
LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3 - Finalizado
- Aylynt
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Gracias Saga
. La verdad es que sí, esta vez me he hecho un cursillo acelerado de monumentos de la Toscana, jajajaja Pero tuve buena maestra contigo cuando hacías tu primera historia, jejeje Es cierto que le da más realismo, y hasta facilita la escritura al poner un marco más o menos verosímil.


- Arya
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Uoooooooo, Seño, me está gustando mucho. Pedazo historia. Ainssssss, ya están en Livorno. Me ha encantado como has ido describiendo las ciudades. Ese momento en el que Aylynt estaba sentada en el banco con los pequeños, mientras miraban hacia arriba para ver a Gonzalo y a Alonso, la conversación de Gonzalo y Alonso, mientras el pader le cuenta al hijo quienes son en verdad sus padres, el barco, la minipelea de Aylynt con los marineros para defender a las otras dos mujeres, se nota que es muy valiente, y esa llegada a Livorno, mientras le explican a Gonzalo y a Alonso quién ha construido uno de los mejores puertos del Mediterrraneo.
Al igual que Sagui, me encanta la historia porque se nota que te estás documentando, y eso hace que se viva la historia mucho más.
Sigue escribiendo y haciéndonos disfrutar.
Al igual que Sagui, me encanta la historia porque se nota que te estás documentando, y eso hace que se viva la historia mucho más.
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- Monimott
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Pues aquí estoy tras leerme lo que hay hasta ahora de las aventuras de Aylynt 3ª parte de un tirón, como una campeona con un chute de Cola-Cao en las venas
, me ha enganchado de una manera queeeee.... vamos, que no lo dejaba a pesar de que mañana el despertador me dará en la cocorota bien tempranito
Me han sorprendido (gratamente) muchas cosas: el tema de emparentar con los Médici ¡mola!
, a ver dónde nos lleva esto señora escritora. La trama de Diego me encanta (y esas "visualizaciones" tan grrrrrrrrrr!!!!
). El viaje a Italia ha sido ligero, los salvamentos del auto de fe es que los estaba viendo plano a plano y montados en vídeo (¡con efectos y todo!
) y ese momento romántico de la última entrega ha llegado en el momento justo (¡se hacía esperar!). Y además ya tenemos a Alonso ocupado con sus hermanos (lo de su ennoviamiento espero que dé para alguna cosilla más, que promete).
En efecto, por si no se nota, que me ha encantado lo que he leído...
Sigue, sigue... Aylynt










Me han sorprendido (gratamente) muchas cosas: el tema de emparentar con los Médici ¡mola!









En efecto, por si no se nota, que me ha encantado lo que he leído...
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- Aylynt
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Muchas gracias por vuestros mensajes, Ary y Moni.
Ary, como le decía a Saga, que también ha mencionado la documentación, me he hecho un curso acelerado en la Toscana monumentil, jajajaja Vamos que en casa estamos pensando en hacernos alguno de los cruceros Barcelona-Livorno
Moni, impactada me dejas con ese afan devorador de la historieta, jejeje. Me alegro mucho de que te haya gustado tanto


Ary, como le decía a Saga, que también ha mencionado la documentación, me he hecho un curso acelerado en la Toscana monumentil, jajajaja Vamos que en casa estamos pensando en hacernos alguno de los cruceros Barcelona-Livorno


Moni, impactada me dejas con ese afan devorador de la historieta, jejeje. Me alegro mucho de que te haya gustado tanto


- Aylynt
- Mesa camilla con Cata y Margarita
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Siguiente capi...
Antes de que alguna me lo pregunte quiero dejar constancia de que sí sé que en Italia hablan en italiano
Pero para que fuera más fácil escribirlo y leerlo me he tomado la licencia de que todos hablen en castellano, hasta los italianos
Antes de que alguna me lo pregunte quiero dejar constancia de que sí sé que en Italia hablan en italiano




