí que cuidaría de ti. Que no permitiría que nada ni nadie te hicieran daño.

- Cada vez es más difícil. Hoy pensé que lo perdía. No sé cómo evitar que haga esas cosas. No sé que haría si… - La voz se le quebró y las lágrimas volvieron a aflorar de sus ojos.

- Shhhh… Eso no va a ocurrir. Gonzalo es un niño fuerte. Nervioso y muy activo. Pero en el fondo sabe que hay cosas que no debe hacer. No es fácil lo que está viviendo. Es sólo un niño. Y tú eres la mejor madre que puede tener.

Esas palabras provocaron un leve rubor en las mejillas de la joven. Él se dio cuenta y la abrazó aún más fuerte. Con una mano le tomó la barbilla para que le mirara a los ojos. Ambos se perdieron en la mirada del otro. Las palabras sobraban.

- Gonzalo…

- Cierra los ojos.

Suavemente posó sus labios sobre los de Margarita y se fundieron en uno solo.

La brisa volvió a acariciar su rostro y abrió los ojos. Sintió frío a su espalda y miró alrededor intentando guardar lo que acaba de sentir. La tarde estaba ya muy avanzada y debía volver a casa. A enfrentarse a la realidad de su hogar. Con la mano se limpió las lágrimas y se puso en pie camino a la villa.

Continuará.... Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Daira7 » Mar Oct 09, 2012 10:03 am

Imagen Imagen Imagen Imagen Imagen Imagen Uffffffff!!!!!, lunanueva dime que no es cierto lo que estoy pensando, ese encuentro tan "espiritual" de Gonzalo y Margarita en el lago me da muy mala espina...... Imagen
A enfrentarse a la realidad de su hogar.

y esto ya me ha matao del todo Imagen Imagen Imagen

Un poquito más por favor que estoy de los nervios....... Imagen Imagen Imagen, tendré a mano los pañuelos para la próxima entrega porque me da que los voy a necesitar.

Gracias por seguir lunanueva Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor masuki-13 » Mar Oct 09, 2012 8:52 pm

Pero bueno! esto es .............
............... PREMEDITACIÓN, NOCTURNIDAD Y ALEVOSÍA!!!! Imagen Imagen Imagen
Esto no se hace sin avisar Imagen que una se desconecta unos días y a la que vuelve se encuentra con este sorpresón Imagen
Que ilusión me hace poder volver a leer tu relato y ahora, en este forito. Sólo te digo: Imagen y que espero con impaciencia tus nuevas entregas!!! No tardes, por lo que más quieras, que lo has dejado muuuuuy interesante, malota!!! Imagen Imagen Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Mar Oct 09, 2012 9:47 pm

Daira, gracias por leerme guapa!!! Espero que no te comas los muñones porque ¿cómo escribes?? Imagen Imagen

Masu!!!!! Tanto mal me disteis que al final... pero de momento me temo que tendrás que seguir releyendo Imagen porque lo de las nuevas entregas... Gracias!!
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Aledis
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aledis » Mar Oct 09, 2012 9:51 pm

Luna, no te lo había dicho antes, me encanta como comienzas la historia, como describes la determinación del desconocido cuando se encamina hacia el barrio, con pena, con nostalgia....

Y el momento del lago es taaaannn bonito y tan triste cuando acaba Imagen.....precioso!! Imagen

Gracias por continuar tan prontito! Imagen Imagen

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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Jue Oct 11, 2012 7:24 pm

Muchas gracias Aledis Imagen Imagen me alegro mucho que te guste, la escena el lago es una de las que más me costo escribir para que se entendiera.

Sigo con un nuevo capi, que lo queria poner ayer y al final no pude.

Besicos mil!!!
REGRESO

3.

Satur se movía de un lado a otro de la estancia mientras preparaba la cena. La noche ya había caído y quería tenerlo todo preparado para cuando regresara el resto de la familia.

La tarde se había pasado lenta y algo silenciosa en la casa. En ningún momento se alejó de la casa. No quería dejar solo al pequeño Montalvo. Desde la regañina, el pequeño no había salido de su dormitorio. Al principio el hombrecillo pegaba la oreja a la puerta, de vez en cuando, para escucharlo refunfuñar en voz alta. Un rato después dejó de escuchar sonido alguno, y temiendo que el chiquillo se hubiera escapado sin haberlo visto, entró en el dormitorio y comprobó que dormía profundamente. Lo arropó y siguió con su tarea.

Ya casi lo tenía todo listo cuando la puerta de la casa se abrió con un portazo y alguien entró tambaleante. Sorprendido se acercó secándose las manos con un trapo. La imagen que encontró lo dejo helado.

- ¿Alonso?

El aludido lo miró, o al menos lo intentó, puesto que perdió el equilibrio y a punto estuvo de chocar contra el arco de la entrada.

- Sa… tur.

Satur corrió a su encuentro y lo tomo por uno de lo brazos para ayudarle a sentar en una silla.

- Pero… ¿se puede saber de dónde sales? – Satur se retiro un poco al notar el olor a vino que destilaba el joven. – Aunque me lo imagino. ¿Te parece normal, chico?

Alonso se removió inquieto en la silla, parecía que incluso sentado le costara mantenerse erguido.

- Satur, déjame tranquilo. Ya soy mayorcito para hacer lo que me dé la gana.

- Con esas venimos, ¿no? Si aún no sé como has llegado a casa.

- Murillo me ha dejado en la puerta.

- Murillo, otro que tal baila. Pues como vaya la mitad que tú… Su madre le va a bajar la borrachera por la vía rápida. Anda tira y échate una buena jarra de agua fría, que ya solo el olor que tiras…

- No me eches la bronca, ¿quieres? No tengo por qué darte explicaciones.

Alonso se levantó de la silla y volvió a tambalearse.

- ¿Quién tiene que dar explicaciones?

Ninguno de los dos se dio cuenta de que Margarita había llegado a casa. Y los miraba a ambos esperando una respuesta.

- ¿Qué hacia la puerta abierta de par en par?

Alonso se apoyo en la mesa antes de que un nuevo mareo le hiciera caerse al suelo. Satur le sujetó disimuladamente y se puso delante de él.

- ¿La puerta?... Que na… que… me llamó el Paco para contarme un chisme de los suyos y me la dejé.

- Ya. El Paco. – Margarita lo miró extrañada, lo notaba nervioso, como queriendo ocultar algo. Acercándose a la mesa frunció el ceño. - ¿Alonso? ¿Estas bien?

Margarita se acercó hasta el muchacho. Alonso sintió la mano de su tía en el hombro y se irguió todo lo que pudo. Dejando a esta un palmo más baja que su mirada vidriosa.

- Estoy bien. Gracias. – Pero el equilibrio volvió a fallarle y se inclino hacia atrás.

Tanto Margarita como Satur lo sujetaron con fuerza para que no se golpeara.

- Alonso. Estas borracho. ¿Satur de dónde lo has sacado?

- Señora, que acaba de llegar así. No tengo idea de cuanto tiempo lleva empinando el codo, pero yo diría que toda la tarde. Anda Alonso deja que te ayude a acostarte.

Alonso se revolvió para soltarse de los dos mayores y se les encaró.

- ¡Soltadme! Puedo yo solo. – Parpadeó varias veces intentando enfocar la mirada. – No necesito ninguna niñera para meterme en la cama. No soy ningún crío. Sé cuidarme solito.

- Pues a mi no me lo parece. Tira pa’ lante y no me hagas hablar.

Satur había vuelto a agarrarlo e intentaba arrastrarlo hacia el dormitorio.

