LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3 - Finalizado

En este espacio tendrán cabida todos los relatos que nos inspire nuestra serie favorita. Fan-fics, relatos cortos e incluso poesía.
Aledis
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aledis » Vie Oct 19, 2012 8:51 pm

Gracias por las notas Imagen Fíjate que lo de los Cósimos lo descubrí ayer, que fui a mirar si llevaba tilde a Google (soy tiquismiquis Imagen Imagen ) y aparecía un Cósimo de Médici en el buscador Imagen me sorprendí, pero no quise mirar nada para no "contaminarme" y atender sólo al de tu historia Imagen Imagen Imagen

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Aylynt
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Dom Oct 21, 2012 2:22 pm

Gracias por las notas Imagen Fíjate que lo de los Cósimos lo descubrí ayer, que fui a mirar si llevaba tilde a Google (soy tiquismiquis Imagen Imagen ) y aparecía un Cósimo de Médici en el buscador Imagen me sorprendí, pero no quise mirar nada para no "contaminarme" y atender sólo al de tu historia Imagen Imagen Imagen
Así me gusta, que las lectoras se interesen por estas cositas, Imagen Imagen
Cuando empecé con la parte italiana del relato, decidí que ya que no hablaban en italiano Imagen Imagen por lo menos pondría los nombres en italiano, de ahí Beatrice, Medici, Eleonora, Caterina, Fiorella, Paolo, Giuseppe, Giovanni, Ludovico, etc, y también Cosimo, que en castellano es Cosme. Lo del acento supongo que será porque se lee así, esdrújula, en castellano, pero en italiano no lo lleva.

Como ya he comentado, los personajes históricos que incluyo en el relato, existieron casi todos. Aunque he tenido que bailar un poco las fechas, pues por ejemplo, Cosimo III hasta 1670 no es gran duque, y en el relato representa que ya lo es en 1664. Eleonora hacia ya mucho que había muerto en 1665, fecha en la que estamos. Sobre Ludovico, hubo un Ludovico Sforza coetáneo de Lorenzo el Magnífico en la segunda mitad del siglo XV, que fue duque de Milán. La casa de los Sforza englobaba a un montón de nobles divididos en varias ramas que emparentaron con todas las casas reales, pero su origen fue Milán.
En fin, que de paso estamos aprendiendo un montón de historia Imagen Imagen Imagen
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lunanueva
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor lunanueva » Lun Oct 22, 2012 3:12 pm

Ostras lo que estoy aprendiendo con este relato Imagen Imagen

Ayly!! Me encanta el relato!! Te lo he dicho alguna vez más verdad?? pues te lo repito... Me encanta!!! Siempre que tengo un ratito me paso por aqui para ver si nos has dejado otro trocito Imagen

Gracias por seguir contandonos esta gran historia.
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Lun Oct 22, 2012 3:43 pm

¡Gracias Lunanueva, por tu mensaje! Me encanta que te encante Imagen
Aquí llego con el siguiente capítulo, que ha quedado un pelín largo, jejeje Espero que disfrutéis leyéndolo tanto como yo escribiéndolo Imagen
Capítulo 12
Gonzalo jugueteaba con Carlos mientras Aylynt terminaba de vestir a Andrés. De paso le explicaba a ella un breve resumen de lo que había leído la tarde anterior, principalmente libros sobre los Medici.
–Me asusta pertenecer a esta familia, Aylynt. Han llegado a lo más alto en algunos ámbitos, pero han bajado a los infiernos en otros. ¿Recuerdas a Lorenzo el Magnífico, del que tan orgullosa está la tía? Sufrió varias conjuras para matarlo, la más grave la Conjura de los Pazzi. Era una familia florentina, rival de los Medici incluso en los negocios bancarios. Se aliaron con el Papa, con reyes, duques y muchos otros para destronar a los Medici. El domingo 26 de abril de 1478 mataron a puñaladas a Giuliano de Medici el hermano de Lorenzo, e hirieron a éste, en la catedral de Florencia, en misa, delante de cardenales y obispos, algunos de los cuales estaban en la conspiración. La venganza de Lorenzo fue bestial. Los implicados acabaron todos muertos; además de muchos familiares e inocentes. El resto tuvo que exiliarse. Además, Lorenzo quiso exterminar cualquier vestigio de los Pazzi sobre la faz de la tierra, e incluso los condenó a la pena “nisi per ignominiam” o “damnatio memoriae” de los antiguos emperadores romanos, por la que el nombre del magnicida era borrado de todos los documentos públicos o privados.
Aylynt dejó a Andrés en el suelo y se sentó en la cama al lado de Gonzalo y Carlos.
–Es el problema de ser de los grandes, que los errores también son gigantescos –luego se recostó contra su hombro–. Pero yo me he casado contigo, Gonzalo, no con los Medici. Y yo te quiero a ti, con toda mi alma y con todo mi ser.
Gonzalo se giró hacia ella y la besó con dulce pasión en la boca.
–Te amo…
–¡Papáaaa, papáaaa,…yo tamén queroo besooo…! –parloteó a media lengua Andresito.
Gonzalo lo tomó con el otro brazo, lo sentó sobre sus piernas, y le dio un tierno beso en la frente.
–¡Estás para hacerte una foto, con un niño en cada brazo! –se rio Aylynt, al mismo tiempo que se acercaba a ellos y los abrazaba a su vez.
Momentos como estos eran los que hacían que la vida mereciese la pena, pensó Gonzalo conmovido.
*********
Aylynt se hallaba en un rincón del jardín cómodamente sentada en un sillón leyendo un libro de Galileo. Carlos dormía en un precioso moisés, tapado con sabanitas adornadas con encajes de Flandes. Y Fiorella jugaba con Andrés y su caballito de madera, debajo de uno de los inmensos olivos milenarios que adornaban los exteriores de la mansión.
En un instante dado, la chiquilla divisó a Alonso a través de la ventana de la cocina. Ni corta ni perezosa, murmuró un “voy a beber a la cocina”, y se fue corriendo hacia la casa. Aunque al llegar ella, Alonso ya no estaba, por lo que malhumorada porque llevaba días queriendo hablar con él, y él no paraba de escabullirse, se volvió al jardín con la señora y los niños.
Pero cuando llegó, literalmente se le paró el corazón. ¡La señora y Andrés habían desaparecido! El sillón y el caballito estaban tirados por el suelo, y Carlos lloraba desconsoladamente. ¿Qué estaba pasando? Miró a su alrededor como buscando una respuesta, pero no vio nada ni a nadie. Espantada, cogió al bebé en brazos y marchó corriendo a la casa, llamando a gritos al resto de los criados, que acudieron rápidamente.
–¿Qué pasa, Fiorella?
–La señora Aylynt,… y Andrés…–hablaba entrecortadamente a medias por el susto y a medias por haber corrido–, ¡han desaparecido! ¡Tan solo he venido un momento a la cocina, y cuando he vuelto ya no estaban!
–¿No estarán dentro de la casa, o en el invernadero? –preguntó uno de los criados tratando de encontrar una explicación lógica.
Entonces llegaron también Gonzalo, Alonso y tía Eleonora, alertados por el griterío de los criados.
–¿Qué ocurre aquí? –preguntó la señora, a la que le molestaban sobremanera los sirvientes chillones.
–Fiorella dice que la señora Aylynt y el niño Andrés se han desvanecido, que estaban y al momento ya no estaban –trató de explicar uno de los lacayos.
Mientras tanto, Alonso y Gonzalo ya estaban junto al sillón, el libro, y el caballito tirados. Fue Alonso el que la descubrió. Allí entre los encajes de Flandes, había una carta. Ansioso, su padre la leyó.
–¿Qué dice? –preguntó el chico en un hilo de voz.
–Los han secuestrado. Piden un rescate –contestó Gonzalo en un susurro.
–¿Cómo han podido secuestrar a Aylynt, precisamente? –Alonso no lo acababa de entender, ella era ágil, fuerte, capaz de luchar mejor que muchos hombres…
–Láudano –respondió su padre tras llevarse el papel a la nariz–. La han neutralizado con láudano.
Gonzalo estuvo inspeccionando los alrededores durante un par de minutos, pero no encontró nada. A unos diez metros, en el muro que rodeaba la casa había una pequeña puerta que daba a un camino. Por allí habían entrado y se los habían llevado, pues estaba todavía un poco entreabierta. Salieron el padre y el hijo a tratar de rastrear alguna huella, pero había montones de ellas en confusión y no pudieron determinar nada. Una vez dentro de nuevo, Alonso se quedó mirando a su padre.
–¿Qué vamos a hacer? –preguntó el muchacho desmayadamente.
–Encontrarlos, por supuesto –dijo Gonzalo con rabia, mientras daba una patada al moisés y otra al sillón–. Necesito hablar con la tía.
**********
–¿Por qué no me dijiste lo de Ludovico, tía? Ha tenido que ser él. ¡Cree que me voy a quedar con su herencia, y piensa cobrársela por adelantado! –gritó enfadado a Eleonora en el despacho donde se habían reunido.
La tía estaba muy alterada, no paraba de retorcerse las manos y decir: “yo no sabía…”
–Aylynt nunca quiso venir. ¿Por qué no le hice caso? –se lamentaba Gonzalo.
Luego, se quedó mirando fijamente a la señora y le dijo que le diera el dinero para pagar el rescate.
–¡Pero, Gonzalo, es una cantidad monstruosa!
–Pídesela a Cosimo, si es necesario.
–No, no es eso….Habrá que ir a buscarla a Florencia, a la Tavola Medici –confesó compungida.
–Mientras me preparo, escribe la orden de tu puño y letra en un papel. Pasaré a recoger el dinero con Giuseppe –dijo Gonzalo inapelable–. Y ve intentando enterarte qué criado fue el que les dio la llave a los secuestradores. Han tenido ayuda desde dentro, eso es seguro.
Luego se dirigió rápidamente a su dormitorio, abrió el baúl que habían traído de España, manipuló uno de los laterales por el interior, y sacó media docena de shuriken, otra media de kunai, dos puñales tipo misericordia y dos espadas cortas de las llamadas vizcaínas. Además de un embozo negro. Lo repartió todo escondiéndolo por sus ropas y botas, y después se ató el cinturón y se colgó la espada. Se puso la capa y salió como una exhalación.
**********
La cabeza de Aylynt daba vueltas sin parar, o al menos eso le parecía a ella. ¿Dónde estaba? Con un gran esfuerzo, abrió los ojos. Al principio no vio nada, la envolvía la oscuridad más absoluta. Luego intentó enfocar un pequeño punto de luz que había empezado a aparecer en su campo de visión. ¡Era un ventanuco a tres metros de altura!
Mami…mami…–la voz de Andrés la llamaba. Alguien le estiraba de la manga. Al fin se dio cuenta de que era verdad, su hijo estaba allí y la llamaba. Se incorporó y trató de ver al niño.
Hombes malos…pegá mami nene –decía la criatura mientras se echaba a los brazos de su madre y la abrazaba.
De súbito, lo recordó todo. ¡Les habían secuestrado, al niño y a ella!
–¡Tesoro! ¿Estás bien? –le preguntó mientras lo apretaba contra ella sollozando.
Bazo mal…–le contestó Andresito mientras se miraba apenado el brazo derecho con la cara llena de churretones de haber llorado.
Aylynt se lo tomó, lo expuso a la débil luz de la ventana y se lo observó atentamente; llevaba un oscuro hematoma en el antebrazo, pero por lo demás parecía que no había perdido movilidad y solo le dolía al tocar el sitio. Se lo debieron de hacer cuando lo arrancaron del caballito de madera para llevárselo. A ella le pusieron un trapo empapado en láudano en la nariz y en la boca desde su espalda, y prácticamente, ya no recordaba nada más. Se auscultó todo el cuerpo, pero solo se encontró moratones, como el niño. Podía moverlo todo y no le dolía nada en especial. Aunque eso podía ser por las mismas propiedades analgésicas de la droga.
Miró los rayos de sol que entraban por la ventana; lo hacían muy verticalmente, lo que indicaba que debían de estar en torno al mediodía.
Buscó en su antebrazo izquierdo, y allí, bien escondido entre las dos mangas, la de la camisa interior y la del vestido, encontró el pequeño cuchillo que siempre solía llevar. Se sintió mucho mejor enseguida. Hasta recobró gran parte de sus fuerzas. Ahora era cuestión de esperar pacientemente a que se diera la oportunidad…y estaba segura de que llegaría, porque a los hombres de aquella época no se les podía pasar por la imaginación que una mujer llevara un arma escondida y, aún menos, que supiera usarla tan bien como ella.
Dio una vuelta por el cuchitril, y no vio nada de interés; tenía una puerta de forja y madera y estaba totalmente vacío. Se colocó bien la capa, se sentó en el suelo con Andrés acurrucado entre sus brazos, y cerró la prenda por encima de los dos para protegerse del frío.
–Andrés, cariño, cuando vengan los hombres malos tú te esconderás en aquel rincón tan oscuro –se lo señaló–, y no hagas ni digas nada, ¿de acuerdo, tesoro?
–Sí. ¿Vendá papi buscanos? –preguntó la criatura compungida.
–Claro que sí, mi amor, claro que sí. Pero tú, veas lo que veas u oigas lo que oigas, no te muevas. Solo si te lo dice la mama –luego lo besó en la cabecita, y lo estrechó aún más contra ella.
Aylynt entró en el estado de alerta serena necesario para poder salir de aquella con vida. Porque por más que la invadieran las ganas de chillar al verse en esa tesitura y con el niño, eso no serviría de nada. Había que reservar las fuerzas, pues no se sabía cuando sería su próxima comida o bebida. Aunque sí se conmovió al ver lo bien que se estaba comportando Andrés, sin llorar, sin pedir nada, sin protestar.
**********
Gonzalo espoleaba al caballo camino de Florencia. A su lado cabalgaba Giuseppe. El hombre se sentía muy mal porque él era el encargado de la seguridad de la villa. No quería ni imaginar que les hubiera pasado algo irreversible a la señora Aylynt y al niño.
Llegaron en menos de media hora a la Tavola o Banco Medici de Florencia. El empleado se quedó espantado al leer la carta de doña Eleonora.
–Disculpen, pero tengo que ir a hablar con el director; ahora mismo no disponemos de semejante cantidad –dijo el hombre, tratando de aparentar una normalidad que, ciertamente, no sentía.
–Bueno, en realidad no necesitamos los veinte mil florines, con unos cinco mil bastará,… es que tía Eleonora es muy exagerada…–explicó Gonzalo al empleado sonriendo. Este hizo un gesto de evidente alivio.
–Bueno, esa ya es una cantidad más razonable…sí que disponemos de ella…aun así voy a hablar con el director –respondió el cajero.
Un par de minutos después, apareció el señor Fontani, gerente de la entidad, a interesarse por el asunto. Al ver a Giuseppe, se relajó un poco y trató de encarar el asunto poniendo buena cara.
–Así que quieren llevarse ahora mismo cinco mil florines. ¿Han traído un cofre para el traslado? –preguntó insidiosamente.
–No. Aunque hemos traído esta bolsa de cuero reforzado…–respondió Gonzalo, exasperado ya con tantas dilaciones.
–Bien, la probaremos, pero tengan en cuenta que serán unos…–hizo mentalmente la cuenta–,…diecisiete kilogramos de oro.
**********
Un cuarto de hora después, conseguían salir de la sucursal de la Banca Medici con los cinco mil florines de oro. Gonzalo los puso sobre el caballo y remprendieron la marcha.
–Señor Gonzalo, ¿cómo es que no lleva todo el rescate? ¿No piensa pagarlo? –preguntó Giuseppe.
–Verás, Giuseppe. Si de verdad es Ludovico, mucho me temo que no los va a soltar, le demos lo que le demos. Su maldad es superior a su inteligencia, por lo que me han contado.
–Entonces, ¿qué piensa hacer? –volvió a preguntar el hombre con extrañeza.
–Enterarme dónde los tienen retenidos y rescatarlos, claro está. Los cinco mil florines…son el señuelo.., nada más –repuso Gonzalo con total seguridad–. Aunque en casa no dije nada porque seguro que alguno de los criados está conchabado con los secuestradores. Tienen que seguir creyendo que vamos a darles los veinte mil.
El lugar de encuentro para el pago del rescate era la iglesia del Sancto Spirito. Antes, compraron tres sacos de cuero más y los llenaron de piedras, repartiendo por encima parte de los florines que les habían dado en el Banco. Y se dispusieron a hacer guardia hasta la hora de la entrega, las cinco de la tarde.
Pero nadie entró ni salió; era el centro del día y la gente estaba en sus casas comiendo. Cuando sonaron en la campana de la iglesia los tres cuartos de las cuatro, entraron y dejaron, debajo del altar de la capilla de San Stefano, –como ponía en la nota del rescate–, los cuatro sacos, bien ocultos entre los ropajes que vestía el ara. Luego salieron, doblaron la siguiente esquina y entraron en una tienda propiedad de unos amigos de Giuseppe y que tenía la fachada posterior frente a la iglesia. Gonzalo se vistió con un hábito de fraile, se caló el embozo y se dispusieron a otear disimuladamente por la ventana.
Ya hacía bastante rato que habían tocado las cinco cuando vieron acercarse a un par de hombres, que tras mirar cautelosamente a derecha e izquierda, entraron en la iglesia. Gonzalo y Giuseppe esperaron un momento más y salieron de la tienda. Mientras el italiano se quedaba en la puerta, de guardia, Gonzalo con la capucha calada y aspecto lento y piadoso, entró en el edificio.
Los dos maleantes estaban tan entusiasmados viendo los sacos supuestamente llenos de florines, –tan solo observaron un poco por encima de los cuatro bultos y se miraron con una sonrisa de maldad cuando divisaron el relumbre dorado–, que no se dieron cuenta de que Gonzalo estaba allí hasta que fue demasiado tarde.
Uno de ellos ni se enteró de que alguien desde atrás le atizaba un fuerte golpe en la cabeza, y cayó de bruces sobre las frías piedras del templo. Y el otro, cuando fue a reaccionar, también llegó tarde; ya Gonzalo le tenía puesta la espada en la garganta tras haberlo derribado al suelo.
–¿Dónde tenéis escondidos a la mujer y al niño? –preguntó Gonzalo con la voz grave y cavernosa de Águila Roja.
El delincuente se sonrió malvadamente y escupió en el suelo.
–No serviría de nada que te lo dijera, porque si no aparecemos antes de las seis con el dinero, los matarán.
–Yo de ti, hablaría…–le avisó el héroe.
La repugnante sonrisa del bandido se trocó en horror cuando vio que Gonzalo, de un tajo, le saltaba la oreja y ésta caía al suelo, mientras su cara se llenaba de sangre.
–¡Habla! ¡O te corto a pedazos, malnacido!
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Aledis
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aledis » Mar Oct 23, 2012 5:17 pm