Capítulo 8
En cuanto descendieron la rampa y pisaron tierra, los Montalvo de la Vega fueron de sorpresa en sorpresa. Un precioso carruaje con un tiro de cuatro caballos y dos cocheros en el pescante les esperaba. Además de varios criados portando las riendas de media docena de caballos más.
Giuseppe, Paolo y Giovanni se acercaron corriendo y riendo a saludar al comité de recepción, siendo a la vez, vitoreados con gritos de entusiasmo. Después, Giuseppe fue en busca de Gonzalo, Aylynt y los chicos, y los fue presentando. Todos los criados parloteaban alegres e incluso fueron pasando uno a uno haciendo pequeñas reverencias a los recién llegados.
–Giuseppe, ¿por qué hacen eso? –preguntó Gonzalo asombrado.
–Señor, sois un Medici, y aquí, eso son palabras mayores.
Luego, el jefe de la escolta se acercó a uno de los criados y le preguntó por doña Eleonora:
–Alessio, ¿cómo está la señora?
–Desde que llegó tu misiva confirmando que salíais de Madrid con uno de los sobrinos y su familia, la señora ha rejuvenecido diez años, no ha parado un momento, y lo que es peor, si se me permite decirlo –aquí se sonrió socarronamente–, no nos ha dejado parar un momento a nosotros. Hemos reabierto el ala oeste de la villa, entre muchas otras cosas.
Una vez hechas las presentaciones, Aylynt y los pequeños subieron al carruaje, junto con Fiorella, una jovencísima criada enviada para ayudarle con los niños.
Gonzalo, Alonso y los tres escoltas subieron a sendos caballos, haciendo lo mismo el resto de los lacayos, y por fin emprendieron la marcha.
Uno de los sirvientes partió al galope para llevar la noticia de la arribada al puerto de la expedición. Llegaría al atardecer a su destino haciendo uso de las postas, donde se cambiaban los caballos cada cuatro o cinco leguas. Y ellos, según les informó Giuseppe, llegarían en la tarde del siguiente día, después de recorrer las cerca de veinte leguas (cien km) que hay entre Livorno y Florencia. Aunque en realidad, ellos se dirigirían a la Villa de Fiesole, una de las innumerables mansiones de campo que tenía la familia por toda la Toscana, y que quedaba a legua y media de la capital.
Alonso, entusiasmado, cabalgaba junto a su padre, charlando sin parar, comentando todo lo que veía.
–¡Esto es precioso, padre!
Gonzalo lo miraba feliz, disfrutando de estos momentos tan agradables. La vida, a veces era tan dura, lo había sido tanto para ellos en tantas ocasiones que decidió que se lo merecían y pensaba recrearse todo lo que pudiera.
Aylynt observaba el suave paisaje ondulado salpicado de villas, olivos y viñas desfilar ante sus ojos a través de la ventanilla. La temperatura todavía era fresca, pero no tenía ya nada que ver con el frío helador de la meseta castellana que habían sufrido semanas atrás cuando salieron de Madrid. Carlitos dormía satisfecho sobre el asiento al lado de su madre, después de mamar. Y Andresito jugaba feliz con Fiorella como si la conociera de toda su corta vida. Una buena muchacha, pensó Aylynt, y con mano para los niños, por eso debía haberla enviado la tía.
¿Cómo sería Eleonora?, se preguntaba. Hasta el momento podían estar bien contentos con ella. Ni en sus mejores sueños hubieran podido pensar en hacer un viaje a Florencia, la cuna del Renacimiento. Y aunque, de momento, todo estaba saliendo a la perfección y no dudaba de las buenas intenciones de la tía, se preguntaba cómo les recibiría el resto de la familia.
Aquella noche pernoctaron todos en una bonita mansión que tenía la familia en Empoli, a orillas del Arno, cuyo valle estaban siguiendo durante todo el trayecto.
Por fin, a media tarde del día siguiente, el carruaje y los jinetes entraron en la Villa de Fiesole. Era una enorme mansión de dos plantas más una especie de tercer piso con un balcón corrido a todo alrededor, de piedra arenisca. En el centro de la fachada había esculpido un enorme escudo consistente en seis bolas rojas sobre campo amarillo, la insignia de los Medici. La casa estaba rodeada de preciosos jardines y campos de cultivo hasta donde abarcaba la vista.
Tía Eleonora estaba al pie de las escaleras esperándoles. No era muy alta, pero se le veía erguida y elegante, con el cabello blanco perfectamente peinado en un moño alto, con un vestido en tonos ocres de regia calidad y un semblante cariñoso y dulce.
Gonzalo desmontó ágilmente y se dirigió con rapidez hacia ella, que se echó a sus brazos mientras le saltaban las lágrimas.
–Carissimo Carlos…–tan solo atinó a decir mientras se apartaba un poco y le observaba atentamente el rostro.
Gonzalo también sintió que se le humedecían los ojos. Estaba lo más cerca que podría estar nunca de su verdadera madre.
–Tia Eleonora…
–¡Te pareces tanto a tu madre! Mi dulce Beatrice. Cuando murió, me prometí a mí misma que algún día conocería a sus hijos. Desgraciadamente, para Robert ya he llegado tarde, pero aquí estás tú con tu familia.
Soltó a Gonzalo y se acercó a Alonso, Aylynt y los niños, que estaban parados un poco por detrás de él. Acarició la cara del chico con una mano, y se sonrió al ver a los pequeñines, uno en brazos de su madre y el otro de la mano de su hermano mayor. Luego observó atentamente a Aylynt, con su melena de rizos rubios al aire.
–Bellisima…–descansó un instante y luego prosiguió–.Os doy la bienvenida a todos vosotros, que habéis tenido la bondad de hacer caso a esta vieja, y os habéis embarcado en un largo viaje para venir a verme.
También tuvo unas palabras de agradecimiento a su fiel Giuseppe, que había hecho realidad uno de sus más preciados sueños, conocer a los hijos de su hermana.