- ¡He dicho que me sueltes, Satur!

- Baja la voz Alonso, tú hermano está en el cuarto y no tiene porque verte así.

- ¿Así cómo, tía? ¿Es que nunca has visto a nadie borracho?

- Alonso… hijo…

- No me llames hijo, ¡yo no soy tu hijo!. Mi madre murió. ¡La mataron cuando yo era un crío!

Margarita sintió un dolor en el pecho como si la hubieran golpeado. Satur simplemente se quedó sin habla. Al ver que la joven palidecía se enfadó con el muchacho.

- Ya basta Alonso. El vino te hace decir cosas que no quieres. Cierra la boca y vete a dormirla que falta te hace. Si te viera tu padre te pegaba dos guantazos que te la bajaba de golpe.

- Si me viera mi padre, dice. – Esbozó una triste sonrisa.- ¡Pues ojala pudiera verme! ¿Y dónde está? Yo te diré dónde esta… él esta…

No pudo terminar la frase. Margarita le soltó una bofetada que le hizo tambalear y acabó en el suelo con la mano en la mejilla. Rápidamente se levantó y miró a su tía de un modo que a la joven le hizo dar un paso atrás. Pero no le apartó la mirada.

- Vete ahora mismo a tu habitación y deja de decir cosas de las que mañana puedas arrepentirte.

Alonso la miraba fijamente y apretaba los puños con tanta fuerza que tenia los nudillos blancos. El silencio se apoderó de la sala. Sólo la respiración agitada del muchacho rompía dicho silencio. Sin decir palabra se encaminó a su dormitorio.

Satur que había quedado en un segundo plano lo siguió con la mirada. Margarita sintió como le temblaban las piernas y se apoyó en la mesa cerrando los ojos. Satur la ayudó a sentarse.

- Margarita…

- Tranquilo Satur. No pasa nada. Por favor, déjame sola un minuto.

El hombre volvió a su tarea de terminar de preparar la cena. Aunque no creía que esa noche cenara nadie. Margarita se llevó las manos al rostro dónde las lágrimas corrían sin poder ser contenidas. Ninguno de los dos se percató de un espectador, que desde la puerta de su cuarto, había observado toda la escena. Con sus pequeños pies descalzos se acercó corriendo hasta su madre y la rodeó con sus brazos. La joven al sentir el suave abrazo, levantó la cabeza y sonrió a su pequeño tomándolo en brazos para sentarlo en sus rodillas. El pequeño se acomodo en su regazo y le acarició la cara con su manita.


Continuará...
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor bgots » Vie Oct 12, 2012 6:38 pm

Por la Santa Inmaculada Mullicional!! .... pero si hemos pasado ya a la temporada NUEVE ó DIEZ ..... Imagen Imagen Imagen....... me gusta tu relato, Lunitanueva, ufff..... me tienes de lo más intrigada.... no seas malota y no nos hagas esperar demasiado, q está de lo más interesante Imagen Imagen Imagen y me alegro de que te hayas animado a compartirlo con nosotras.... MUCHAS GRACIAS!!!
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Mar Oct 16, 2012 8:46 pm

Muchas gracias Bgots Imagen Imagen Sí, parece que me he saltado unas cuantas temporadas de golpe Imagen Imagen Imagen

Bueno como hoy tengo un rato traigo otra tanda. Besicos mil!!!
4.

Margarita se despertó temprano. Los recuerdos y la tensión vivida la tarde anterior no le habían dejado descansar mucho. Los rayos del sol se filtraban por la ventana del dormitorio principal, mientras que a través de la puerta, le llegaba el sonido de Satur preparando el desayuno. Sin pensar, en un movimiento mecánico, extendió su brazo hacia el lado contrario buscando el calor conocido, pero solo hallando el frío del lecho vacío. Los minutos pasaron sin moverse de su posición y tuvo que darse prisa en vestirse o de lo contrario llegaría tarde a palacio.

- Buenos días, Satur.


Sonriendo se acercó hasta el hogar donde Satur removía las gachas y se volvió al escucharla.


- Buenos días señora. ¿Está mejor ya? Que anoche no la vi muy tranquila que digamos.


- Sí, Satur, gracias, pero no te preocupes. Lo pasado, pasado está. ¿Gonzalo sigue durmiendo?


- Como un tronco, acabo de ir a su cuarto para despertarlo y no me ha hecho ni caso.


- Y… ¿Alonso?


- ¿Ese?... ese no amanece en toda la mañana. Ya verá. Y el resacon que va a llevar… va a secar el pozo. Anda que… me dieron unas ganas de soltarle un par de…


- Satur, basta. Se me ha hecho tarde y Catalina seguro que ya me está esperando. A más ver.


- Pero… ¿Se va así? ¿Sin tomar nada? Que hoy me he esmeraó…


Margarita le sonrió desde la puerta justo antes de abrirla. Al salir se encontró con Catalina que subía las escaleras para llamar a la puerta.


- Chica ya era hora. Ya te iba a llamar a ver que pasaba. Arreando que llegamos tarde.


Las dos mujeres caminaron calle abajo en dirección al palacio de la Marquesa de Santillana.


- ¿Se puede saber que mosca te ha picado esta mañana? Mujer que estamos casi en palacio y ni los buenos días me has dado.


- Lo siento Catalina, es que, no he pasado buena noche.


- No si… ya se te ve. Como no alegres esa cara… van a pensar que estas enferma. Aunque pa’ tó tienes. Inés me contó lo de los críos. Si es que, Dios los cría y ellos se juntan. Vaya tres patas pa’ un banco.


- Sí, tienes razón.


Margarita caminaba ausente abrigándose con la mantilla, sin prestar demasiada atención a la conversación y a los gestos de su amiga.


- Y luego está el otro. Que la verdad, no sé cómo llegaría, pero a mi Murillo le metí la cabeza en un barreño de agua fría hasta que se le pasaron los tragos.


Al escuchar a su amiga, Margarita recordó todo el incidente y se le empañaron los ojos a la vez que aminoraba el paso. Catalina notó algo extraño y se volvió hacia ella posando una mano sobre su brazo.


- Margarita hija… ¿estas bien? ¿qué te pasa chiquilla?


- Nada, no pasa nada. Solo que… nada, déjalo.


- No, déjalo no. Ya estas largando por esa boquita lo que tienes ahí dentro. Que las penas no son buenas y tu llevas unas cuantas dentro.


Catalina se plantó en medio del camino con los brazos cruzados a la espera de una respuesta.


- Pues que… ayer, después de lo de los niños… me fui a la laguna.


- Cariño, pero por qué sigues haciéndote eso. Sabes que no es bueno para ti. Que siempre que vas allí acabas mal.


- Ya lo sé Catalina. Pero es que allí me siento bien. Lo siento cerca. Durante unos minutos no me siento… sola.


- Eh, de sola nada. Que para eso tienes a tu familia y a tus amigos. ¿O qué pasa? ¿Qué los que te queremos no somos nadie, solo unos trozos de carne con ojos? Anda ven aquí y dame un abrazo que al final vas a conseguir que me enfade.


Margarita se dejó hacer y agradeció mucho el contacto de su amiga. Al separarse dibujó en su rostro una tímida sonrisa.


- Gracias Catalina.


- No me las des. Y acepta un consejo. Qué sé de lo que hablo. Tienes que empezar a olvidar. Ya ha pasado mucho tiempo. No puedes seguir llorando por los rincones. Tienes un hijo que te necesita y un sobrino, que aunque a veces se merece un buen capón, te quiere como a una madre. Vamos mi vida, que sé que eres mucho más fuerte de lo que aparentas. Y ahora… vamos a darnos prisa que llegamos tarde y ya sabes cómo se pone la marquesa. Que además con eso de que el hijo vuelve por unos días no hay quién la soporte.