Según iba leyendo no me creía que hubieran desaparecido, hasta que he visto que habían dormido a Aylynt (claro, de la única forma posible Imagen ).
Que angustia que esté encerrada con el pobre chiquitín; a la hora de intentar escapar se la pone todo mucho más difícil Imagen
Me ha dejado impresionada Gonzalo en la última escena Imagen

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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Daira7 » Mié Oct 24, 2012 12:31 am

Ostras lo que estoy aprendiendo con este relato Imagen Imagen
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Uy, uy, uuuuuuy......, el Amito cabreao, Ludovico ya puedes empezar a correr...., has despertado a la fieraaaaaaa!!!!! Imagen Imagen Imagen
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Mié Oct 24, 2012 3:05 pm

Me ha dejado impresionada Gonzalo en la última escena Imagen
Uy, uy, uuuuuuy......, el Amito cabreao, Ludovico ya puedes empezar a correr...., has despertado a la fieraaaaaaa!!!!!
Es lo que más nos gusta del amo Imagen , esa dualidad: sensible a veces; fiero e invencible cuando se cabrea, otras. Le han tocado lo que más quiere, su familia Imagen Imagen Imagen
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor lunanueva » Mié Oct 24, 2012 7:25 pm

SSSSSSSSSiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!!!!!!! Imagen Imagen Gonzalo cabreao!!!!!!!!!!!! Como me gusta este hombre cuando saca el lado oscuro Imagen

Largo?? Largo dices?? Imagen Imagen Pero si siempre me quedo con cara te tonta mirando el final!!! Imagen Imagen

Que se prepare el que tiene a la Señora de Montalvo e Hijo secuestraos porque... menuda fiera anda suelta por las Italias.

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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Dom Oct 28, 2012 12:28 pm