–Pasemos dentro. Ahora os enseñarán vuestras habitaciones para que podáis descansar antes de la cena. Seguiremos conversando entonces –e hizo un gesto con la mano, señalando el camino.
Los criados, que habían hecho corro alrededor de ellos, empezaron a moverse, entrando el baúl y llevando el carruaje y todos los caballos a las caballerizas. Fiorella y Regina los acompañaron hasta el ala oeste, la de los invitados.
La habitación le pareció de ensueño a Aylynt. Era grande, con una enorme cama con dosel, muebles de maderas nobles, cortinajes y tapices espléndidos, un espectacular hogar, una bañera, un ventanal con vistas magníficas a las ondulantes colinas toscanas…y los cuadros. Originales de Botticelli, Maiano, Leonardo…Se quedó anonadada. También había adosada una pequeña pero luminosa alcoba con dos enormes cunas de madera labrada con relieves de flores y angelitos, para los pequeñines.
A Alonso le dieron una habitación, no tan lujosa como la de ellos pero con una comodísima cama que probó nada más entrar tirándose de cabeza y saltando eufóricamente.
Cuando fueron llevados al comedor para la cena pudieron comprobar que lo que a ellos les parecían sus mejores galas traídas de Madrid, eran más bien vulgares ropas comparadas incluso con las de los lacayos que les servían. Pero trataron de no darle importancia, y empezaron a cenar. Desde luego, la señora, aunque lo notara, no dijo nada, por supuesto.
Empezó el desfile de platos, a cada cual más apetitoso: sopa de vegetales a la florentina, faisán con champiñones, risotto de espárragos, codornices a la pimienta, pasteles de manzana con almendras, confitura de sandía. Todo ello regado con el buen vino chianti.
–Me dijo Giuseppe en una de sus cartas que ahora no te llamas Carlos, sino Gonzalo.
–Así es, tía. La persona que nos rescató y nos ayudó después de la muerte de mi madre, creyó que lo más oportuno era cambiarnos el nombre –aclaró Gonzalo.
Eleonora se agitó ligeramente al recordar la muerte de su hermana. Luego empezó a hablar.
–Era una mujer maravillosa, dulce y fuerte a la vez. Aunque cuando se le metía algo en la cabeza, no cejaba hasta conseguirlo. Recuerdo como si fuera ayer cuando estuvo aquí el duque de Montmorency. Se enamoró locamente de él, y no paró hasta que padre la comprometió. Yo estuve en su boda, en París; era la mujer más dichosa del mundo. El problema fue que su flamante nuevo marido no pensaba lo mismo de su esposa. Mi hermana tardó mucho en permitir que se le cayera la venda de los ojos. ¿Cómo asumir que te has casado por voluntad propia con un mujeriego vividor que además resultó que conspiraba contra su rey? Después de la ejecución del duque, y la pérdida de todas sus posesiones, se trasladó a Madrid. En un primer momento parecía que todo iba bien, me escribía cartas en las que se le notaba feliz…decía que había vuelto a encontrar el amor…–la señora se quedó mirando a Gonzalo con cara de circunstancias–, en fin…, nunca tuvo suerte con los hombres.
Se instaló un incómodo silencio roto finalmente por Gonzalo:
–¿Cuándo podríamos ir a ver Florencia, tía? Estamos ansiosos por descubrir todo ese arte que hay por allí.
La tía le sonrió agradecida por salvar tan airosamente la situación.
–He pensado que mañana lo disfrutéis en la villa y pasado mañana, vayáis a ver Florencia. ¿Qué os parece?
–Muy bien –aceptó Gonzalo. Sin embargo, esperó a que fueran saliendo Aylynt y Alonso, y cuando ya estaban lo suficientemente lejos, le preguntó en voz baja a la señora:
–Tía, ¿es seguro que estemos aquí? Los que mataron a mi madre podrían querer hacernos daño a mí o a mi familia. No paro de pensar en esto.
–No, Gonzalo. Dios, en su infinita sabiduría, ya se los ha llevado a todos. Y espero que estén en el infierno. Por eso me he permitido llamaros. Tú sabes quién es tu padre, ¿verdad?
–Sí. El rey Felipe. Me enteré hace cuatro años. Hemos hablado en alguna ocasión. Me dijo que quería a mi madre –susurró Gonzalo con rabia.
–Pero no os supo defender, Gonzalo –repuso la mujer con tristeza enojada–. ¿Le has dicho que venías?
–No. Aunque quizá ya se lo hayan tenido que decir.
–Es igual, en realidad ya no importa. Que descanséis con bien después de tan largo viaje, querido.
–Igualmente, tía.
Cuando Gonzalo llegó a sus aposentos se encontró con que salía Fiorella. La muchacha le hizo una pequeña inclinación de cabeza y se marchó.
–Es una buena chica, esta Fiorella. Ha dicho que los niños apenas se han movido, tan solo Andresito ha pedido agua.
–Pues muy bien, doña Aylynt. Ahora creo que ya nos toca cuidarnos a nosotros, ¿no? – repuso Gonzalo con una sonrisa pícara mientras cerraba la puerta con llave.
–No sé…estoy teniendo problemas con este corpiño…¿podría usted ayudarme, señor? –Aylynt se aguantaba la risa, mientras ponía cara de pena.
Sintió un estremecimiento de placer al notar las hábiles manos de Gonzalo rozando su espalda…, luego su cintura…, el corpiño y las faldas cayeron al suelo…, después las enaguas…
Gonzalo la giró y la atrajo hacia sí. Sus bocas empezaron a juguetear con sus lenguas…Aylynt le desabrochó la camisa, metió las manos por sus costados… el lanzó un pequeño gemido y se mordió los labios al notar sus caricias…
–¿Probamos si es cómoda la cama? –le susurró ella, mientras le lanzaba el aliento en el cuello, le pasaba las manos por el pecho y sonreía con deleite al ver que al héroe se le erizaban los pezones, entre otras cosas…
De súbito, Gonzalo la cogió en brazos y se tiró con ella a la cama. Durante más de una hora no dejaron de oírse risas, gemidos y suspiros sofocados…
Tras un momento de descanso, Gonzalo le dijo con voz ronca al oído:
–¿Hace otro par más, rubia?
–Y los que hagan falta…, aguilucho… –ella se rio y se acomodó sobre él…