Dicho esto comenzaron a andar con paso vivo hacia el palacio que ya se dejaba ver por el camino.


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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Daira7 » Mié Oct 17, 2012 10:27 am

Alonso con una cogorza de padre y muy señor mío, Margarita llora que te llora por los rincones......, ande está Gonzalo papi???? Imagen

Por la santa katana lunanueva!!!!!, suéltalo ya porque esto tiene muy mala pinta...., no puede ser, aquí hay gato encerrado verdad????? Imagen

Estoy aguantando como una campeona la tentación de ir al foro de rtve para ver como sigue la historia, pero no tardes mucho en poner un poquito más porque yo no tengo mucha fuerza de voluntad Imagen Imagen Imagen
Con sus pequeños pies descalzos se acercó corriendo hasta su madre y la rodeó con sus brazos. La joven al sentir el suave abrazo, levantó la cabeza y sonrió a su pequeño tomándolo en brazos para sentarlo en sus rodillas. El pequeño se acomodo en su regazo y le acarició la cara con su manita.
Me ha encantado este trozo!!!
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Mié Oct 17, 2012 9:07 pm

Muchas gracias Daira Imagen Imagen Pues lo de ir a buscarlo al otro foro te aviso que es bastante complicado porque anda perdido entre otros muchos Imagen Pero no te apures que vengo con otro. Besicos!!!
5.
Alonso despertó con un terrible dolor de cabeza. La luz que entraba por la pequeña ventana de su habitación, le molestaba como si fuera el propio Sol quien estuviera en su cuarto. Intentó levantarse pero aún se sentía mareado y tenía la boca pastosa. Al final, tras unos minutos sentado al borde de la cama, se puso en pie para salir a beber algo. Junto al fuego encontró a Satur atareado de un lado a otro. Solo de intentar seguirlo se le iba la cabeza.

- Buenos días, Satur.


El hombrecillo se giró para mirarlo de arriba abajo y siguió con su tarea.


- Para ti no lo son mucho desde luego, ¿qué? ¿ya se te han bajado los humos?


Le dijo Satur sin dejar de realizar sus cosas. Alonso se sentó a la mesa y se sujetó la cabeza con las manos.


- No sé a qué te refieres.


- Y ahora desmemoriaó. Si es que… si fueras hijo mío te iba a dar una…


- Satur por favor no grites, me duele mucho la cabeza. Como si me hubiera dado un golpe.


- Un golpe dice. Más fuerte te tendría que haber dado tu tía. A ver si así aprendes a cerrar la boca cuando tienes que hacerlo.


Alonso comenzó a recordar. Tenía lagunas en su memoria, pero recordaba el bofetón que le había propinado su tía. Se tocó la mejilla con la mano mientras miraba al frente intentando encajar las piezas.


- Lo siento Satur. No debí volver como lo hice. Ni contestar como contesté. Creo que dije cosas que no debía.


Satur se acercó al muchacho y puso sobre la mesa una jarra y un vaso.


- A mi no me pidas perdón, si no a tu tía. A ella es a quién trataste fatal. Así que ya sabes, a lo hecho, pecho. Ya puedes ingeniártelas para arreglar lo ocurrido. Y como se te ocurra otra vez beberte la taberna, antes de venir te das un buen baño para refrescarte las ideas. Y te guardas el genio y las malas formas. Que mala leche tenemos todos, y problemas muchos más, pero no los vamos soltando contra las personas que nos quieren. Y ahora espabila y ve a levantar a tu hermano que se ha vuelto a dormir.


6.
La cocina de palacio era un no parar de entrar y salir gente. Los últimos días habían sido duros de preparativos. El señorito Nuño regresaba a pasar unos días con su madre, la cual andaba más insoportable según se acercaba la fecha de llegada y hoy era el día.

Catalina y Margarita estaban en la cocina, una intentando poner un poco de orden y la otra cosiendo unos encajes sentada junto a la amplia mesa repleta de alimentos. Una de las criadas entró con una bandeja con los restos del desayuno de la Marquesa. Catalina vio que apenas había probado bocado.


- ¿Y esto? ¿A qué fin llega la bandeja casi sin tocar?


- La señora dice que no tiene más tiempo. Que tiene que salir.


- Esta mujer, cada día más rara.


- Ha recibido una carta a primera hora de la mañana. Aún no habías llegado. – Dijo otra de las chicas.


- ¿Y de quién era la carta? – Preguntó curiosa Catalina.


- Pues no sé, pero se empezó a poner nerviosa y a ordenar que le lleváramos el desayuno a la cama.


- Bueno… a saber. Seguro que espera visita. Y no me refiero a su hijo precisamente, sino más bien a…


- Catalina.


Lucrecia entró por la puerta de las cocinas sorprendiendo a todo el personal y sobretodo a su dama de confianza, la cual cerró la boca de golpe a punto de ser descubierta diciendo algo poco acertado.


- Sí señora Marquesa. Usted dirá.


- ¿Dónde está Margarita?


- Aquí señora Marquesa.


Lucrecia se volvió hacia Margarita que se había acercado hasta ella. Le dio un vestido en tonos verdes que había llevado en sus manos.


- Necesito que me arregles el bajo de este vestido, se ha descosido.


- Sí señora, en cuando acabe me pongo con él.


- Lo quiero para ya. – Contesto la marquesa con aire enfadado. – Voy a salir. Catalina que preparen el coche. Date prisa Margarita, quiero salir de inmediato.


Dicho esto se fue de la cocina con la barbilla levantada en señal de superioridad. Catalina y Margarita se miraron con gesto de no entender nada.


- Lo dije y lo repito una vez más. Quien la entienda que la compre. Voy a buscar al cochero.


Catalina se marchó en busca del hombre dejando a Margarita con el vestido en las manos. Sin perder tiempo se puso a trabajar.


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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Daira7 » Jue Oct 18, 2012 6:26 pm

Sátur y Catalina en estado puro!!!!!!, incluso puedo ver los gestos que acompañan a sus palabras Imagen

A ver a donde va ahora Lucrecia Imagen

Pues lo de ir a buscarlo al otro foro te aviso que es bastante complicado porque anda perdido entre otros muchos Imagen

Vale......., pues entonces ya ni lo intento, porque fuerza de voluntad tengo poca pero paciencia menos Imagen Imagen Imagen, así que esperaré impaciente a que vayas poniendo poquito a poco Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aledis » Jue Oct 18, 2012 10:18 pm

Cómo me gusta leer que aún con el paso del tiempo, Alonso sigue siendo Alonso, con esa rebeldía que le hace meter la pata y hacer daño a las personas que quiere Imagen Imagen ...y Margui sigue siendo esa Margarita sufriente y enamorada de Gonzalo.....aunque no esté Imagen Imagen Imagen
Perfecto relato para dentro de unas cuantas temporadas, como dice Bego Imagen

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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aylynt » Vie Oct 19, 2012 2:58 pm

Como dice Bgots, esto debe ser de la temporada enésimasegunda, jejejeje.
Te está quedando muy bonito, Lunanueva. Y como dicen las compañeras, Satur y Catalina están bordados.
En el primer capi, has jugado al despiste, y parecía que era Agustín el que salvaba a nuestro Gonzalo, pero luego cuando ha salido Margarita de madre, se vuelve mucho más interesante.
Espero que el "regresante" sea el que yo me imagino Imagen Imagen ¿A dónde habrá ido y por qué? Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Lun Oct 22, 2012 3:08 pm

Perdón por mi retraso al contestar Imagen Imagen Imagen Muchas gracias por vuestras palabras y ahora no os voy a hacer esperar más. Espero que os guste y resuelva alguna duda Imagen
7.
Los calabozos eran un lugar frío y oscuro que cada vez le resultaba más desagradable. Hace un tiempo eran como su segunda casa, pero en los últimos años demasiadas cosas habían cambiado. Ya no quería seguir con ello pero las circunstancias le obligaban. Debía mantener una imagen, una máscara y debía hacerlo para proteger a aquellos a quien quería.