QMMT Imagen, Lunanueva, con lo de la fiera suelta por las Italias...
Capítulo 14
Aylynt abrazaba con fuerza a su pequeño. Intentaba estar serena, pero le estaba costando mucho más de lo habitual sabiendo que su hijo también estaba en peligro. Los rayos del sol entraban ahora más bajos, lo que quería decir que estaban ya en la tarde. ¿Cuándo aparecería alguno de los secuestradores? ¿Y si llegaba la noche y nadie se acordaba de ellos? Andrés era un niño, casi un bebé, y aunque ahora estaba dormido, pronto necesitaría agua y comida…
*********
Gonzalo le puso la bota sobre el pecho al “desorejado” y la punta de la espada en la oreja que le quedaba; se quedó mirándolo con asco y rencor.
–¡Está bien, está bien! ¡No sigas! ¡Te diré dónde están! –claudicó por fin el delincuente; pero un momentáneo destello en sus ojos junto con un ligerísimo ruido advirtieron al héroe de que el otro maleante intentaba algo por detrás. En un instante,Gonzalo giró el cuerpo y con esa pierna le sacudió una portentosa patada en el pecho al atacante que cayó al suelo otra vez inconsciente. Y antes de que el primero pudiera moverse, le volvió a poner el pie en la garganta.
–En uno de los almacenes del río, el primero al lado del puente de la Santa Croce –dijo por fin.
–¡Si es mentira, volveré a matarte, gusano! –susurró Gonzalo con ira.
Giuseppe apareció en aquel momento para indicar que por la punta de la calle venía un cura que, con toda probabilidad, iba a entrar allí. Amordazaron a los dos criminales y se ocultaron con ellos tras el altar. Al poco apareció el párroco que entró pausadamente renqueando y al final se metió en la sacristía y cerró la puerta.
Gonzalo y el italiano dejaron atados a los dos delincuentes, tapados por el altar y se fueron deprisa. Aunque antes, el héroe manipuló con sus dedos la carótida en el cuello del que había perdido la oreja, y lo dejó inconsciente también. Asombrado, Giuseppe no pudo menos que preguntarle cómo lo había hecho.
–¡Otro rato hablamos de eso! Ahora tienes que llevarme al puente de la Santa Croce –replicó Gonzalo con premura sacándose por la cabeza el traje de monje.
********
Como si sus pensamientos hubieran sido oídos, en ese momento alguien se puso a abrir la puerta. Sin hacer ruido, Aylynt se levantó en un instante con Andrés en brazos y lo colocó en el rincón más oscuro y alejado dándole un silencioso beso en la frente. El niño, que la miró asustado pero callado, se dejó hacer. Luego, ella se situó frente a la puerta, con la mano derecha sobre su muñeca izquierda, preparada para sacar el cuchillo a la mínima oportunidad.
El ruido de los goznes chirriando atronó el aire. Un hombre, relativamente bien vestido apareció y se la quedó mirando.
–Así que aquí tenemos a la españolita…–murmuró con voz cavernosa, mientras empezaba a caminar hacia ella.
Aylynt se quedó momentáneamente paralizada al comprobar con horror que aquella era la voz de Ludovico, lo que quería decir que no iba a permitir que salieran de allí con vida, después de haberle visto la cara. Pero Aylynt contaba con la ventaja inicial de que él no sabía que ella lo había reconocido.
De súbito, él se situó frente a ella y le puso las manos como dos zarpas en la cintura.
–¡Ven aquí, palomita! –decía obscenamente excitado intentando meter la cabeza en el hueco del cuello de Aylynt mientras subía una de las manos hasta sus pechos y apretaba su cuerpo contra el de ella.
Aylynt, por dentro, trataba de mantener la sangre fría para poder sacar el cuchillo, mientras por fuera gritaba como una posesa que es lo que se esperaba de ella en esas circunstancias. Pero de pronto empezó a ponerse nerviosa de verdad al oír que venían otros dos hombres, cuyas voces se oían cada vez más cerca a través de la puerta abierta. ¡No iba a poder con los tres y además proteger a Andrés! ¿Y si mientras atacaba a uno, los otros se ensañaban con el pequeño?
Finalmente no se lo pensó más, y decidió que había que ir a por todas. Sacó el cuchillo de su manga y se lo acercó al cuello a Ludovico para darle un buen tajo. Pero en ese instante, el tipo giró la cabeza y la muchacha acabó hiriéndole en la cara.
Sorprendido, él se llevó la mano a la mejilla, y al sentírsela llena de sangre se enfureció y bramó:
–¡Maldita perra! ¡Ahora sí que te voy a dar tu merecido!
Entonces se oyeron varios disparos. Ludovico, rabioso, salió al pasillo, donde se encontró a sus dos hombres que acababan de llegar y que estaban también en alerta al oír los tiros.
–¡Quedaos aquí con ellos! Voy a ver qué pasa ahí fuera. La zorra lleva una daga –les advirtió.
Aylynt le lanzó el cuchillo al primero que apareció por la puerta, dándole de lleno en el pecho y cayendo al suelo desplomado.
El otro, al ver a su compañero muerto en el suelo, intentó cerrar la puerta para dejar encerrados otra vez en la celda a los secuestrados, pero no llegó a hacerlo. Un certero shuriken se clavó en su nuca y cayó también muerto al suelo.
Cuando Gonzalo apareció por el hueco de la puerta, Aylynt no podía creerlo. Loca de alegría fue en busca de Andrés. El niño, con una sonrisa en su carita de ángel le dijo:
Venío papi a buscanos, mami.
–¡Sí, hijo mío, sí! –lo abrazó y empezó a besarlo sin parar.
Gonzalo respiró por fin cuando los vio sanos y salvos. En esas pocas horas había llegado a sentir que no podría soportar ver morir otra vez a Aylynt, ni tampoco a su hijo, y menos por su obcecación en hacer este viaje.
Fuera había dos hombres muertos más. Uno lo había matado Giuseppe a espada. El otro, que había disparado infructuosamente contra Gonzalo, lo mató éste lanzándole con furia dos kunais.
Aylynt se quedó perpleja mirando a los muertos.
–¡Falta Ludovico! ¿Dónde está? –de repente se asustó al pensar que estaban cantando victoria antes de tiempo.
Pero Ludovico hacía rato que se había escapado por una puerta que daba a otra calle; tras los disparos vio como caían los dos hombres de la puerta principal y huyó por los matorrales que rodeaban aquella zona de la orilla del río.
Con infinita precaución volvieron a registrar todo el almacén, pero no encontraron a nadie más.
Giuseppe se mostró muy dolido al saber que el instigador había sido Ludovico. Lo conocía desde que nació y muchas veces tuvo que dar la cara por él y ayudarlo. Hacía años que habían enfriado su relación porque el nuevo Ludovico, jugador empedernido y buscapleitos sin fin se apartó del viejo Giuseppe, como él lo llamaba, pues éste quería reconducirlo por el buen camino.
–Cuando se entere tu tía le va a dar algo –sentenció el hombre pesaroso.
–Giuseppe, Aylynt, nadie debe de enterarse de que sabemos que ha sido Ludovico. Así se sentirá seguro y cometerá algún error. Él cree que no lo conocemos, tan solo que le ha visto Aylynt, pero sin saber quién es –les pidió Gonzalo. Ellos asintieron.
–Bueno, tampoco se ha ido de vacío…–explicó Aylynt irónica–, le he dado un tajo en la cara que no lo va a hacer parecer más guapo, precisamente.
Los dos hombres se quedaron mirándola agradablemente sorprendidos. Gonzalo se rio y luego la abrazó.
–¡Esta es mi chica!
*********
Las autoridades se quedaron atónitas cuando les llevaron a donde estaban los dos bandidos atados en la iglesia del Sancto Spirito y, más tarde, a los almacenes del río, donde se hallaban los cuerpos de los otros cuatro malhechores. Nadie habló de un séptimo hombre, ni por supuesto los dos supervivientes delataron a Ludovico, ni aun cuando los guardias de la prisión del Bargello los torturaron a conciencia. Sabían que él les haría pagar a ellos y a sus familias si lo hacían.
Dado que los secuestrados pertenecían a los Medici, la noticia corrió rauda por toda Florencia y alrededores. Hasta Cosimo se interesó y mandó a su secretario personal a la villa de Fiesole para preguntar por la salud de los rescatados.
Por su parte, Ludovico, con la marca de la ignominia en el rostro, se encerró en su villa de Lucca, a setenta kilómetros de Florencia a la espera de que pasara el temporal, y pudiera llevar a cabo su venganza. Sus malhadados primos iban a lamentar haber salido de su casa en España.
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aledis » Mar Oct 30, 2012 8:01 pm

Pobre Ludovico, no sabía con quién se metía!! Imagen Imagen Imagen Imagen Estoy deseando que vuelvan a verse las caras, a ver qué pasa! Imagen .....

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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor lunanueva » Mié Oct 31, 2012 7:58 pm

Así se sentirá seguro y cometerá algún error. Él cree que no lo conocemos, tan solo que le ha visto Aylynt, pero sin saber quién es
Ludovico, Ludovico.... no sabes con quién te has metido (lease con voz de bruja malvada Imagen )
–Bueno, tampoco se ha ido de vacío…–explicó Aylynt irónica–, le he dado un tajo en la cara que no lo va a hacer parecer más guapo, precisamente.


Imagen Imagen Que grande!!

Aqui me quedo esperando la proxima Imagen Imagen
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Dom Nov 04, 2012 6:05 pm