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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Perfecto el encuentro con su tía
No se me hace nada extraño imaginarme a Gonzalo y Aylynt por los pasillos de esa mansión....al que sí veo un poco "fuera de lugar" es a Alonso, precisamente por la reacción que ha tenido en cuanto ha visto su cama
pero bueno, él también es un Medici
[quote][justify]Tras un momento de descanso, Gonzalo le dijo con voz ronca al oído:[/justify][justify]–¿Hace otro par más, rubia?[/justify][justify]–Y los que hagan falta…, aguilucho… –ella se rio y se acomodó sobre él…[/justify][/quote]
ainnnnsssssss!!!!!!!.......




[quote][justify]Tras un momento de descanso, Gonzalo le dijo con voz ronca al oído:[/justify][justify]–¿Hace otro par más, rubia?[/justify][justify]–Y los que hagan falta…, aguilucho… –ella se rio y se acomodó sobre él…[/justify][/quote]
ainnnnsssssss!!!!!!!.......




- Monimott
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Cuando fueron llevados al comedor para la cena pudieron comprobar que lo que a ellos les parecían sus mejores galas traídas de Madrid, eran más bien vulgares ropas comparadas incluso con las de los lacayos que les servían. Pero trataron de no darle importancia, y empezaron a cenar. Desde luego, la señora, aunque lo notara, no dijo nada, por supuesto.
Pido escena de Gonzalo, en el sastre, haciéndose un ajuar de black velvets al estilo Médici-florentino (con toma de medidas para el calzón y lo que se tercie...)