Con paso rápido llegó hasta las escaleras que conducen a la estancia que hace las veces de despacho. Quería alejarse, en parte, del oscuro corredor y de los gritos que eran arrancados de las doloridas gargantas de los allí apresados. Culpables e inocentes tratados brutalmente por igual. Una vez dentro, dejó el sombrero sobre la mesa para servirse una copa de vino, y se apoyó en ella con gesto cansado. A su espalda, entre las sombras que las velas no conseguían ahuyentar, percibió por el rabillo del ojo un leve movimiento. Apenas un segundo que para cualquier otro ojo hubiera pasado desapercibido. Apuró la copa y continuó mirando al frente.


- No deberías estar aquí. Alguien podría verte.

- Sé muy bien cómo moverme sin que me vean.

Una voz salió de entre las sombras. Y tras ella un figura envuelta en un viejo hábito. Las manos cruzadas dentro de las mangas y la capucha sobre la cabeza no permitía ver nada de su persona. Hernán echó una ojeada a la entrada del cuarto para asegurarse de que nadie les molestaba. Finalmente posó la mirada sobre su acompañante.

- Sabes que es peligroso que estés aquí. Si te atrapan…

- Déjate de sermones. – La voz aunque amortiguada por el embozo de la capucha, sonaba fuerte, con un deje de enfado. – Tenemos que hablar.

- Me dijeron que te habías marchado. Te buscaron durante días pero no encontraron ni rastro. Supuse que tarde o temprano vendrías hasta aquí. En el fondo… deseé que no lo hicieras.

- Hernán, sabes que no gozo de mucha paciencia y mucho menos me gustan los juegos. Ya me cansé de ellos. Además, tengo asuntos pendientes que arreglar, y ya he perdido demasiado tiempo.

El sonido de unas botas subiendo los escalones alertó a los dos hombres. Hernán se giro hacia la puerta mientras, sintió más que vio, cómo el monje se volvía a ocultar entre las sombras. Uno de sus hombres se asomó a la habitación.

- Señor Comisario, tiene una visita.

- No estoy para nadie. Que venga en otro momento.

- Señor, se trata de la Marquesa de Santillana.

- Esa mujer. No conoce un no por respuesta. Esta bien. Que pase.

El soldado hizo un saludo respetuoso y volvió a salir. Inmediatamente Lucrecia entro en la pequeña sala, en su cara se mostraba el asco y el desprecio que sentía al entrar en ese lugar. Mirando en derredor se bajó la capucha de su capa dejando al descubierto su rostro y parte de sus hombros. Sin duda había escogido un atuendo más adecuado para una fiesta que para el lugar donde se encontraba.

- Al final he tenido que ser yo quien viniera hasta aquí para verte. ¿Tan ocupado estas que ni si quiera eres capaz de visitar a una vieja amiga?

- Lucrecia sabes que soy un hombre muy ocupado.

Lucrecia torció el gesto al notar el sarcasmo implícito en la respuesta y se sentó en una de las sillas frente a la mesa. Hernán con una media sonrisa lo hizo al lado contrario, sin quitar la mirada del rostro de la mujer.

- Ya veo, tan ocupado que ni una mísera nota puedes enviar. He tenido que enterarme de tu vuelta por terceras personas. Al menos esta vez podrás decirme el motivo de tu viaje.

- Asuntos familiares Lucrecia. Lo sabes muy bien.

- Entiendo. Parece que tu querida esposa le ha tomado el gusto a los viajes. ¿Acaso no piensa regresar? Porque no veo lógico que tú andes de un lado a otro intentando estar en dos sitios a la vez, mientras que ella disfruta.

- Detecto cierto atisbo de celos, querida. Lo que haga o deje de hacer no es de tu incumbencia. Creo que ya lo dejaste muy claro hace mucho tiempo.

- Yo no fui la que te empujó a que te casaras con esa niña beata. En fin, tú veras lo que haces. Supongo que pronto darás la buena nueva.

- ¿A dónde quieres llegar Lucrecia?

Lucrecia toqueteaba los objetos de la mesa y al oír la pregunta se detuvo con los ojos muy abiertos y fijos en Hernán.

- Al anuncio de tu primogénito, ¿qué sino? Con el tiempo que lleváis casados me extraña que Irene no haya quedado encinta. Lo cierto es que se comenta mucho sobre el tema. Hay quien incluso afirma que vuestro matrimonio no es más que una farsa, una encantadora pareja que se aman con locura de puertas para afuera, pero que en la cama no hay más que hielo.

- Y no me cabe duda de que a ti eso te divierte. Lucrecia, me agrada tu visita, pero tengo asuntos que atender.

Dicho esto se puso en pie y llegó hasta la mujer invitándola a marcharse. Entendiendo que la conversación había llegado a su fin, Lucrecia se levantó y se acercó más de lo educadamente correcto al hombre posando la mano sobre el hombro del comisario.

- Esta bien querido. Solo espero que podamos continuar esta conversación en un lugar más… acogedor. Me gustaría que vinieras esta noche a palacio. Nuño ha vuelto a casa para pasar unos días. Se alegrará mucho de verte.

- Lo intentaré.

Con un ademán de la cabeza la mujer salió con paso firme y decidido. Hernán la observó salir y se volvió hacia las sombras tras su escritorio.

- Supongo que habrás disfrutado de la visita.

El encapuchado salio de su escondite en dónde Lucrecia no había reparado. A decir verdad, si no fuera por el movimiento que acababa de realizar nadie lo habría visto.

- No me corresponde a mí juzgar lo que haces. Y mucho menos lo que hace esa mujer. Sabes mejor que yo de lo que es capaz. Sólo puedo decirte que tengas cuidado.

- Lo sé. Es mucho más peligrosa de lo que aparenta.

- Y ahora, deberíamos continuar dónde lo dejamos. Tienes que aclararme muchas cosas.

- Aquí no. No es lugar para ello. Las paredes oyen.

Un silencio se hizo presente en la sala.

- De acuerdo. Encontraré el lugar y el momento adecuado. Disfruta de tu velada.

Y sin más se marchó del mismo modo que había llegado, sin dejar a Hernán responder a la ironía mostrada.

Hernán se sirvió otra copa y se sentó a la mesa pensando en cómo respondería a las cuestiones que le iba a realizar. El hombre quería respuestas y no se conformaría con más preguntas ni medias verdades.