¡Gracias chicas! Imagen
Otro trocico más...
Capítulo 15
Doña Eleonora quedó severamente afectada por el secuestro de Aylynt y el niño. Enfermó y hubo que llamar a un médico que le suministró hierbas sedantes. No podía con la congoja de pensar que hubieran muerto los dos por su culpa, por haberlos hecho ir a visitarle.
Algo parecido le pasaba a Gonzalo, aunque lo sabía sobrellevar mejor. Y, en su caso, además, él sabía quién era el culpable, y estaba seguro de que la partida no había terminado.
Extremaron las precauciones y se encerraron en la villa, ahora fuertemente custodiada por varios hombres más contratados por Giuseppe.
Aquella noche, todavía con el susto en el cuerpo y apenas de vuelta a la villa, tras comer algo ligero, porque el disgusto no les admitía más, Gonzalo, Aylynt y sus tres hijos se reunieron en la habitación de los padres.
–¡Ven aquí, pequeñajo! –le dijo Alonso a Andresito mientras lo cogía en brazos y lo estrujaba–. Con que te has ido de aventuras sin mí, ¿eh? –continuó haciéndole cosquillas al tiempo que el pequeño se reía con ganas.
Papa venío buscá mami nene –repetía el pequeño encantado sin parar.
Estuvieron un rato los cinco disfrutando de su mutua compañía, felices por haber escapado con bien una vez más.
Cuando los dos pequeños se durmieron por fin tras el agitado día, Gonzalo, Aylynt y Alonso pudieron intercambiar sus impresiones del asunto.
–Hay que prepararse, esto quizá no ha acabado. Ludovico puede volver a atacar –les dijo Gonzalo preocupado.
–¿Y qué hacemos, padre? –preguntó Alonso consternado.
–Estar alerta sin descansar ni un segundo. Él está en su casa, en su tierra; nosotros somos los extranjeros.
–¿Y si nos volviéramos ya para Madrid? –preguntó el chico.
–Yo le dije a Concepción que iríamos a su boda, este próximo fin de semana…pero si no se puede ir… pues no se va…–añadió Aylynt no muy convencida.
–No –repuso Gonzalo pensativo–, iremos a la boda. Así pondremos un poco de tierra por medio. A la vuelta, marcharemos a Madrid.
********
Cosimo, el tercero, extrajo el pesado libro del anaquel. Allí se apuntaban escrupulosamente, en gigantescos árboles genealógicos, todos los nacimientos y muertes de la familia Medici, incluidos los de los consortes. Pasó un par de hojas hacia atrás y se puso a leer las anotaciones referidas a su abuelo Cosimo, el segundo, y los hermanos de éste. Al poco, levantó la cabeza extrañado. ¡El primo Gonzalo o Carlos no aparecía por ninguna parte!
Volvió a ajustarse los anteojos y recomenzó la búsqueda, pero por más que lo intentó no encontró nada. La tía Beatrice, hermana de su abuelo, se casó con el duque de Montmorency y tuvieron a Robert. Después, el duque fue ajusticiado en enero de 1625 y ella murió en junio de 1630.
Algo no cuadraba, pero no acababa de entender el qué. Tras un rato de pensar en ello, por fin se acordó. Gonzalo había dicho que su madre murió cuando él tenía tres años. ¡Lo que quería decir que el duque no podía ser el padre! ¿Quién fue el padre del primo Gonzalo? ¿Por qué la tía Eleonora sabía de su existencia y, sin embargo, su nacimiento no aparecía consignado en el libro de la familia? Además, él le dijo que su madre había sido asesinada. ¿Qué misterio había oculto en toda esta trama?
********
El jueves por la mañana pusieron rumbo a Pisa. Aunque después de lo ocurrido pocas ganas tenía ninguno de ir de boda, finalmente decidieron acudir para distraer a los chicos y tratar de olvidar el secuestro. Por supuesto, iban acompañados por Giuseppe y sus hombres.
Llegaron el viernes por la tarde y fueron recibidos por doña Elisa, entusiasmada con la presencia de sus recientes amigos de los que se había enterado que ¡eran unos Medici! Incluso su futura familia política estaba expectante por conocer a estos nuevos invitados.
Aquella misma noche hubo una exquisita recepción en casa del novio, de la familia Rinaldi, comerciantes adinerados de Pisa con negocios en varias plazas del Mediterráneo, como Barcelona, Nápoles, o Mallorca, de donde procedía la familia de la novia, los Pons de Andrach.
Aylynt fue una de las sensaciones de la velada, vestida con un maravilloso conjunto de seda en tonos anaranjados y dorados, y “colgada” del brazo de un elegante y distinguido Gonzalo, al que le sentaba como un guante uno de los trajes realizados en el taller de maese Braccioli, de color gris marengo, combinado con la camisa y las medias blancas.
Ya estaban a punto de retirarse cuando Giuseppe apareció presuroso y alterado para anunciar a sus señores que Paolo había visto a Ludovico en una de las tabernas pisanas.
Gonzalo y Aylynt se miraron por unos instantes primero con sorpresa y luego con mutuo entendimiento. Ella asintió y él pidió su capa a uno de los criados y salió con Giuseppe. Estaba dispuesto a todo con tal de preservar la seguridad de su familia.
Mientras tanto, Aylynt se despidió de los novios y sus padres y fue a estar con sus hijos, que habían quedado al cuidado de Fiorella y dos hombres de absoluta confianza de Giuseppe, en la casa alquilada por los Pons para asistir a la boda de su hija Concepción.
Gonzalo y Giuseppe se acercaron con cuidado a La Estiria, posada-mancebía de renombre donde solían reunirse también los jugadores más empedernidos de la zona. Giovanni los esperaba a la entrada con malas noticias. Ludovico ya se había marchado con una de las muchachas del local. Y por la manera en que lo hizo, no pensaba volver.
Aun así, Gonzalo permaneció allí durante largo rato, medio oculto en una de las mesas de la esquina acompañado de Paolo. Pero Ludovico no volvió a aparecer.
*******
A la mañana siguiente, la familia Montalvo de la Vega, rodeada de fuertes medidas de seguridad, emprendió la visita turística a la ciudad de Pisa. No querían perderse la ocasión de verla.
–¡Vaya si estás aprendiendo y viendo mundo, hijo mío! –le dijo Gonzalo riendo a Alonso, poniéndole la mano en el hombro.
–Pero lo mejor de todo, padre, es comprobar que pertenezco a la familia que ha promovido muchas de las cosas que vemos. Aunque seamos bastardos –Alonso le miró con los ojos entornados.
Gonzalo prefirió no contestar, pues un cúmulo de sentimientos encontrados bullían en su interior tras esa idea de formar parte de los Medici. Aunque sí sabía las esperanzas que tenía el chico.
Una vez en la Piazza dei Miracoli, a Alonso le dio la risa cuando vio la torre inclinada, al lado del Duomo, del que era el campanario.
–¿Pero cómo se mantiene eso así? –se preguntó alucinado.
–¡Pues no creas que no han intentado arreglarla un montón de veces! Pero ahí sigue impertérrita y torcida –repuso su padre a la vez que le lanzaba la ya acostumbrada mirada retadora señalando hacia arriba con la cabeza.
Sin dejar de reír, Alonso echó a correr hacia el campanario mientras le gritaba a su padre:
–¡Venga, que solo son doscientos noventa y cuatro escalones! Me he informado yo antes de venir.
–¡Eh, esta vez subo yo también! –intervino Aylynt.
Unos minutos después, Andresito volvía a asistir extasiado a la visión de su padre, su hermano e incluso su madre, saludando desde lo alto. En brazos de Fiorella, que en esta ocasión se abstuvo de hacerse notar, el niño chillaba feliz “Aonso, mama, papa…”.
–¿Sabes, Alonso, que fue aquí donde Galileo empezó a hacer experimentos de física, de caída de “graves”? Demostró que en ausencia de aire, todas las cosas caen a la misma velocidad, ya sea un yunque o una pluma –comentó Aylynt.
–¡Hala, eso no puede ser! –negó Alonso, que miró a su padre buscando una explicación.
–Es verdad, Alonso –repuso aquél.
–¡Bah, me voy para abajo! –dijo el muchacho riendo y dejándolos solos.
Abrazándola por la espalda, Gonzalo puso su cabeza sobre el hombro de Aylynt. Estuvieron unos instantes en silencio saboreando su mutuo contacto.
–Esta noche voy a ir en busca de Ludovico –le susurró Gonzalo al oído.
Aylynt se giró, le sostuvo la mirada durante unos momentos y le dio un beso en la boca.
–Ten mucho cuidado, mi amor.
Gonzalo asintió levemente con la cabeza, la tomó de la mano y empezaron a bajar las escaleras.
********
Dentro de la catedral, gloriosa y majestuosa, dedicada a Santa Maria Assunta, revestida de mármol y pinturas al fresco, vieron el escudo de los Medici al levantar la vista a la cúpula. Estaba claro quiénes eran los amos allí, se dijo Alonso entre orgulloso y aprensivo a la vez.
El tallado púlpito los dejó con la boca abierta; jamás habían visto un labrado tan elaborado y exquisito. Tras visitar el gigantesco baptisterio enfilaron la Via de Santa Maria hasta llegar al Arno para pasear después por el Borgo Stretto, lleno de tiendas y comercios. Incluso visitaron el fabuloso jardín Botánico de la Universidad, el más antiguo del mundo.
Cuando regresaron a casa de los Pons, los pequeños se quedaron dormidos en el acto al tocar la cama. Gonzalo, Aylynt y Alonso cenaron con Concepción y sus padres y hermano en su última noche de soltera. La ilusión y el nerviosismo de la muchacha iban parejos al pensar que al día siguiente entraría a formar parte de los Rinaldi dejando atrás a su propia familia. Los huéspedes hicieron algunas bromas tratando de relajar a la joven. Después, todos se fueron a dormir.
Bueno, todos no. Uno de ellos, cargado de shuriken, kunai, espadas y cuchillos, vestido con ropas viejas y pesadas, con un sombrero que le tapaba todo el cabello y casi toda la cara y con un parche de tela de color indefinible ocultándole el ojo derecho, se envolvió en una raída capa y, al amparo de la noche, sin que ningún otro habitante de la casa se percatase, se esfumó por las calles pisanas.
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Aledis
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aledis » Mié Nov 07, 2012 10:47 pm

Cuánto lujo de detalles! Me encanta cómo vas hilando cada escena Imagen cómo sigues cada día de la semana, cada momento del día....¡vamos, que me veo allí mismo! Imagen
[justify]Bueno, todos no. Uno de ellos, cargado de[/justify][justify]shuriken[/justify][justify],[/justify][justify]kunai[/justify][justify], espadas y cuchillos, vestido con ropas viejas y pesadas, con un sombrero que le tapaba todo el cabello y casi toda la cara y con un parche de tela de color indefinible ocultándole el ojo derecho, se envolvió en una raída capa y, al amparo de la noche, sin que ningún otro habitante de la casa se percatase, se esfumó por las calles pisanas.[/justify]
Genial este fín del capi!! Imagen

Por cierto, ya te había dicho que me encanta Cosimo??? Imagen

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lunanueva
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor lunanueva » Jue Nov 08, 2012 3:44 pm

Ostras!!! Imagen Que me habia perdido un capi Imagen
Y sigues guiandonos en este caso por pisa. Lo de suir a toda torre que se encuentran me hace mucha gracia. Lastima que cuando yo fui justo no permitian el ascenso.
Y el Cosino este que va a hacer ahora? Espero que nada malo.
Al que espero que le hagan mucha pupa es al otro. Ludovico la has liao. cuando te pille el encapuchao este no vas a tener Italias pa correrImagen
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Aylynt
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Jue Nov 08, 2012 4:59 pm

¡Gracias Aledis y Lunanueva! Sois un gran estímulo para mí Imagen Imagen Imagen
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Daira7
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Daira7 » Dom Nov 11, 2012 11:52 am

Capítulo de infarto el del rescate de Aylynt y Andresito!!!!!

Ayyyyyy!!!!! Ludovico, Ludovico......, que no te enteras Imagen Imagen Imagen Imagen, ya has perdido el primer asalto y los vas a perder todoooooooos!!!!! Imagen Imagen

Estupendo el paseo por Pisa Imagen, a mí también me hace mucha gracia ese afán que tienen por subir escaleras, y ahora también se apunta Aylynt Imagen Imagen Imagen

Descubrirá Cosimo quien es el padre de Gonzalo?, en principio me cae bien este personaje, a ver si no se gira la tortilla cuando descubra la verdad Imagen
y “colgada” del brazo de un elegante y distinguido Gonzalo, al que le sentaba como un guante uno de los trajes realizados en el taller de maese Braccioli, de color gris marengo, combinado con la camisa y las medias blancas.
Al leer esto he tenido casi una visión celestial!!!!! ImagenImagen

Sigue Aylynt, sigueeeeeee!!!!!!! Imagen
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Dom Nov 11, 2012 2:09 pm

Capítulo de infarto el del rescate de Aylynt y Andresito!!!!!

Ayyyyyy!!!!! Ludovico, Ludovico......, que no te enteras Imagen Imagen Imagen Imagen, ya has perdido el primer asalto y los vas a perder todoooooooos!!!!! Imagen Imagen

Estupendo el paseo por Pisa Imagen, a mí también me hace mucha gracia ese afán que tienen por subir escaleras, y ahora también se apunta Aylynt Imagen Imagen Imagen

Descubrirá Cosimo quien es el padre de Gonzalo?, en principio me cae bien este personaje, a ver si no se gira la tortilla cuando descubra la verdad Imagen
y “colgada” del brazo de un elegante y distinguido Gonzalo, al que le sentaba como un guante uno de los trajes realizados en el taller de maese Braccioli, de color gris marengo, combinado con la camisa y las medias blancas.


Al leer esto he tenido casi una visión celestial!!!!! ImagenImagen

Sigue Aylynt, sigueeeeeee!!!!!!! Imagen

Muchas gracias, Daira, tus apreciaciones son muy importantes para mí Imagen Imagen