Tras un momento de descanso, Gonzalo le dijo con voz ronca al oído:–¿Hace otro par más, rubia?–Y los que hagan falta…, aguilucho… –ella se rio y se acomodó sobre él…





- Aylynt
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Pues ya te digo yo, Aledis, que conozco y he conocido muchos quinceañeros y se que si vieran una cama con dosel y medio metro de colchón de mullida lana de los de aquella época lo primero que harían sería tirarse de cabeza
Observo que a las dos os ha gustado la escena final
Para Moni:



Observo que a las dos os ha gustado la escena final

Para Moni:
Spoiler:

- Monimott
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Observo que a las dos os ha gustado la escena final![]()
Para Moni:Spoiler:
¡Qué observadora es mi Aylynt!






Al spoiler... ¡ahí va!











Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Gracias por continuar la historia!!!
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- Daira7
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Bueno, pues aquí llego yo después de leerme los ocho capítulos del tirón!!!!!

A ver por donde empiezo......, pues voy a empezar por el principio
, y vaya principiooooo......
Todo el tema de la Inquisición y el rescate de Isaac y Ester, con toda la familia colaborando, me ha gustado mucho, menuda tensión.....
También me ha encantado como has descrito, con todo lujo de detalles, esa visita turística por Valencia, la bella Livorno, la Villa de Fiesole, la habitación de ensueño en la mansión de la tía Eleonora....
Mención especial a esa Aylynt valiente, con un par, que se enfrenta a los marineros y a los asaltantes.
Se nota que andaban faltos de........ cariño

No pares, sigue, sigue, no pares, sigue, sigue......, y esto no va por ellos
, va por ti, continua con la historia prontito que ya tengo ganas de conocer las aventuras y desventuras de la familia Montalvo De La Vega en Italia.
PD: Apoyo la moción de Moni de esa "medición sastril exhaustiva"
y hago una petición....,a la vuelta pueden pasarse por Barcelona????


A ver por donde empiezo......, pues voy a empezar por el principio



Es que lo he visualizado y me he puesto mala, malísima, y después cuando Saga le ha puesto rostro a Diego ya me ha entrado la taquicardia!!!!!Gonzalo, imponente y poderoso con su capa negra revoloteando y su chaleco granate, con la capucha y el embozo calados, traspasando cuanto le rodeaba también con su mirada. Diego, alto y delgado, vestido de negro desde las botas hasta el sombrero de ala ancha doblada a la izquierda y con una pluma negra.

Todo el tema de la Inquisición y el rescate de Isaac y Ester, con toda la familia colaborando, me ha gustado mucho, menuda tensión.....
También me ha encantado como has descrito, con todo lujo de detalles, esa visita turística por Valencia, la bella Livorno, la Villa de Fiesole, la habitación de ensueño en la mansión de la tía Eleonora....
Mención especial a esa Aylynt valiente, con un par, que se enfrenta a los marineros y a los asaltantes.
Una hora????......, otro par más???De súbito, Gonzalo la cogió en brazos y se tiró con ella a la cama. Durante más de una hora no dejaron de oírse risas, gemidos y suspiros sofocados…Tras un momento de descanso, Gonzalo le dijo con voz ronca al oído:–¿Hace otro par más, rubia?
–Y los que hagan falta…, aguilucho… –ella se rio y se acomodó sobre él…






No pares, sigue, sigue, no pares, sigue, sigue......, y esto no va por ellos

PD: Apoyo la moción de Moni de esa "medición sastril exhaustiva"


- Aylynt
- Mesa camilla con Cata y Margarita
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Una hora????......, otro par más???De súbito, Gonzalo la cogió en brazos y se tiró con ella a la cama. Durante más de una hora no dejaron de oírse risas, gemidos y suspiros sofocados…Tras un momento de descanso, Gonzalo le dijo con voz ronca al oído:–¿Hace otro par más, rubia?
–Y los que hagan falta…, aguilucho… –ella se rio y se acomodó sobre él…![]()
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Se nota que andaban faltos de........cariño
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Sip, más o menos, jajajaja
Me alegro de que te haya gustado tanto como para leerte ¡los ocho capis de vez!¡Qué atracón, jejeje
Gracias también a Lunanueva


- Daira7
- Hace "buenas migas" con Sátur
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Una hora????......, otro par más???De súbito, Gonzalo la cogió en brazos y se tiró con ella a la cama. Durante más de una hora no dejaron de oírse risas, gemidos y suspiros sofocados…Tras un momento de descanso, Gonzalo le dijo con voz ronca al oído:–¿Hace otro par más, rubia?
–Y los que hagan falta…, aguilucho… –ella se rio y se acomodó sobre él…![]()
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Se nota que andaban faltos de........cariño
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Sip, más o menos, jajajaja
Me alegro de que te haya gustado tanto como para leerte ¡los ocho capis de vez!¡Qué atracón, jejeje
Gracias también a Lunanueva
Atracón lo ha habido, pero empacho no