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Aledis
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aledis » Mar Oct 23, 2012 5:23 pm

No me ha costado nada imaginar al monje saliendo de entre las sombras del "despacho" de Hernán....siempre me ha parecido tan tenebroso ese sitio Imagen

Muy interesantes ambos reencuentros Imagen

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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Daira7 » Mar Oct 23, 2012 11:55 pm

Imagen por seguir lunanueva!!!! Imagen

Ahora ya sé a donde iba Lucrecia, que, por cierto, sigue como siempre, "genio y figura hasta la sepultura" Imagen Imagen Imagen, y me quedo mucho más tranquila con respecto al tema que me inquietaba Imagen

No sé como lo haces pero consigues mantener la intriga capítulo tras capítulo Imagen

No recuerdo si te lo he dicho, y si lo he hecho me repito, me encanta esta historia!!!!! Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Mié Oct 24, 2012 7:19 pm

Gracias a vosotras por seguirme!!! Imagen Imagen Imagen Me alegro mucho que os guste y que siga manteniendo la intriga. Gracias de verdad. Y no me voy a enrollar y os dejo otro.

Besicos mil!!!
8.
La noche ya había caído. Margarita caminaba sola por el camino que conducía del palacio a la Villa. No le gustaba caminar sola a estas horas, siempre lo hacía en compañía de Catalina, pero esta vez su amiga había tenido que quedarse más tiempo puesto que la Marquesa esperaba visita para cenar. El día había sido agotador, entre los preparativos por la llegada del señorito, la sorprendente salida a primera hora de la Marquesa y por último el anuncio de que a la noche esperaba otra visita, la muchacha estaba totalmente agotada. Sólo esperaba llegar al calor de su casa y disfrutar de la familia, en especial de su pequeño hijo al que hoy ni siquiera había podido ver.

El recuerdo de su pequeño le hizo esbozar una tímida sonrisa. Aún estaba enfadada por la más que travesura del día anterior, pero el recuerdo del abrazo que le había dado por la noche al verla llorar, le hacía olvidar cualquier cosa. Tan pequeño y a la vez tan grande.

- Que orgulloso estarías de él.

Susurró más para sí misma. Con la mirada baja se colocó bien la mantilla para resguardarse del frío que comenzaba a dejarse notar. Ya estaba cerca, y eso le animaba a acelerar el paso. Seguramente Satur estaría trajinando en la cocina y el pequeño trasteando de un lado a otro incordiándole. Y Alonso… solo esperaba que esta noche pudieran hablar. Su sobrino había cambiado mucho en estos últimos años, ya no era el niño que le pedía que le arropara por las noches o que le contara un cuento antes de dormir. No. Demasiadas cosas habían cambiado.

Ya en la puerta de casa podía oír las voces de Satur y Gonzalo. El pequeño se reía, seguramente por algo que le estaba contando el mayor. Nada más oírla entrar, el pequeño se dio la vuelta y soltó un tazón que llevaba en las manos que apunto estuvo de caer al suelo, pero el hombrecillo le vio las intenciones y lo recogió al vuelo.

- ¡Madre!

Con una enorme sonrisa en la cara se lanzó a los brazos de su madre que lo levantó del suelo girando sobre sí misma. Eso al niño le encantaba y siempre que podía se lanzaba para que su madre le hiciera “volar”.

Margarita reía con él y dejando de girar lo abrazó fuerte mientras le daba un sonoro beso en la mejilla.

- Mi niño, cada día que pasa estas más grande, pronto no podré cogerte, mi vida.

Con él en brazos se acercó hasta el fuego desde donde Satur les miraba con una emocionada expresión en su rostro.

- Anda Gonzalillo, suelta a tu madre que tiene que estar agotada, y ayúdame a terminar de poner la mesa, que la cena está casi lista.

- Saaatuuuurrrr. Que ya he estado toda la tarde haciendo cosas, ni siquiera me has dejado salir a jugar. Quiero estar con mama.- Dijo el pequeño aferrándose al cuello de su madre que lo tenía sentado en sus rodillas.

- Anda este, y lo que te queda. Te recuerdo que estas castigado por la que montaste ayer, que no se nos olvida ni a mí ni a tu madre. – Contestó el hombre mientras movía en el aire el cucharón que antes usaba para la cena, y miraba a Margarita de reojo.

- Venga hijo, obedece. Luego estaremos juntos y te contaré un cuento.

La promesa del cuento hizo que el muchacho quitara el mohín de su rostro y lo cambiara por una sonrisa. Antes de levantarse del acogedor asiento le dio un beso en la mejilla a su madre y se puso con la tarea.

Margarita se levantó de la silla para acercarse más a Satur y poder hablar con él sin que el pequeño les escuchara.

- Satur, espero que no te haya dado mucha guerra. Quería haber llegado antes pero hoy la Marquesa no nos ha dejado un minuto. Con decirte que Catalina aún se ha tenido que quedar… Solo espero que no sea mucho más rato. Ese camino cada día es más peligroso. No me siento segura y me preocupa que le pueda pasar algo.

- Señora, estése tranquila, que Catalina se sabe cuidar muy bien, ¿no se acuerda de la que le montó el otro día a ese que se les acercó en el mercado?

- Lo sé Satur, pero… aún así…

- Mire, hacemos una cosa, cenamos y cuando terminemos paso a ver si ya ha llegado a casa y si no, me cojo el caballo y me voy a buscarla.

- ¿Lo harías? Gracias. – Y sin comerlo ni beberlo le acarició la mejilla con la mano.

- Señora, no me haga eso… que… que… me pone muy nervioso. – Al hablar se le cayó la cuchara al suelo y al agacharse a cogerla se golpeó la cabeza en la mesa. - ¡Redios! Ve, si es que no puede ser… que uno se emociona… y… ya no sabe ni lo que hace.

El pequeño soltó una carcajada al ver el golpe que se había dado.

- Zagal… que te la estas buscando… por cierto… ¿Has terminado con tu cuarto? – Advirtió Satur con toda la intención del mundo.

- Esto… vale. No he dicho nada. – Dijo el pequeño serio de repente y continuó con lo suyo, de lo contrario se veía otra vez castigado.

- Anda que vaya par estáis hechos. A los dos debería castigaros yo. – Margarita reía al ver el comportamiento de ambos, uno porque era niño y el otro porque a veces lo parecía. Pero volvió a ponerse seria una vez más. – Satur… ¿Alonso ha llegado a casa?

- Sí, señora, ha llegado, y no se preocupe que creo que ha aprendido la lección. Aunque sigue bastante raro.

- Y… ¿dónde está?

Satur no contestó, sino que simplemente levantó la vista hacia arriba.

- Lleva ya un buen rato.

No necesitó ninguna explicación más. Mirando a su pequeño se dirigió hacia las escaleras que conducían al piso de arriba.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aylynt » Dom Oct 28, 2012 12:21 pm

¡Pero qué intriga, jejeje!
Aquí estamos ansiosas de saber "ande" va a ir a parar todo esto. Y la escena del "despacho" de Hernán, tenebrosa como el lugar, igual que dice Aledis.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor bgots » Dom Oct 28, 2012 7:24 pm

pero que muyyy intrigoso está el relato, ese encuentro del comi con el "encapuchao" me tiene en ascuas.... puffff, está muy bien Lunanueva..... la trama promete Imagen Imagen Imagen Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aledis » Mar Oct 30, 2012 8:09 pm

Que cosita tan linda el pequeño Gonzalo Imagen Se me hace tan triste esa certeza de que ya están todos en casa....
Estoy deseando leer la conversación entre Marga y Alonso Imagen

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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Mié Oct 31, 2012 7:49 pm

Gracias, gracias y gracias por las palabras que me dejais, siento no pasar tan a menudo pero por unas cosas u otras se me pasan los dias. Así que aqui estoy otra vez. Espero que os guste la conversación Imagen Imagen Imagen
9.