Otro capítulo con nuestro "ínclito" Ludovico, jejejeje

Capítulo 16
Ludovico se miraba la cara en el espejo a la luz de las velas. ¡Esa condenada zorra le había dado un buen tajo!, susurró rabioso a la vez que se pasaba la mano por la herida. Jamás en su vida una mujer se había atrevido a llegar tan lejos con él. Recordó con obscena complacencia a Selene, la cortesana de lujo romana que hace años llegó a Florencia pensando que podía imponer sus condiciones y le dio una bofetada, a él, a Ludovico Sforza, descendiente de los Sforza de Milán, antiguos duques del lugar. A las pocas horas su bello e insinuante cuerpo, ya cadáver, flotaba por el Arno, bajo el Ponte Vecchio, indecorosamente desnudo…
El primo español también había salido más duro de pelar de lo que podía pensarse a primera vista. Él y Giuseppe se las habían apañado para matar o deshacerse de los seis hombres que había contratado para el secuestro. Ciertamente, tuvo que reconocer que esto alteraba sus planes originales de hacerse con el dinero de la tía por otros cauces.
Años atrás, una vez dilapidada la herencia por parte de su padre tuvo que venir a tratar de camelarse a la tía Eleonora, la hermana de su madre. Y ahora, cuando parecía que ya nadie le podría arrebatar el señorío y las rentas de la rica comarca de Fiesole, surgía el español de la nada. Poco le importaba a él si era o no familia suya porque estaba dispuesto a todo con tal de apartarlo de su camino.
El problema es que había que hacerlo con sumo cuidado, porque aunque todo el mundo supondría que había sido él, igual que con el secuestro, sin embargo, lo importante eran las pruebas, y no podía permitirse el lujo de dejar ninguna. Tía Eleonora sería capaz de desheredarlo y dejárselo todo a los condenados curas.
Volvió a mirarse en el espejo los dos lados de la cara sucesivamente. La verdad es que, bien pensado, no le desagradaba la cicatriz que le iba a quedar; le daba un aire malvado muy acorde con su manera de ser. Incluso las chicas de la Estiria le habían comentado la noche anterior lo bien que le sentaba.
Luego, volvió al pensamiento que le atormentaba día y noche: la mujer de su primo. La deseaba de una manera como nunca había sentido antes. Cuando recordaba los breves instantes que la había tenido apretada contra él, la lujuria se le apoderaba de forma pavorosa. Se sentía inflamado y excitado de manera incontrolable…Ese cuerpo firme pero de curvas redondeadas…ese aroma suave y exquisito…esa piel de tacto sedoso…esos rizos rubios…
Sonrió libidinosamente…esa misma noche sería suya…y después los mataría a los dos.
Cuando su espía en casa de tía Eleonora le dijo a principios de semana que los muertos de hambre iban a ir a la boda del hijo de los Rinaldi en Pisa, bendijo su buena suerte. Pisa ya no era Florencia, y su propio aunque esquilmado señorío de Lucca estaba a pocas horas a caballo.
La noche anterior se puso de cebo y el estúpido de Paolo fue corriendo a dar la noticia. Aparentó marchar con una de las chicas cuando en realidad volvió a entrar por una de las puertas traseras y se dispuso a observar sin ver visto. Al poco rato reapareció Paolo con el español. Se sintió complacido al ver que esta vez las cosas salían como había planeado. Pero, por supuesto, no hizo acto de presencia. Había que dejar que el enemigo se pusiera nervioso, que se cociera en su propio jugo de preocupación. Y, además, estaba seguro de que volvería esta noche.
¡Moría tanta gente al cabo del año en pendencias de juego…! Luego pasaría a comprobar si había acudido…antes de ir a por la zorrita española…Se relamió los labios como un gato a la vista de un ratón.
************
Gonzalo entró en La Estiria con aplomo, y después de echar una breve ojeada se sentó en una de las pocas mesas que quedaban libres. Una solícita camarera apareció con una jarra de vino y un vaso, se lo llenó y lo dejó frente a él. El héroe compuso una especie de mueca de asentimiento y la muchacha se fue a servir a otros clientes.
A los pocos minutos ya sabía donde estaban las posibles salidas, cuántas chicas y clientes había, quién era el dueño, y, lo más importante, sabía detrás de qué cortina se ocultaba el cuchitril donde se hacían las apuestas. Por lo que le habían dicho, ese era el talón de Aquiles de Ludovico, y pensaba explotarlo. Creía que esa podía ser su baza ganadora para atraerlo a una lucha de la que pensaba salir victorioso en el callejón de atrás. Disfrazado, nadie lo relacionaría con el español Gonzalo.
Se levantó de la mesa, y renqueando, con el ojo en apariencia tapado pero con el que veía perfectamente a través de la mugrosa tela, se encaminó hacia allí. Antes de llegar, un hombre greñudo y de fiero aspecto le cortó el paso.
–¡Eh, tú! ¿A dónde crees que vas? –le escupió más que le habló.
Gonzalo se tomó su tiempo, sacó con cuidado una pequeña bolsa de entre los pliegues de la ropa, la abrió y se la enseñó al “portero”. Los ojos de éste hicieron chiribitas al ver los florines de oro que brillaban en su interior.
–Me han dicho que este es el mejor sitio de Pisa para apostar –susurró roncamente.
–Por supuesto, señor, pase, pase…le han informado bien –le invitó, esta vez con voz melosa, mientras hacía una pequeña reverencia y extendía el brazo hacia la puerta del garito.
Una vez dentro, anunció a los ya presentes, que el señor estaba capacitado para entrar en la timba, “muy capacitado”, recalcó.
Se quedaron mirando por unos momentos al recién llegado y luego prosiguieron con la partida que ya había en marcha. El portero acercó una silla e invitó a Gonzalo a sentarse al lado de la mesa.
Jugaban al popular veintiuno, rápido y eficaz para que el dinero pasara de unas manos a otras en pocos minutos. Gonzalo se entretuvo mirando aparentemente de forma despistada cómo jugaban los demás. Su entrenada vista detectó los sospechosos movimientos de los que hacían trampas o de los que servían de gancho para que los pardillos perdieran hasta la ropa que llevaban en el juego.
Cuando acabó la tanda de partidas en curso, los jugadores descansaron un poco, aprovecharon para ir a vaciar la vejiga y estirar las piernas. Después, todo volvió a comenzar e invitaron a Gonzalo. El encargado de la partida le hizo un gesto, y él sacó cinco florines de oro. El resto de participantes silbó ansiosamente al verlos. ¡Ahora empezaba a ponerse bien el asunto! La noche no había sido muy productiva y todos miraron de reojo a Gonzalo, pensando que él podía ser el que se la arreglara.
Contándole a él, eran seis jugadores. El coimero, barajó las cartas y repartió dos a cada uno, una al descubierto y otra boca abajo. Gonzalo las miró, un as y un ocho, diecinueve puntos, no estaba mal; si quisiera ganar se plantaría, pero le interesaba perder. Quería dejar bien establecido su papel de palomo, como lo llamaban los que se dedicaban a ello. Aunque cuando vio con el rabillo del ojo cómo el que tenía enfrente daba el cambiazo de una de sus cartas por otra que se sacó hábilmente de la manga, vio que el esfuerzo para perder no iba a tener que ser muy grande.
–Carta –susurró con la voz ronca de su personaje.
El coimero se la dio. Gonzalo le echó un vistazo y, a propósito, dejó escapar un pequeño chasquido. Era un cuatro, ya se había pasado. Los demás, lo miraron interrogadores, esperando que abandonara el juego, y con él, los cinco florines que como cinco soles brillaban en el centro de la mesa. Pero se hizo el despistado, aparentando que no sabía muy bien cómo iba la cosa. Finalmente, en la siguiente mano, el primero cantó las veintiuna, un as, dos cuatros y un dos. Con los ojos nublados por la emoción, recogió las ganancias del centro de la mesa, se quedó una parte, y volvió a apostar otra, mientras el coimero volvía a barajar y dar nuevas cartas.
Gonzalo, con cara de pocos amigos, volvió a sacar cinco florines y los apostó también. Por supuesto, volvió a perderlos; y así hasta cuatro veces más. Tras haber perdido los treinta florines, se levantó furioso, y de un manotazo tiró al suelo todo lo que había sobre la mesa.
–¡Calma, amigo! –el portero lo tomó del brazo y estirando de él, lo sacó de la timba hacia la sala general. Gonzalo se dejó llevar, aparentemente de mal humor. Dentro, los ganadores, se reían satisfechos y se repartían los beneficios.
Se sentó en un rincón y, al momento, aparecieron un par de chicas, dispuestas a comprobar si aún le quedaba algo en esa maravillosa bolsa. Se había corrido la noticia de que había perdido treinta florines, y todos y todas pensaban en cómo sacar tajada.
Media hora después, Gonzalo estaba ya harto de aguantar el acoso de las “bienintencionadas” muchachas y de tirar a escondidas el vino que continuamente le escanciaban.
Justo en aquel momento vio que, por fin, entraba su objetivo.
Ludovico fue directo al cuchitril y entró en medio del regocijo general de todos los que estaban ya dentro que lo reconocían como uno de los suyos. Un par de minutos después salió sonriente, y sin perder un segundo fue a sentarse junto a Gonzalo, sin percatarse de quién era, echando de paso a las mujeres. Nuestro héroe no tuvo que reprimir una pequeña exclamación de sorpresa al verlo actuar así y le dijo ásperamente:
–¿Quién es usted? No creo haberlo invitado a sentarse a mi mesa.
–Disculpe, amigo, me han dicho ahí dentro que le van las emociones fuertes –le contestó en tono conciliador. Desde que le habían contado a Ludovico que el nuevo había perdido treinta florines seguidos, de súbito, todo su mundo se había reducido a intentar engañarlo él también, y sacarle lo que le quedara en la bolsa…o donde fuera. Pensó brevemente en la zorrita y en el primo, pero hasta eso pasó a segundo plano ante la perspectiva de desplumar a un palomo nuevo. No podía evitarlo, el juego siempre había sido y sería su perdición.
Gonzalo sonrió mostrando unos dientes sucios y asquerosos, y le dijo, haciéndose el interesante:
–Pero esta vez a los dados. Diez florines.
Ludovico dudó un instante, pero finalmente se mostró de acuerdo. Fugazmente pasó por su mente la posibilidad de que tuviera delante a un consumado jugador de dados que había perdido a propósito a las cartas, en un intento de desplumarlo a él. Pero el ansia y la emoción del juego y de los diez florines pudieron más, y lo descartó sintiendo cómo la adrenalina fluía por su sangre al anticipar la ganancia.
Una de las muchachas trajo una caja con un montón de dados dentro. Gonzalo tomó dos de ellos sin pensar y los arrojó sobre la mesa sin mediar palabra.
–2 y 4, 6.
Ludovico los recogió y los lanzó también.
–1 y 4, 5. Sales tú –le dijo a Gonzalo.
Tras varias tiradas más, Ludovico iba ganando por tres manos a dos. Sentía cómo el vértigo le surcaba las venas. Llamó a la chica para que volviera a llenar los vasos con vino. Luego levantó el suyo y se dispuso a llevárselo a la boca. Pero en ese momento, en un destello de lucidez, se quedó mirando a su contrincante y, de repente, se dio cuenta de a quién tenía delante. ¡Era el primo español disfrazado! ¿Qué estaba pasando allí?
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Dom Nov 18, 2012 7:42 pm