- Aylynt
- Mesa camilla con Cata y Margarita
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Capítulo 9
Pasaron toda la mañana visitando la inmensa villa, con sus gigantescas caballerizas, sus huertos, sus cultivos, y sobre todo, los cuadros. Aylynt seguía anonadada con ellos. Criada en el siglo XXI, donde las obras maestras había que verlas en museos, el hecho de estar en una casa con toda esa genialidad repartida por techos y paredes le parecía increíble.
Alonso pensaba en Murillo, ¡cuánto disfrutaría su amigo si pudiera ver esas maravillas!
Tanto el padre como el hijo empezaron a sentir la llamada de sus antepasados, que les miraban impertérritos y enigmáticos desde las paredes.
La señora los llevó a un gran salón repleto de los ubicuos retratos. Tomó a Alonso del brazo, y rodeados de Aylynt y Gonzalo les mostró quiénes habían sido los Medici.
–Este, Alonso, fue Lorenzo, el Magnífico, uno de nuestros más ilustres antepasados. Llevó a Florencia a lo más alto con sus enormes dotes para la diplomacia y la política, y su amor por las artes y las ciencias. Gracias a él, el llamado Renacimiento, alcanzó su esplendor. Fue el mecenas de Botticelli, Leonardo, Verrocchio, Michelangelo, Pico de la Mirandola, Marsilio Ficino,…y tantos otros –a Eleonora le brillaban los ojos.
Se quedaron mirando el retrato realizado por Girolamo Macchietti. Lorenzo no fue guapo, más bien todo lo contrario; pero tenía una energía especial que sobresalía de su figura y sobre todo de sus ojos.
–Entonces, Florencia era una república, y él consiguió ser llamado el señor de Florencia, por sus propias aptitudes. Murió en 1492. ¡Qué lastima que no llegara a saber del descubrimiento de América! Lo hubiera disfrutado tanto…
Siguieron viendo el “álbum de fotos” de la familia. Después de varios personajes más, llegaron a los Grandes Duques.
–Éste fue mi abuelo, Cosimo I. En 1569, el Papa Pío V le concedió la bula que lo nombraba Gran Duque de la Toscana, el primero que hubo. El siguiente fue mi tío, Francesco I; y a continuación mi padre, Ferdinando I. ¿Sabéis que fue cardenal y tuvo que colgar los hábitos cuando Francesco murió prematuramente?
Gonzalo y Alonso se miraron impresionados. No era fácil pasar en unas horas de ser un don nadie a tener tamaña ascendencia tras de sí.
La señora cogió fuerzas y se dirigió al siguiente cuadro.
–Este es mi hermano, Cosimo II, y este…, mi sobrino Ferdinando II –luego susurró en voz baja:– He tenido que esperar a que se fuera al infierno para poder llamaros.
A Alonso se le puso la piel de gallina. Comprendió de súbito lo que su padre le quiso decir con “rencillas familiares” y se horrorizó.
La tía se dio cuenta y trató de tranquilizarlo.
–¡Calma, pequeño! Ya nadie puede haceros nada –y le puso la mano en la mejilla, sonriendo dulcemente. El chico se relajó un poco y finalmente, todos se encaminaron hacia la salida de la sala.
Una vez en el pasillo, y cuando ya llegaban al inmenso y majestuoso zaguán, Alonso se paró de repente y se quedó mirando fascinado un cuadro con una mujer y un niño. Ambos lo miraban plácida pero a la vez misteriosamente.
–¿Y esta señora quién es? –no pudo evitar preguntar Alonso.
–Mi abuela, Leonor Álvarez de Toledo, la mujer de Cosimo. Te has quedado impresionado, ¿verdad? Dicen que era bellísima, y que Beatrice se parecía a ella. El niño era mi tío Giovanni. El cuadro lo pintó Bronzino. Ella fue una de las grandes damas de su tiempo; era hija del virrey de Nápoles, de origen español. A mí me llamaron Eleonora en su honor.
Como ya debían “salirles los cuadros por las orejas”, según palabras textuales de la tía, los llevó a ver su invernadero, el lugar de sus amores, donde pasaba las horas arreglando sus flores y plantas.
–Sé que no está bien visto que una dama se ensucie las manos con tierra, pero es que a mí nunca me han entusiasmado los tapices y los bordados, ¡qué queréis que os diga! –explicó riéndose.