Acomodado sobre las frías tejas, sin ningún miedo a caer por ellas puesto que desde que era un niño este siempre había sido su rincón preferido, Alonso contemplaba la noche. Era noche de Luna Nueva, por lo que la ausencia del astro no restaba luminosidad a las estrellas, que brillantes, se extendían por toda la bóveda celeste rivalizando unas con otras por ser la más bella.

Con la mirada perdida en el infinito recuerda cuando era un niño y subía a este mismo tejado, para estar solo o para conversar con su madre la cuál le fue arrebatada brutalmente cuando más la necesitaba, o en muchas ocasiones para charlar con el hombre que siempre le cuidaba, aquel que admiraba y al que siempre deseó seguir sus pasos. Que inocente era en aquel tiempo, solo un niño que jugaba con sus amigos e iba a la escuela, aunque se metía siempre en demasiados líos.

Pero eso tiempo había pasado. Ya no era un niño. Ya no era aquel muchacho de cabellos claros y mirada curiosa. Ahora su cabello se había oscurecido y en su rostro los rasgos infantiles habían dado paso a otros más adultos, enmarcados por una suave barba de varios días que la dejadez había provocado, y que le confería un aspecto más mayor de lo que era. Según decían todos los que le conocían, cada día que pasaba se parecía más a su padre, incluso en el carácter. Pero lo que más había cambiado era su mirada, ahora siempre mostraba un pequeño atisbo de tristeza, de melancolía que sólo una persona era capaz de borrar cuando le regalaba una sonrisa.

En el silencio de su pequeña atalaya pudo escuchar un leve roce junto a la portezuela de acceso a su hogar, no se movió de su sitio, ni siquiera se giró. Sabía perfectamente de quién se trataba. Al igual que él, ella subía a ese lugar para buscar consuelo o soledad. En otro tiempo hubieran buscando compañía, pero ese tiempo también había pasado, ya nadie más acudía a su pequeño refugio.

Margarita permanecía apoyada en el quicio de la pequeña puerta. Desde su lugar observaba en silencio a su querido sobrino, e intentaba buscar en su memoria recuerdos de otros días en los que la risa y el llanto se mezclaban a partes iguales. Ahora ya no contemplaba a un niño, sino a un joven que se había hecho un hombre. Su posición, sus gestos, su constitución física o incluso su voz, le recordaban tanto al padre que casi le hacía daño mirarle. Vencida la impresión de ver esa imagen grabada a fuego en su memoria, se acercó despacio hasta situarse a su lado.

- ¿Te importa que te acompañe?

Alonso no respondió, no movió un solo músculo de su cuerpo. Al no obtener respuesta Margarita se acomodó lo mejor que pudo a su lado y se abrazó las piernas con los brazos para de este modo intentar guardar el calor. La brisa que corría por los tejados de la Villa resultaba algo fría. Alonso seguía absorto, centrado en sus pensamientos, con la mirada perdida. Su tía le miraba sin atreverse a comenzar la conversación, después de lo pasado sentía algo de miedo por lo que pudiera contestarle.

- Satur me ha dicho que llevas ya un buen rato aquí arriba. Hacia mucho que no subías.

Nada. Ni un gesto. Su postura, sentado con una pierna estirada y la otra doblada donde apoyaba su brazo derecho, le recordada a Margarita a una estatua como las que veía en los jardines del palacio de la Marquesa. Visto que no iba a obtener respuesta miro hacia las estrellas como buscando un modo de acercarse a él.

- Alonso… siento lo que hice ayer, no debí pegarte esa bofetada. Nunca te había puesto la mano encima y me arrepentí nada más hacerlo. Pero me puse muy nerviosa cuando te vi en ese estado. Jamás habías bebido tanto. Sólo quiero saber que es lo que te ocurre. Sé que las cosas no son fáciles, pero aún así tenemos que seguir unidos, somos una familia. – Margarita decía estas palabras suavemente, le costaba mucho decir algunas de ellas, y sabía perfectamente que su sobrino no estaba bien. Hizo una pausa y tomo aire antes de continuar. – Cariño, sé que yo no soy tu madre, nunca he pretendido ocupar su puesto, pero te quiero como si lo fuera. Te he visto crecer, te he visto reír y llorar y para mí eres tan hijo mío como lo es tu hermano. Yo solo quiero…

- Lo siento.

Esas dos únicas palabras detuvieron a Margarita y miró fijamente el rostro de perfil de quién las había pronunciado, esperando a que continuase. Alonso se removió incómodo y nervioso sobre las tejas sin ser capaz de mirar a su tía. Le había escuchado palabra por palabra pero no se sentía capaz de mirarle a la cara, no sin que se pusiera a llorar como un niño.

- Cariño… - Margarita coloco su mano sobre el brazo de Alonso, como dándole ánimos para que continuara, este no la rechazo, sino que dejó de moverse y se relajó.

- Siento… mucho lo que hice ayer. Apenas recuerdo cosas, pero… Satur se ha encargado de que recordara todo lo demás. Sé que hable demasiado, que… que fui un bruto… o algo peor, pero no sabía lo que hacía. También sé que te hice daño y entiendo perfectamente que me dieras esa bofetada. Te perdí el respeto y a Satur también. No tienes que pedirme perdón, sino que soy yo el que debe pedíroslo a vosotros y creo que también a mi hermano, el no tenia por qué escuchar todo lo que dije. Por favor tía, perdóname, te aseguro que no volveré a llegar a casa en ese estado y que jamás volveré a tratarte como lo hice.

Dicho esto giro el rostro hacia su tía con una mirada llena de tristeza, pero no pudo mantenerla mucho tiempo porque comenzó a llorar cubriéndose el rostro con las manos. La joven lo abrazó con fuerza y comenzó a acunarle como hacía con el pequeño.

- Claro que te perdono cariño. Nunca me perdonaría a mi misma si no lo hiciera. Pero ahora necesito que me cuentes qué es lo que te ocurre. Llevas varios días muy raro, apenas estas en casa y los pocos momentos que te vemos no dices ni una palabra. Hasta tu hermano te ha notado extraño y nos ha preguntado si estas enfermo.

El muchacho poco a poco iba dejando de llorar, pero no soltaba el abrazo de su tía, permanecía apoyado sobre ella con la cabeza en su hombro.

- Lo echo mucho de menos. Cada día se me hace más difícil. Cada cosa que hago o que veo me recuerda a él y la gente tampoco me lo pone fácil. No paran de decirme que me parezco mucho, que cada vez que me miran es como si le vieran. Y eso me duele.

- Pero no lo hacen con esa intención, estoy segura que no quieren hacerte daño, Alonso. Todo el mundo quería mucho a tu padre, y que te digan eso debería hacerte sentir orgulloso.

- Lo sé, y también sé que lo hacen por eso, y yo me siento muy orgulloso de serlo. Pero… es que ayer… ayer fue su cumpleaños, y siempre lo pasábamos juntos. No importaba las cosas que tuviera que hacer, o lo ocupado que estuviera, siempre hacia hueco para pasarlo conmigo y ahora…

Margarita se emocionó al escuchar a su sobrino. Ella también lo había pasado mal el día anterior y sentía el dolor del muchacho.

- Me imaginaba que se trataba de eso, siempre he sabido que estos días eran especiales para ti, pero no quería hacer nada que pudiera recordártelo. Tal vez debí actuar de otro modo.

- Tía, ¿Por qué tuvo que pasar? ¿Por qué nos dejo?