Seguimos con el siguiente capítulo.
Capítulo 17
A duras penas pudo contener Ludovico la ofuscación que le empezaba a llenar la mente. Por de pronto, bajó la cabeza y se concentró en apariencia en los dados. Necesitaba unos minutos para pensar, para calibrar todas las implicaciones. ¿Cómo había sido tan tonto como para suponer que el otro acudiría tal cual a su trampa? ¡Y él creía que no le conocía! ¿Cómo se había enterado de quién era? ¡Ahora lo veía todo claro! Gonzalo había estado perdiendo a posta toda la noche para hacerlo caer a él en su trampa. Pero no pensaba dejarse llevar por el desconcierto; siempre había sido muy bueno volteando las cosas a su favor en el último momento.
Era ya la novena y última mano y estaban empatados a cuatro. Ludovico volvió a tirar y sacó un seis doble. La cosa pintaba bien, se dijo maquinalmente por la costumbre, mientras su cerebro, a marchas forzadas, trataba de pergeñar algo con lo que quitarse de en medio al estúpido primo sin levantar sospechas. Si por él fuera, le clavaría la daga en el costado ahora mismo y lo dejaría allí muerto sabiendo que sus compinches de La Estiria lo echarían tranquilamente al Arno sin preguntar. Pero había mucha gente, y al final todo se sabría. Su idea siempre había sido conseguir atraparlo a la salida de la taberna, llevarlo a un rincón oscuro en la noche y matarlo con la espada sin testigos. Pero ahora eso no podía ser, todos le habían visto jugar un buen rato con él. Maldijo su adicción. Siempre le nublaba el entendimiento y le obligaba a hacer cosas que no iban precisamente en su beneficio.
Por su parte, Gonzalo notó que la atmósfera se había enrarecido y al instante supo el por qué. Pero ni un pestañeo, ni un destello en sus ojos lo delató. Tiró. 4 y 5, 9.
–Has ganado –admitió de mala gana. Y sacando diez florines de la bolsa, se los dio a Ludovico. Éste puso cara de satisfacción y le dijo con alegría malsana:
–Vamos a brindar con cognac. Por supuesto invito yo –dijo todo fanfarrón levantando la mano para llamar a la camarera.
Al momento, la chica apareció con la botella y dos copas de cristal veneciano. Luego las llenó y dejando el resto sobre la mesa acabó sentándose en el regazo de Gonzalo, a requerimiento de Ludovico.
Gonzalo, incómodo por las “esmeradas” atenciones de la chica se puso a mirar el exquisito y perfecto labrado de su copa mientras con voz cavernosa le decía a su contrincante que quería la revancha. Ludovico, aparentemente exultante se la concedió sin dudar. Empezaron otra vez a tirar los dados mientras Gonzalo apenas podía ver lo que pasaba en la mesa con la buscona sentada en sus piernas. Finalmente se hartó y la mandó salir desabridamente. Enfurruñada porque no había conseguido sacar ningún florín de la bolsa que Gonzalo mantenía a buen recaudo, se levantó y se fue.
–¡Pero bebe, hombre! Te estás perdiendo el mejor cognac francés que sirven en toda Pisa. Se lo traen especialmente a Renzo, el dueño, para clientes especiales como nosotros –dijo Ludovico incitadoramente.
Maquinalmente, Gonzalo estiró el brazo para coger la copa y en ese momento se dio cuenta de que aquella copa tenía una pequeña melladura en la base. Aquello no podía ser. Cinco minutos antes estaba perfecta y él no la había tocado. Miró subrepticiamente hacia Ludovico y su vista se quedó colgada un instante del enorme anillo que llevaba en el anular de la mano izquierda. Unas pequeñas motas de polvo grisáceo rodeaban la gigantesca esmeralda central. Entonces lo comprendió todo. Ludovico estaba intentando envenenarle. Había echado el veneno en su propia copa y luego le había dado el cambiazo mientras la mujer lo distraía, ¡y de qué manera!
Con la copa en la mano, hizo ademán de llevársela a la boca pero en el último momento volvió a depositarla sobre la mesa. Ludovico no pudo reprimir un pequeño gesto de impaciencia.
–¿No has probado nunca el cognac? –siguió insistiendo el italiano.
–No, no es eso. Es que tengo hambre –y levantó el brazo para llamar a una de las chicas. Cuando ésta volvió con un par de platos llenos de viandas, Gonzalo sonrió socarronamente y añadió: –Finas mancebas tienen en esta posada. Esta no para de mirarte desde que has entrado. ¡Creo que quiere hacer negocios contigo! –dijo emitiendo una carcajada escandalosa y desagradable.
Sin pensarlo, Ludovico se quedó mirando a la mujer que no necesitó más indicación para colocarse ante él y empezar a sobarlo descaradamente. Gonzalo aprovechó el momentáneo despiste de su contrincante y volvió a cambiar las copas, derramando de paso un poco del contenido de la suya en el suelo.
Aturdido y excitado por las atenciones de la furcia, Ludovico cogió su copa y bebió un sorbo. En ese momento recordó lo del veneno de su adversario y oteó ligeramente por encima del hombro de la muchacha y comprobó complacido que a la copa de Gonzalo ya le faltaba la mitad de su contenido. De un rápido y portentoso trago se metió todo su cognac entre pecho y espalda. Al final, malévolamente contento observó que las dos copas estaban vacías. Jamás pensó que la cosa fuera a ser tan fácil.
Arrastrado por su ludopatía todavía estuvo un rato más jugando y le ganó a Gonzalo otros veinte florines. Luego, se levantó decidido en busca de la zorrita española. ¡Qué excitante sensación! Acababa de envenenar al marido y ahora iba a violar a la mujer. ¡Cómo iba a disfrutar al contárselo mientras la hacía suya antes de matarla también!
–¡Adiós, amigo! ¡Que acabes de pasar una buena velada! –se despidió Ludovico con un maligno brillo en la mirada.
Gonzalo hizo un torpe y basto saludo con la cabeza y murmuró algo ininteligible sin abrir apenas la boca. Solo cuando lo vio desaparecer por la puerta de la calle pudo por fin recostarse en la silla y respirar medianamente tranquilo. Desde que Ludovico se había bebido el cognac no paraba de escrutar cuándo le iba a hacer efecto. Luego pensó que si el otro no se iba y apuraba el juego era porque sabía que Gonzalo no se le iba a morir allí delante. De todas formas estaba preocupado. ¿Cuándo y de qué manera iba a morir Ludovico? ¿Le daría tiempo en plenos estertores de la muerte de acusarlo a él de su envenenamiento como estocada final? Decidió que lo mejor que podía hacer era marchar rápidamente a la casa de los Pons y esperar allí los acontecimientos.
Pero aunque nadie le había visto salir sí que había alguien que lo estaba viendo volver a entrar. Otra vez Ludovico. Ahora apostado en la tapia que daba al jardín, intentando entrar para atacar a Aylynt. Súbitamente, el italiano se dio cuenta de algo que en medio de su niebla mental no había considerado: no podía entrar a por la mujer si el marido, ya envenenado, estaba también allí. Eso lo señalaría claramente como culpable cuando muriera. Además estaba seguro de que dentro, Giuseppe y sus hombres estaban en guardia.
Un momento después, otra idea estrafalaria surgió en su ya espeso cerebro: esperaría a que la zorrita se quedara viuda, y luego, ¡incluso se podía casar con ella! No consideró la minucia de que ella le había visto cuando el secuestro y le había dado un tajo en la cara. Emocionado ante la excelsa imagen de Aylynt dándole el sí quiero en el altar, decidió ser prudente por una vez en su vida, fue en busca de su caballo y, aprovechando la luna casi llena se adentró al galope en el camino de Pisa a Lucca. Cuando el primo español muriera, él ya estaría en su villa y nadie podría relacionarlo.
**********
Gonzalo llamó a la puerta de la habitación de Giuseppe con la contraseña convenida: dos golpes suaves y tres rápidos. El italiano lo hizo pasar y cerró rápidamente. Su mirada inquisitiva se posó sobre el recién llegado. Aunque no le había parecido nada bien, había acabado aceptando las órdenes de Gonzalo y había dejado que fuera él solo, disfrazado, a enfrentarse con Ludovico en la posada.
–Ha intentado envenenarme –susurró Gonzalo.
–¿Y? –preguntó ansioso Giuseppe.
–Le he cambiado la copa en un descuido y yo no he bebido de ninguna de las dos.
Giuseppe bajó la cabeza apesadumbrado. No por esperada le resultaba menos dolorosa la noticia.
–¿Sabes cuándo y cómo le hará efecto? –preguntó Gonzalo preocupado.
–Seguramente tardará unas horas. Ahora ya solo se utilizan venenos así, para que el envenenador quede más alejado de la sospecha.
–El veneno de los Medici…–murmuró Gonzalo–, creía que era una leyenda negra…
Giuseppe se lo quedó mirando con cara irónica, como diciendo, ¡si yo te contara!...
–¿Y si se da cuenta y me inculpa antes de morir? –Gonzalo no paraba de darle vueltas a la misma inquietud.
–Esperemos que no…De todas formas, todos los de la casa podemos jurar que usted no ha salido de aquí. Y probablemente se lleve las culpas ese desconocido con el que bebió la última copa en la posada y al que nadie puede relacionar con usted.
**********
Cuando Aylynt se enteró, no pudo dormir ya en toda la noche. ¿Algún día terminarían estos sobresaltos? ¿Toda su vida iba a consistir en estar en guardia para que no la mataran a ella, a su marido o a sus hijos?
**********
Otro con insomnio aquella aciaga noche era Cosimo, el tercero. Desde que a principios de semana se había dado cuenta de que el nacimiento del primo Gonzalo encerraba un enigma, no había parado hasta descubrir el secreto. Aquella misma tarde había estado hablando con su abuela María Magdalena de Habsburgo, la viuda de Cosimo, el segundo, enclaustrada por propia decisión en unas pocas habitaciones del inmenso Palazzo Pitti y a quien se le pasaban los meses sin verla.
María Magdalena apenas conoció a su cuñada Beatrice, pues al poco de casarse con Cosimo, la otra se fue a Paris a casarse con el duque y ya nunca volvió Pero sí se enteró de algunos de los pormenores de su vida, como que su sobrino Felipe IV, hijo de su hermana Margarita, era el padre de Carlos-Gonzalo. Nunca se habló de ello en público, pero sí se comentó en el entorno estrictamente familiar. Con el tiempo se percató de que su propio hijo Ferdinando II, mal aconsejado por nobles celosos y desairados por Beatrice, y en connivencia con la prima María, esposa del rey de Francia por aquel entonces, y suegra de Felipe, había dado orden de que la mataran. Aunque no le pareció bien, pues dudaba de que ni Beatrice ni su bastardo hijo supusieran ningún peligro para nadie, tampoco dijo nada. Eran los entresijos del poder y, a veces se cometían fechorías como esa. Además, lo que había hecho su adorado hijo Ferdinando, bien estaba.
Cuando el beato Cosimo escuchó que su propio padre había mandado asesinar a su tía Beatrice, se quedó anonadado. El tamaño del pecado le resultó insufrible. Rápidamente, llamó a su capellán particular y le encargó una misa diaria más de por vida por la negra alma de su padre, asesino de su propia familia.
Recordó lo extraña que le había parecido la manera en que Gonzalo le afirmó con rotundidad que su madre había sido asesinada. Ahora entendía el por qué. Gonzalo sabía que Ferdinando era el responsable de la muerte de su madre.
Cosimo empezó a devanarse el cerebro pensando qué hacer con la información que acababa de conseguir, lo que le impedía conciliar el sueño. Por fin, al alba, lo supo.
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aledis » Dom Nov 18, 2012 10:44 pm

Madre mía, que intensa la partida de dados!! Y menudo juego con el intercambio de la copa envenenada!! ImagenEstupendo como describes el ambiente y las escenas en La Estiria Imagen
Morirá Ludovico??.....

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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor lunanueva » Lun Nov 19, 2012 11:43 am

Pedazo de partida de dados!!!!! Lo de Gonzalo de esa guisa tiene tela, tiene que estar horrible jejej pero mola!! porque le ha dado una buena leccion al primito. y ahora... ¿te cargas al Ludovico de los.. o va a seguir dando por ahi?
Con ganas del siguiente!!!
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Arya » Lun Nov 19, 2012 7:27 pm

Uff, Seño, qué pedazo historia. No había comentado desde hace bastante, pero ya sabes que no he dejado de leerte.
Para empezar ese "Hace un par, rubia" del amito, me ha dejado babeando. Imagen Imagen Imagen Me encanta el humor de este hombre. Cuando suelta esas cosas. Ainssssss.

Luego el momento en el que les muestran los cuadros. Una pasada. Parece que los estemos viendo por lo bien que lo describes.

Alonso y su beso con Fiorella. Se está haciendo mayor. Aunque sigue enamorado de Isabel.

Ludovico me ha caído mal desde el principio. A ver qué pasa al final con él.

El momento en el que las mujeres le tomaban las medidas a Gonzalo...jajaja, me he acordado de muchas cosas. Ainssssss, si es que no me extraña que se queden alucinadas con semejante hombre.

Andresito me encanta, es un cielo. Y ese..."yo también quiero un beso", a su padre.

El secuestro de Aylynt y de Andresito. Aylynt cuidando de los suyos, en este caso de su hijo. Haciendo todo lo posible por él.
Y cuando ha llegado Gonzalo, vestido de Águila Roja. Ainssssssss. Como sabía el niño que su padre les iba a sacar de ahí.