***** La mañana acabó de pasar agradablemente, y después de la comida, mientras la señora se retiraba a sus aposentos a descansar, Gonzalo y Alonso salieron a montar a caballo. Aylynt se quedó también descansando junto a sus hijos pequeños. Carlos dormía plácidamente después de tomar su leche, y el pequeño Andrés se revolcaba, reía y hacía volteretas por la cama con su madre, mientras ésta le hacía cosquillas.
En un momento de respiro, el niño volvió con su pregunta favorita:
–¿One Camenita? –y se quedó mirando a su madre con esa sonrisilla traviesa tan parecida a la que a veces ponía su padre.
Aylynt lo cogió, lo besó con adoración y lo estrechó contra ella.
–¡Ay, mi niño, cuánto te quiero! Echas de menos a Carmencita, ¿verdad?
–Chí –dijo la criatura poniendo carita de pena.
Luego, Aylynt se quedó ensimismada pensando en todo lo que habían visto aquella mañana. Aunque ella sería feliz en cualquier sitio con Gonzalo y sus hijos, se preguntó si a él no se le ocurriría querer quedarse allí en Florencia.
–Mama guá, mama guá –repetía Andrés sin parar, estirando de su manga para recuperar su atención.
–¿Qué? ¡Ah, agua! –miró a su alrededor, comprobó que la jarra estaba vacía y le dijo al niño:– Vamos a la cocina a buscar una poca.
Cogió a Andrés en brazos, constató que Carlos estaba dormido en su profunda cuna, –era imposible que saliera de allí solo–, y salió del cuarto.
*****
Gonzalo y Alonso estaban sentados debajo de un árbol a orillas del Arno, descansando y dejando recuperar el resuello a los caballos tras la intensa galopada.
–¿Qué te parece todo esto que nos han contado, hijo?
–Es muy fuerte, padre. Me está costando digerirlo.
–A mí también.
Después de unos segundos, continuó Gonzalo.
–¿Tú crees que nos ofrecerán quedarnos?
Alonso lo miró alarmado.
–Yo no me quiero quedar aquí –dijo al instante.
–¿Por qué? –se extrañó su padre.
–¿No te ha contado nada Aylynt?
–¿Qué me tenía que contar? –replicó Gonzalo desconcertado.
El chico se alegró al corroborar que su madrastra era más de fiar de lo que a él le parecía.
–Verás, padre…yo tengo que volver a Madrid porque quiero casarme allí –replicó muy serio.
–¿Casarte? ¿Ya? ¡Pero si eres tan joven, solo tienes quince años!
–Bueno, no he dicho que tenga que ser ahora, pero en un futuro yo me quiero casar con una chica de allí –reveló Alonso.
–¿Y quién es la afortunada damisela? –le preguntó su padre sonriendo.
–Aylynt dice que tengo que olvidarme de ella, que no puede ser. Pero a lo mejor, todo esto de los Medici, quizá me pueda ayudar… –explicó el muchacho cabizbajo.
Gonzalo se removió un poco molesto.
–¿Se lo has contado a ella y a mí no?
–Ella es muy lista, padre, y además, mujer; lo adivinó –puntualizó Alonso.
–¿Pero me lo vas a decir o no? –protestó su padre.
–Es Isabel, la hija de la condesa de Valmayor –confesó finalmente el chico.
Su padre suspiró. Realmente le había pillado por sorpresa.
–No sé, Alonso. La verdad es que, fácil no lo tienes.
–Ya lo sé, padre. Pero, tú me ayudarás, ¿verdad?
Gonzalo se lo quedó mirando con cariño y le revolvió el pelo con la mano.
–Claro que sí, hijo, claro que sí –y se fundieron en un abrazo.
Cuando se separaron, Gonzalo no pudo evitar preguntar:
–¿Y ella también quiere casarse contigo?
–Claro –contestó Alonso con una beatífica sonrisa en su rostro.
*****
El recién llegado echó pie a tierra desde el fastuoso carruaje y dando grandes zancadas entró en la casa, mientras todos los criados que iba encontrando agachaban la cabeza ante él.
–Avisa a mi tía de que estoy aquí –dijo de mal humor al primero que encontró en el recibidor. Aunque no hizo falta, porque ya la señora aparecía por el pasillo, con los labios fruncidos y el gesto adusto.
–¿Qué quieres, Ludovico? ¿Te han vuelto a desplumar en la timba de Michelotto y necesitas dinero? –le preguntó la señora ásperamente.
Era un hombre de unos treinta o treinta y cinco años, nada agraciado y de semblante desabrido. Por un instante brilló una chispa de odio en sus ojos, pero rápidamente cambió su mirada.