- No lo sé cariño. Pero tenemos que ser fuertes. Eso siempre te lo enseño ¿recuerdas? Siempre hay que plantarle cara a lo que nos venga y nunca debes olvidarlo. Te estas convirtiendo en un hombre, ya no eres el niño travieso que nos tenía a todos locos con tu facilidad para meterte en problemas. Además, de eso ya se encarga tu hermano…

El último comentario les hizo sonreír a ambos y Alonso se incorporó deshaciendo el abrazo que tanto estaba necesitando.

- Creo que en eso tiene más peligro que yo y que torea a Satur como quiere.

- Sí, pero más te vale que no te oiga decir eso porque seguro que no te libras de una buena colleja o de la cuchara.

Alonso le dedicó una sonrisa maliciosa y un brillo divertido en sus ojos.

- Pues como no se suba a una silla…

- ¡Alonso!

Margarita le reprendió por el comentario pero no pudo contener una carcajada mientras movía la cabeza de un lado a otro. Con la mano le acarició la mejilla.

- Y lo de dejarte barba… ¿va a ser una costumbre? Te hace parecer más mayor. No sé que opinará ella, pero me gusta.

Alonso enrojeció sin poder evitarlo al escuchar las palabras de su tía. Sólo ella sabía cómo provocar que le ocurriera eso.

- Yo… yo… ella… esto… Matilde dice que me queda bien.

- Ya veo.

Margarita notaba la incomodidad de su sobrino y no podía dejar de sonreír mientras recordaba lo nerviosa que se ponía ella con su misma edad y le hacían algún comentario semejante.

- Venga, vamos a cenar que nos están esperando, pero antes pasa a casa de Catalina a ver si ya ha llegado, y si no, le dices a Murillo que se pase a cenar con nosotros.

Alonso se levantó primero y tendió la mano a su tía para ayudarle a incorporarse en el inestable tejado. En un rápido gesto se agachó y le dio un beso igual que hacia cuando era niño.

- Gracias tía.

- Anda, venga, que me vas a hacer llorar otra vez. Para abajo.
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Aledis
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aledis » Vie Nov 02, 2012 2:32 pm

Ainnnsssss, me he emocionado tanto al leer la conversación Imagen Para mí Margarita ha sido su "madre" todos estos años, y así les he visto en el tejado, como una madre y un hijo Imagen

Me han encantado todas las referencias sobre el parecido que tiene Alonso con Gonzalo Imagen

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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Vie Nov 02, 2012 11:26 pm

Ale, es que Margarita realmente ha sido su madre todo el tiempo y en los peores años. Sobre el parecido con Gonzalo, yo me lo imagino calcao Imagen

Os dejo otro Imagen
10.


Lucrecia estaba en su alcoba, se encontraba muy nerviosa, hacía mucho tiempo que no le ocurría algo semejante. El día de hoy estaba siendo agotador, pero aún le quedaba una parte, para ella la más difícil pero también la más deseada y esperada desde hace tiempo. Tenía una cita con el comisario. O al menos, esperaba que acudiese puesto que no le había confirmado nada.

Sus doncellas le ayudaban a arreglarse, ya se había cambiado cuatro veces de vestido y con ninguno de ellos se encontraba a gusto. Con enojo en la mirada se paseaba de un lado a otro, vestida únicamente con una fina bata de seda, y tirando toda la ropa por el suelo. Las chicas no dejaban de traerle delicados vestidos que ella, uno tras otro, se encargaba de arrojar por toda la sala.

- ¡Sois unas inútiles! He dicho que quiero ser una reina. ¡Todo eso no me vale para nada! No quiero volver a verlos.

Catalina entró justo en el momento en que la marquesa arrojaba un nuevo vestido a los pies de una de las doncellas.

- Señora Marquesa. Acaban de traer el vestido que encargó la semana pasada, espero que sea lo que realmente busca.

Lucrecia observo a Catalina con gesto asqueado de aquel que se ve interrumpido en algo sumamente importante.

- Esta bien Catalina, a ver que me traes, como sea otra bazofia daos por despedidas.

Catalina dio paso a una de las muchachas que cargaba con dicho vestido y lo colocó sobre la cama. Se trataba de un bello vestido de corpiño rojo oscuro con exquisitos bordados en negro y profundo escote, la amplia falda de seda negra poseía una sobre falda asimétrica del mismo bordado que el corpiño. Sin duda era un vestido digno de una reina, pero no apto para dicho fin, sino más bien para una recepción privada, que era exactamente lo que Lucrecia esperaba que fuera la noche.

- Muy bien. Daos prisa. ¿Dónde está Margarita? Quiero que venga por si es necesario hacer algún retoque.

- Señora, Margarita se marchó hace un rato, tenía que…

- No me importa lo que tenga o no tenga que hacer, debería estar aquí. Tendré que hablar muy seriamente con ella y esta vez no me valen excusas.

- Sí, señora. Le diré que tenga más cuidado en el futuro.

Catalina contestó desde detrás de la marquesa mientras le anudaba el ceñido corpiño, para resaltar las formas. Su cara era todo un poema, enojo por el trato recibido y preocupación por las consecuencias que esa conversación podría traerle a su querida amiga.

Hernán llegó a caballo hasta las puertas del palacio. Desmontó y pasó las riendas a un mozo. No necesitaba de nadie que le guiara, conocía cada rincón de ese palacio, por lo que sin esperar recibimiento o presentación caminó con paso rápido en dirección hacia el salón donde las doncellas tenían dispuesta la mesa para cenar. Se sentía incómodo, no tenia ninguna gana de estar allí esa noche, pero una vez más se recordó a si mismo que no podía faltar a la cita, a pesar de que su mente se encontraba en otro lugar.

- Comisario.

Una voz grabe le sacó de sus pensamientos y se giró hacia el lugar de donde provenía. Por el pasillo que había recorrido, pudo observar a una alta figura que se acercaba hasta él con paso firme y seguro. Hacia bastante tiempo que no lo veía y quedó realmente asombrado, de hecho le costó trabajo reconocerlo hasta que no llegó a su altura.

- Nuño. – Saludo con un pequeño gesto de la cabeza. – He de decir que me ha costado reconocerte.

- Me alegro mucho de verle señor Comisario. – Contestó el joven con una amplia sonrisa tendiéndole la mano para estrecharla amistosamente. - Mi madre me ha dicho que iba a venir, pero no estaba segura del todo. Para mi es un honor que haya aceptado la invitación, tenemos mucho de lo que hablar.

- Será todo un placer, Nuño. Ya no recuerdo la última vez que nos sentamos tranquilamente.

- Ya han pasado casi dos años, Comisario.

Dos años. Para Hernán era como si hubieran pasado veinte años. Ante él tenia a un hombre hecho y derecho, no un simple muchacho que jugaba a ser marqués. Ahora lo era. Su aspecto, el gesto de su rostro, la pose erguida, los movimientos. Sin lugar a dudas era todo un noble. Desde que su madre decidió que era hora de que recibiera la educación militar apropiada se había trasladado a la escuela de caballería, así mismo su abuela lo había tomado bajo su tutela para recibir la educación en la corte que, según ella misma, no podía darle su madre. Cosa por la que Lucrecia odiaba más si cabe a su suegra.

- Es cierto. Según tengo entendido te has convertido en un jinete experto y muy hábil con la espada.

- Me gustaría que pudiéramos entrenar un día de estos antes de marcharme de nuevo, como hacíamos cuando era un niño.

Hernán fue a contestar pero el sonido de unos pasos junto a ellos le hizo girarse a su espalda.

- Cariño, me temo que el Comisario es un hombre muy ocupado, y no creo que tenga tiempo para pasarlo contigo.