Luego Gonzalo jugando a las cartas con Ludovico, y bebiendo cognac. Menos mal que se ha dado cuenta de que le estaba intentando envenenar.

Ainssssss, Seño, me está encantado. Y me está gustando mucho por lo bien que describes las cosas. Porque se nota que te has documentado para escribirlo.
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Dom Nov 25, 2012 5:27 pm

¡Muchas gracias Aledis, Lunanueva y Arya por vuestros comentarios!

Capítulo 18
Concepción avanzaba del brazo de su orgulloso padre por el pasillo central del Duomo de Pisa. Una multitud de invitados, y también de curiosos, –no todos los días se casaba un Rinaldi–, se agolpaba en los bancos y en los laterales para verlos pasar. La muchacha, haciendo honor al dicho de que todas las chicas están hermosas el día de su boda, relucía de alegría serena, con un magnífico vestido blanco de porte principesco y con un velo transparente cubriéndole recatadamente la cabeza y los hombros.
Aferrada al brazo de Gonzalo, Aylynt la vio pasar con una emoción húmeda en sus ojos. Se giró hacia su marido, y éste le sonrió con cariño mientras le decía susurrando al oído:
–Me están entrando ganas de casarme otra vez con vos, señora de la Vega…de verla otra vez avanzando radiante hacia mí en el altar…Parecías una diosa…–cerró los ojos rememorando aquel instante de hacía ya casi cuatro años en la parroquia de San Felipe.
Aylynt se apretó aún más contra Gonzalo y notó un par de lágrimas de felicidad resbalando por sus mejillas. ¡Qué cerca
quedaban siempre en sus vidas la vida y la muerte, el dolor y la dicha…!
El convite de después fue pantagruélico, desmedido…pero así es cómo siempre han celebrado los ricos sus fiestas: más de cuarenta platos diferentes, el mejor vino, los mejores licores y dulces y todo tipo de novedades y diversiones, músicos, bailarinas, saltimbanquis…
Pero aun con toda esa diversión, Gonzalo no podía dejar de pensar en lo que habría pasado con Ludovico. A la luz del día, lo ocurrido la noche anterior en La Estiria, parecía sacado de una pésima obra de teatro escrita por algún dramaturgo de pacotilla.
****************
Por fin, al anochecer llegó la noticia. Ludovico Sforza había sido encontrado muerto por la mañana en su lecho cuando lo fue a despertar su mayordomo. Según el médico, había sido un ataque fulminante al corazón. El desdichado, ni tiempo tuvo de encomendarse a nuestro Señor, decían las buenas gentes que se iban pasando la noticia unos a otros cuchicheando. Aunque otros maldecían, igualmente en susurros, la buena suerte del finado, que murió en la cama sin sufrir, después de todo el mal que había hecho. Un rato después, nadie recordaba ya la muerte de semejante desgraciado.
–¿Has visto? Nadie se ha inmutado lo más mínimo por la muerte de Ludovico –le comentó Aylynt a Gonzalo–. Debe ser triste dejar tan mal recuerdo en los que quedan.
–No se merece nada más, cariño. Y tú lo sabes bien –replicó Gonzalo secamente.
**************
Tras un relajado lunes recuperándose de los excesos de la boda, y libres ya de la amenaza de Ludovico, los Montalvo de la Vega embarcaron en Pisa para navegar por el canal artificial hasta Livorno, y visitar también esa hermosa ciudad.
Cuando llegaron de vuelta otra vez a la villa de Fiesole, al jueves siguiente, encontraron a la tía Eleonora bastante recuperada. Las primeras horas tras enterarse de la muerte de su sobrino fueron muy dolorosas para ella. Al fin y al cabo, durante varios años lo crio como a un hijo a la par del suyo propio y llegó a quererlo, por supuesto.
Pero con el tiempo se dio cuenta de la maldad que anidaba en él y había llegado a sentirlo como una penosa carga. Además, aunque nadie se lo había dicho, su intuición le decía que tenía que ver con el secuestro de Aylynt y Andrés. Con una intensa pena y hasta vergüenza, tuvo que acabar admitiendo para sí misma que su muerte era lo mejor para todos. Presidió de manera rutinaria su funeral, en la Iglesia de San Lorenzo en Florencia, y luego lo enterró tratando de echar tierra no solo sobre su cuerpo, sino también sobre todos sus recuerdos con él.
Se le pasaron todos los males al ver llegar a su otro sobrino con su familia. En pocos días se había encariñado con ellos como si los conociera de toda la vida. Le encantaban los tres chicos, sobre todo Andresito, que con sus dos añitos era un deleite para las mujeres con marcado instinto maternal como la mayoría de las de aquella época. Admiraba la belleza por dentro y por fuera de Aylynt. Y, sobre todo, le encandilaba la honestidad, la fuerza y el poderío innato que emanaban de su recién hallado sobrino. Le recordaba a todos esos grandes personajes que refulgían en la historia familiar en sus mejores tiempos. Sin duda, Gonzalo de Montalvo era un Medici.
***********
La tía sonreía feliz mientras Alonso le explicaba eufórico lo de la torre inclinada de Pisa, los infinitos platos de la boda o cómo el timonel de la pequeña embarcación que hacía el trayecto entre Pisa y Livorno le dejó manejar el timón a ratos. ¡Hacía tanto que no sentía este calor de hogar, este cariño familiar!
–Supongo que querréis venir a la romería de San Raffaele, el viernes de la semana que viene –les dijo la tía toda ufana.
–¡Claro, tía! ¿Es a pie o a caballo? –preguntaba Alonso ya convencido, por supuesto.
–Bueno, cada uno va como quiere, solo hay poco más de una legua. Lo divertido es una vez que llegas allí –repuso entusiasmada Eleonora.
El chico abrió los ojos encandilado esperando impaciente la explicación.
–Después de la ofrenda de flores al santo, la misa y la procesión, las mujeres preparan unas enormes calderadas de risotto, mientras los chicos y los hombres participan en carreras de saco, tirasoga, tiro con arco, lucha con espadas, lanzamiento de piedras…
Gonzalo y su hijo se miraron sonrientes. ¡Se iban a enterar los italianos de quienes eran estos españolitos!
Ni qué decir tiene que Alonso se pasó toda la semana hasta el día señalado, entrenando con el arco y pensando en cómo ganar. Mientras tanto, Fiorella, con Carlitos en brazos, lo animaba sin parar y le explicaba todos los pormenores para que fuera lo más preparado posible. La chica seguía prendada de ese español rubio, alto y larguirucho que aún era Alonso, al que todavía le faltaba crecer a lo ancho.
Sin embargo, aquel mismo lunes, Gonzalo había recibido una sorprendente proposición. Cosimo, el tercero, había mandado recado con uno de sus lacayos para que Gonzalo volviera a ir a visitarle.
Curiosamente, el gran duque le recibió en los jardines de Boboli, situados detrás de su palacio y por los que solía caminar a menudo. Le pidió que pasearan juntos para hablar. Como luego pudo entender Gonzalo, lo hizo porque no quería que nadie, absolutamente nadie escuchara su conversación.
–Creo que el enlace de Rinaldi con la muchacha española fue un magno acontecimiento –comenzó Cosimo para romper el hielo.
–Sí. La novia estaba bellísima y el convite fue fastuoso. ¿Qué más se puede pedir en una boda? –repuso Gonzalo cautamente, ya que todavía se hallaba tremendamente sorprendido por esta audiencia. ¿Tendría que ver con la muerte de Ludovico? ¿Alguien le habría acusado? Lo cierto es que la intranquilidad lo estaba atenazando.
–Te preguntarás por qué te he mandado llamar, ¿verdad?
Gonzalo asintió con la cabeza, en silencio.
–Verás…Después de tu última visita quedé muy intrigado por tus explicaciones y realicé algunas averiguaciones por mi cuenta que me han llevado a la conclusión de que tú no eres hijo del duque de Montmorency.
A Gonzalo le dio un vuelco el corazón, ¡resultaba que el asunto no iba con Ludovico, era todavía peor, estaba relacionado con la muerte de su madre! Mantuvo la calma y con voz neutra y firme, contestó:
–¿Y…?
–Pues que ya sé quién es tu padre. Es el rey Felipe de España.
Gonzalo se quedó mirando a la lejanía con la mirada perdida durante unos momentos. Luego recuperó el aplomó y fue capaz de preguntarle con un cierto tono de suficiencia.
–¿Y qué piensas hacer?
–Quiero hacerte una proposición.
La mirada de asombro de Gonzalo fue genuina.
–¿Una proposición? ¿Sobre qué?
–No sé si la relación con tu familia paterna es estrecha o no, pero supongo que debes saber que la salud del rey no es muy boyante. Tampoco la de tu hermanastro y heredero Carlos. Es un niño enfermizo que será incapaz de gobernar.
Gonzalo no pestañeó, sino que se quedó mirando fijamente a Cosimo.
–Por otra parte, Juan José de Austria, el único hijo bastardo reconocido por tu padre, hijo de María Inés Calderón, ¡una vulgar actriz de teatro!, no cuenta con suficientes apoyos por mucho que el rey lo haya encumbrado en sucesivos y prestigiosos puestos.
Cosimo, hizo una ligera pausa y prosiguió.
Te ofrezco el apoyo del Gran Ducado de la Toscana junto con su ejército para presentar tu candidatura a suceder a tu padre como rey de España.
Decir que Gonzalo se quedó estupefacto es decir poco. ¿Estaba delirando aquel hombre?
–Dentro de que eres bastardo, el linaje de tu madre, una Medici, te hace mucho más indicado que Juan José, que, además, es dos años menor que tú. Y a la vista está de que gozas de una salud y una fuerza envidiables. Incluso tienes tres hijos varones sanos. Creo que la idea no es tan descabellada como te está pareciendo ahora mismo. Deberías tenerla en cuenta. Por supuesto, no solo te apoyaría yo, sino que también es seguro que encontraríamos otros grandes y relevantes aliados si nos pusiéramos a ello.
–¿No te has preguntado por qué mi padre ha reconocido y “encumbrado” a su hijo bastardo Juan José y, sin embargo, a mí me ha tenido hasta hace poco alejado de él e ignorante de su existencia? –le replicó Gonzalo irónico.
Llegados a este punto, Cosimo chasqueó la lengua, inspiró profundamente y continuó:
–La muerte de tu madre fue un desgraciado suceso que, desafortunadamente, ya no se puede remediar. Tenemos que mirar al futuro; no serviría de nada remover viejos asuntos que a nadie pueden beneficiar.
Gonzalo bajó la cabeza. De la misma rabia le entró una enorme tristeza. Una lágrima afloró en su mejilla izquierda. Treinta y cinco años atrás alguien había considerado que el “asunto” de su madre debía terminar con su vida. Ahora, el mismo asunto no tenía ninguna importancia; ahora se suponía que no había que “remover” nada. Volvió a elevar su mirada, y la posó sobre Cosimo, llena de furia.
–¡Ni aunque me dieras el trono de España cambiaría el hecho de que tu padre mató a mi madre! –le susurró con la voz ronca ahogada por la ira.
El gran duque cerró los ojos acongojado.
Gonzalo se giró y echó a andar hacia la salida de los jardines.
–¡Espera! –dijo todavía Cosimo. El otro se volvió otra vez hacia él durante un instante con la mirada dura como el acero–. Piénsatelo, por favor. Y dame tu respuesta dentro de dos semanas.
Gonzalo se fue sin decir ni adiós.
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aledis » Mar Nov 27, 2012 6:37 pm

Vaya, pues parece que Ludovico sí que murió....no estaba yo muy segura Imagen Imagen