Lucrecia dijo estas palabras con una clara intención hacia Hernán. Pero él no respondió al ataque. Se encontraba demasiado ocupado admirando a la mujer que tenia ante él. Lucrecia se dio cuenta de cómo la miraba y no dudo un momento en moverse del modo que sabia que le hacia volverse loco. Al igual que en la mañana cuando fue a verle a los calabozos, no pudo dejar de mirar los hombros descubiertos y el generoso escote que el vestido dejaba a la vista.

- Al contrario Lucrecia. – Le respondió con una forzada sonrisa y volviéndose hacia Nuño le contesto. - Para mí seria todo un honor Nuño. Pero espero que tengas piedad por un simple comisario.

- Muy bien caballeros, pero eso tendrá que esperar. De momento tenemos una cena preparada. ¿Me acompañan?

Hernán le tendió la mano para cederle el paso a la sala seguidos por Nuño. Los tres se sentaron a la mesa y las doncellas comenzaron a servir el vino. Catalina se mantenía a la espera de que su señora solicitara algo o bien le diera permiso para marcharse. La noche había caído hacia tiempo y ya era muy tarde.

Los minutos pasaban y la cena transcurría entre conversaciones y miradas de los tres comensales. Lucrecia intentaba una y otra vez atraer la mirada del Comisario, pero este a su vez, trataba de ignorarla y centrar toda su atención en las palabras de Nuño. Tenía mucho que contarle y no disponían de mucho tiempo.

- Catalina. Ordena que lleven el postre al salón, allí estaremos mucho más cómodos. Cuando todo este dispuesto puedes retirarte.

- Sí, señora, enseguida lo preparo. Muchas gracias.

Con una reverencia Catalina salió de esa sala y al fin pudo respirar tranquila. Se encontraba agotada y aún le quedaba la vuelta a casa. Suerte que se había llevado el carro al preveer que la tarde seria muy larga.

- Y ¿cómo se encuentra Irene? Mi madre me ha contado que realizáis muchos viajes y que hace tiempo que no se deja ver por aquí.

- Muy bien Nuño. Con ganas de verte, me pregunta muy a menudo por ti y te aseguro que está al tanto de todos tus progresos.

- Pues para tener tantas ganas de volver no lo demuestra mucho. ¿No crees?

- Lucrecia. Francia es un país muy extenso y lo cierto es que nos está sorprendiendo gratamente a ambos, de ahí que mi dulce esposa no quiera dejar de visitar ni uno solo de sus rincones.

La conversación entre ambos se estaba tornando algo tensa. Las miradas y los reproches velados en sonrisas forzadas se sucedían uno tras otro, motivo por el cual Nuño empezaba a sentirse algo incómodo. No era la primera vez que era testigo de aquel comportamiento entre la pareja.

- Espero poder verla muy pronto. Yo también la echo de menos. Tal vez en el próximo permiso pueda visitaros.

- Eso seria estupendo Nuño. Estoy seguro que…

- Ya veremos hijo. Lo primero es tu educación. Ya no eres ningún niño y tienes unas obligaciones. No puedes dedicarte a ir de un lado a otro como un simple mercader.

- Tienes razón madre. Supongo que tengo asuntos más importantes de los que ocuparme. Ahora si me disculpan, me retiro a descansar. El viaje ha sido largo. Buenas noches madre. – Poniéndose en pie se acercó hasta ella para despedirse con un beso en la mejilla. Tras esto se dirigió hacia Hernán a quien le tendió la mano. – Buenas noches Comisario, espero que podamos cumplir ese entrenamiento.

Hernán se puso en pie y le estrechó la mano con fuerza mirándole a los ojos.

- Desde luego. Mañana mismo si lo deseas.

- Recuerda que mañana ya tienes una cita que no puedes rechazar. El duque se lo tomaría como algo personal, ya sabes que no le gusta que le lleven la contraria, y mucho menos que le hagan esperar.

Nuño torció el gesto durante un segundo, pero se repuso de inmediato, adquiriendo de nuevo el rostro altanero de marqués.

- Me temo Comisario, que tendremos que dejarlo para más adelante.

Con una ligera reverencia salió del salón y cerró la puerta tras de sí. La pareja se mantuvo en silencio. Lucrecia permanecía sentada en un lujoso diván mientras jugueteaba con una copa entre sus dedos. Hernán por su parte se volvió hacia la chimenea y se apoyó en ella con la mirada perdida en las llamas que danzaban incansables al son de su propia música.

- Por lo visto, sigues con tu propósito de alejarlo de mí.

No se veían las caras. Ninguno se volvió para mirar al otro. Lucrecia arqueó una ceja y sorbió un pequeño trago de su copa antes de contestar con voz tranquila.

- Querido, me temo que ese camino, te lo has labrado tú solito. Fuiste tú, junto con Irene, los que tomasteis la decisión de marcharos de la Villa. Aunque nunca me has dado un motivo convincente.

- Los motivos son asunto mío y de nadie más Lucrecia. Pero no me cambies de tema. He intentado muchas veces ver a Nuño, incluso le he invitado a que viajara conmigo, pero siempre has encontrado la excusa perfecta para impedirlo. – Hernán se giró para mirarla fijamente. – Te guste o no, es tan hijo tuyo como mío.

Lucrecia seguía sin mirarle pero borró la sonrisa de su rostro. Lentamente se puso en pie y se acercó hasta el lugar dónde se encontraba él. Lo hizo de un modo perfectamente estudiado, sus movimientos, realizados suavemente, provocaban el deseo en cualquier hombre que se encontrara cerca de ella. Con una mano dejó la copa sobre la chimenea donde se encontraba apoyado, mientras que con la otra recorría insinuante el borde del corpiño dibujando sus marcadas formas. Este gesto no pudo pasar desapercibido para Hernán, cuya mirada se perdió en el movimiento. Lucrecia lo vio y una sonrisa de triunfo volvió a dibujarse en su boca y en su mirada.

- Mi pobre Hernán. Sigues tan ciego como siempre. Por mucho que te empeñes, Nuño nunca ha sido… ni será… nunca tú hijo. Pero por favor, no volvamos a discutir por eso. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me visitaste. Conozco un lugar dónde podemos hablar mucho más tranquilos y cómodos.

Mientras decía estas palabras sus manos habían pasado de su vestido a la chaqueta que lucía el comisario, y el espacio entre ellos era casi inexistente.

- Lo siento Lucrecia, pero con todo mi pesar, esta noche tendrás que buscar a otro que te acompañe. Te recuerdo que soy un hombre casado. Así que si me disculpas… Buenas noches.

Hernán se quitó las manos de su chaqueta y se encaminó hacia la puerta de la sala.

- Si no recuerdo mal, eso no te importaba lo más minino cuando la casada era yo.

Lucrecia se estaba comenzando a enojar. Odiaba cuando le llevaban la contraria y esa noche había planeado pasarla con él.

- Precisamente por eso Lucrecia. Ya ha pasado mucho tiempo de aquello. Ahora las cosas han cambiado. – Hernán realizó una reverencia antes de despedirse. – Que descanses.
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Aledis
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aledis » Sab Nov 03, 2012 2:05 pm

Ainnnsss, bien pensé que Hernán caería rendido ante las provocaciones de Lucrecia, pero parece que sólo le interesa su hijo Imagen . Le veo resentido, cansado....Me da pena Imagen

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Aylynt
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aylynt » Dom Nov 04, 2012 5:23 pm

Muy interesante. Cuánta intriga, y cuánto han cambiado las cosas, Hernán no le hace caso a Lucrecia Imagen . A ver cómo sigue esto. Imagen
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