Me he quedado igual que Gonzalo ante la proposición de Cosimo Imagen ,y veremos a ver cómo se queda la sra de la Vega!! Imagen No veo yo a Gonzalo aceptando por interés, aunque tal vez sí por otros motivos Imagen Además, al personaje de Cosimo le pega mucho estar metido en estas intrigas y conspiraciones palaciegas Imagen
A la espera de ver a “los dos españolitos” dejando el listón bien alto en la romería Imagen

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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Vie Nov 30, 2012 4:14 pm

Vaya, pues parece que Ludovico sí que murió....no estaba yo muy segura Imagen Imagen

Me he quedado igual que Gonzalo ante la proposición de Cosimo Imagen ,y veremos a ver cómo se queda la sra de la Vega!! Imagen No veo yo a Gonzalo aceptando por interés, aunque tal vez sí por otros motivos Imagen Además, al personaje de Cosimo le pega mucho estar metido en estas intrigas y conspiraciones palaciegas Imagen
A la espera de ver a “los dos españolitos” dejando el listón bien alto en la romería Imagen
Jajaja, ¿no estabas segura de que hubiera muerto Ludovico? Se envenenó el solito con el veneno de los Medici, tan famoso como el de los Borgia...
Y por supuesto que Gonzalo y Alonso han dejado el listón bien alto en la romería, jajaja (Glupsss, ¡vaya spoiler! es que yo tengo las noticias por adelantado Imagen Imagen , jajajaja)
Sobre lo otro, no voy a decir ná, que luego tó se sabe Imagen Imagen Imagen Imagen
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aledis » Vie Nov 30, 2012 9:12 pm

Jajaja, ¿no estabas segura de que hubiera muerto Ludovico? Se envenenó el solito con el veneno de los Medici, tan famoso como el de los Borgia...
Imagen Imagen Imagen Soy como Santo Tomás, hasta que no veo el cuerpo del delito no me creo nada Imagen Imagen Se fue tan ancho para su casa y podía haber tomado un antídoto al notar los primeros síntomas y quedarse escondido para hacer creer que había muerto....pero vamos, que me deja muy tranquila que le encontraran muerto Imagen (uy, que cruel suena ésto Imagen )

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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Dom Dic 02, 2012 5:31 pm

Yo también estoy más tranquila con Ludovico en el otro barrio, Aledis Imagen Imagen
Este capítulo ha salido mas pequeño, supongo que para contrarrestar el anterior que fue muy largo Imagen
(y la letra sale del tamaño que quiere Imagen )


Capítulo 19
Alonso tensó el arco, apoyó la mano con la cuerda en su boca, apuntó con precisión y rapidez, y soltó la flecha, que fue directa al centro de la diana.
Sus padres, sus hermanos y hasta la tía, se abalanzaron sobre él para felicitarlo. Con ese último disparo había vencido en el torneo de tiro con arco de San Raffaele. Desde un poco más atrás, embelesada, lo miraba Fiorella.
Todo el día había sido un ir y venir para toda la familia. Salieron temprano con el grueso de romeros caminantes y en poco más de una hora habían llegado a la ermita, situada en un entorno bucólico lleno de vegetación y con un pequeño riachuelo de dulces aguas cantarinas. Después de la misa todos entonaron el himno al santo, al que llevaron en procesión alrededor del pequeño templo, al tiempo que le pedían su protección para toda la comarca, sobre todo para que las cosechas fueran abundantes. Se instalaron varios tenderetes de venta de bebida y comida, y un grupo de mujeres empezaron a preparar el célebre rissoto de San Raffaele, del que incluso se decía que servía para curar cualquier enfermedad si antes se habían dado las siete preceptivas vueltas en la procesión.
Fue después de la comida cuando empezaron los actos lúdicos. Alonso se apuntó al torneo de tiro con arco, y su padre al de espada. Aunque antes al chico le dio tiempo a estirar de la soga y a correr con Fiorella en la carrera de sacos dobles. Aquí, digamos que el premio fue para la muchacha que tuvo el gusto de caerse en amable mezcolanza, por no decir otra cosa, junto con Alonso.
Como colofón llegaron los combates a espada, que nadie de los presentes se perdía y para los que se habilitaron incluso sillas para el público y un pequeño escenario. El método era simple, se inscribían hasta ocho participantes, que tras el primer combate por parejas quedaban en cuatro, que volvían a batirse de dos en dos, y por último los dos ganadores se enfrentaban en la final.
Por supuesto, nuestro héroe llegó al último duelo. Su contrincante era un joven de unos veinticinco años endiabladamente rápido con la espada. La lucha estuvo muy igualada durante bastante rato. Es más, el público, completamente entregado al espectáculo, callaba y contenía la respiración ante las numerosas fintas y pases casi mágicos que realizaban los dos oponentes.
Finalmente, aunque después de mucho trabajo, Gonzalo consiguió alzarse con la victoria. La gente, entusiasmada, coreaba su nombre y se comentaban unos a otros que hacía años que no se veía una final tan espectacular.
–Gonzalo, ¿dónde has aprendido a luchar tan bien? –le preguntó la tía curiosa.
–En muchos sitios. Aunque tengo que reconocer que hubo un fraile que me ayudó bastante en mi juventud.
–¿Que un fraile te enseñó a luchar? –replicó Eleonora asombrada.
–Sí, el que nos salvó a mi hermano y a mí cuando mataron a nuestra madre –añadió Gonzalo en un susurro apenas audible.
La tristeza se adueñó de la mirada de la tía que ya no preguntó nada más.
Por lo demás, había sido un día feliz para todos. Gonzalo los observó durante un rato, pensativo: Aylynt jugaba con los pequeños que se revolcaban felices sobre la hierba que llenaba la explanada ante la ermita; Alonso, rodeado de admiradores, les enseñaba sus trucos con el arco; y la tía, para la que parecía que había llegado el deshielo, charlaba con algunos de los campesinos de su señorío, encantados de que la señora hubiera vuelto a acudir a la romería después de tantos años.
–Me alegro de que Ludovico no consiguiera su propósito, señor –le dijo Giuseppe que llegaba en aquel momento al lado de Gonzalo. Éste lo miró agradecido por su lealtad y ayuda en los momentos más difíciles.
–Sin ti no hubiera sido posible, Giuseppe.
–Los amos nobles y valientes sacan lo mejor de sus servidores –repuso el hombre.
–¿Tú crees que se me daría bien mandar a mucha gente?
Giuseppe se extrañó por la pregunta pero rápidamente la contestó.
–Se manda mejor con el ejemplo que con la autoridad; y no cabe duda de que usted es el mejor en eso.
La vuelta fue, en palabras de Alonso, emocionante y divertidísima. Muchos de los lugareños prendieron antorchas, y así, en medio de las luces y las sombras nocturnas arribaron por fin a Fiesole, exhaustos pero contentos.
–¡Padre, hacía tanto que no me lo pasaba tan bien! –comentó el muchacho alborozado.
Gonzalo le revolvió cariñosamente el pelo con la mano y le contestó:
–Me alegro mucho, hijo, me alegro mucho. Además sabes que tú felicidad es la mía.
Una vez que se hubieron dormido los pequeños, Aylynt se sentó a descansar en el tresillo de su dormitorio. Gonzalo se puso a su lado.
–Gonzalo, te noto raro desde hace unos días. Precisamente desde que fuiste a hablar con Cosimo. ¿Qué te dijo? –se atrevió por fin a preguntar ella.
–No te enfades, cariño, pero necesito un poco más de tiempo para pensar. Créeme que en cuanto pueda hablar de ello, serás la primera en saberlo.
********
Los primeros días la rabia le hacía creer que tenía las cosas claras. Se ponía furioso cada vez que recordaba la propuesta de Cosimo y la desestimaba al instante. Pero…, poco a poco el virus de la duda fue ganando terreno y el jueves se levantó ya con la pregunta: ¿y por qué no?
No se trataba de quitarle el puesto a nadie, sino de tomar el trono que pronto estaría vacío. Y él era hijo del rey. Se lo repitió varias veces para creérselo de facto, pues en realidad nunca había llegado a hacerlo más que de forma mental. Su nobleza de corazón le había hecho conformarse con lo que tenía. Incluso se dio cuenta entonces de que, increíblemente, era hermanastro de la reina de Francia, María Teresa; primo hermano del mismo rey de Francia, Luis XIV, y primo también en primer grado del emperador Leopoldo I, archiduque de Austria, rey de Hungría y Bohemia, con el que pensaban casar a su hermanastra Margarita Teresa. La cabeza le daba vueltas al constatar todos estos parentescos que siempre se había negado a considerar desde que supo quién era su verdadero padre.
Luego pensó, ¿y si no se trataba de esconderse sino de plantar cara y reclamar lo que por derecho de sangre le pertenecía? Él era el hijo mayor vivo de un rey. Y aunque era bastardo, su madre era una Medici. Su propio padre le había dicho que él podría ser su heredero a falta de otros legítimos. Por eso mismo habían matado a su madre y habían intentado matarle a él.
Se sonrió al pensar en Alonso, que de esta manera ya no tendría ningún problema para casarse con su condesita.
Miró con dulzura a Aylynt que se había acostado y ya dormía plácidamente, rendida por el ajetreado día. ¡Qué guapa estaría de reina, Dios mío!
El rey Gonzalo y la reina Aylynt…
Con estos pensamientos se durmió.
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor lunanueva » Lun Dic 03, 2012 8:08 pm

Rey Gonzalo?? Imagen Imagen mmm que interesante, aunque estoy tan acostumbrada a verlo del pueblo llano que me choca. Peeeeero seguro que las conjuras para lograr el trono serian la leche Imagen

No te pude comentar el anterior, te leí en el movil y luego se me fue el santo al cielo. Ludovico al hoyo!! Bien!!! Un tocawebs menos Imagen

Me sigues enganchando a cada nueva entrega. Gracias por seguir!!!
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Lun Dic 03, 2012 10:12 pm

Rey Gonzalo?? Imagen Imagen mmm que interesante, aunque estoy tan acostumbrada a verlo del pueblo llano que me choca. Peeeeero seguro que las conjuras para lograr el trono serian la leche Imagen

No te pude comentar el anterior, te leí en el movil y luego se me fue el santo al cielo. Ludovico al hoyo!! Bien!!! Un tocawebs menos Imagen

Me sigues enganchando a cada nueva entrega. Gracias por seguir!!!
Muchas gracias por tus comentarios, Lunita Imagen
Por lo que veo, el Ludi no tiene muchas admiradoras por aquí Imagen Imagen
De lo demás no digo ná que luego tó se sabe Imagen Imagen
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aledis » Mié Dic 05, 2012 3:01 pm

Ohhhh, qué bonito el día festivo!! Imagen A ver si vuelven a montar alguna escena así en la serie, que me han entrado ganas de ver al padre y al hijo tal y como les has descrito, con ese ambiente alrededor Imagen
Bien, bien, me encanta que Gonzalo empiece a pensar en la propuesta de Cosimo!!! Imagen

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Aylynt
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE

Mensajepor Aylynt » Sab Dic 08, 2012 10:41 pm

Ohhhh, qué bonito el día festivo!! Imagen A ver si vuelven a montar alguna escena así en la serie, que me han entrado ganas de ver al padre y al hijo tal y como les has descrito, con ese ambiente alrededor Imagen
Bien, bien, me encanta que Gonzalo empiece a pensar en la propuesta de Cosimo!!! Imagen
Gracias mi amollll, Aledis, me encanta que me cuentes tus impresiones de la lectura del relato Imagen Imagen
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