–¡Qué cosas tienes, queridísima tía! –replicó él dando un par de carcajadas falsas y ampulosas.
–Entonces, ¿a qué has venido?
–Me he enterado de que ha llegado el primo pródigo español, con su inefable familia… y quisiera conocerlos. ¿Es cierto que parecen una cuadrilla de pordioseros? –preguntó alevosamente.
Eleonora tuvo que controlarse para no cruzarle la cara.
–Vete de aquí, ahora mismo –le ordenó ella enfurecida.
–¿Te molesta lo que te digo? ¡Pero si es lo que cuchichea todo el mundo a tus espaldas, tía! ¿Cómo te has dejado engañar y has metido a esos muertos de hambre en tu casa?
–Jamás vuelvas a hablar así de ellos. Márchate –la mirada gélida de la tía no admitía réplica; ni tampoco su brazo extendido con el índice señalando la puerta.
El hombre se fue. Pero se juró a sí mismo que este ultraje no quedaría así. Se iban a enterar la vieja y los muertos de hambre de quién era Ludovico Sforza.
*****
Aylynt bajó la cabeza consternada, apretó a Andrés contra su pecho y se fue deprisa hacia su dormitorio. Lo había oído todo casualmente cuando, de vuelta de la cocina, se había confundido y había ido a parar al pasillo que desembocaba en el vestíbulo de la casa.
Tía Eleonora se apercibió de lo ocurrido y fue detrás de ella. La alcanzó cuando ya había llegado a la habitación.
–Aylynt, por favor, no hagas caso de las tonterías que ha dicho Ludovico. Es una mala persona y ahora cree que puede peligrar su herencia. Por eso habló con tanta maldad.
La muchacha, levantó la cara y miró con tristeza a Eleonora.
–Sí, lo ha dicho por maldad, pero no deja de ser cierto. Somos unos muertos de hambre que no teníamos que haber salido de Madrid para venir a la Florencia de los Medici. Ha sido bonito mientras ha durado, Eleonora, pero creo que debemos marcharnos cuanto antes. Aquí no pintamos nada –dejó a Andrés en el suelo y ella se sentó en el espléndido tresillo forrado de tela adamascada dorada. Se quedó mirándolo–. Este mueble, por ejemplo, seguro que vale más que nuestra casa.
–Te lo suplico, Aylynt. Dame tiempo, espera unos días, no le digas nada a Gonzalo. Él tiene derecho a conocer su origen. No se lo impidas.
La señora prosiguió entusiasmada:
–Mañana iréis a Florencia y os compraréis ropa nueva para todos. Ya nadie os podrá decir esas barbaridades.
–Seguiremos siendo unos muertos de hambre, pero ahora bien vestidos. No solo son los trajes, Eleonora.
–Vosotros tenéis algo que los Medici de aquí perdieron hace mucho: dignidad, bondad y limpieza de corazón. En las pocas horas que he compartido con vosotros lo he podido ver claramente. Y no me arrepiento de haberos mandado buscar. Sois un bálsamo para mi gastado corazón, harto de ver las ruindades cometidas en el seno de esta “excelsa” familia.
–Pues esta mañana estabas bien orgullosa de ella –replicó la muchacha.
–Y lo estoy…de lo bueno que ha hecho esta familia, que ha sido mucho, por la gente, por el arte, por la ciencia. Pero todo eso es inseparable de lo otro.
Aylynt suspiró.
–Está bien, nos quedaremos unos días más.
La tía abrazó emocionada a Aylynt.

Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Tocho dices?? De tocho nada!!!
Gracias por la clase de historia con los cuadros. Muy interesante
Me encantan los pequeñajos
Y el Alonso charlando con el padre, pobre Gonzalo que no se entera nunca de nada
pues aún le quedan dos más, anda que como le salga un día una nena... aún la entenderá menos
Y el Ludovico este??
Más le vale que no arme mucho lio o le tendrán que parar los pies
Gracias por continuar la historia!!! Ya le tengo guardadita con el resto
Gracias por la clase de historia con los cuadros. Muy interesante

Me encantan los pequeñajos





Y el Ludovico este??



Gracias por continuar la historia!!! Ya le tengo guardadita con el resto


- Daira7
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Gracias por la clase de historia con los cuadros. Muy interesante![]()
Suscribo, muy interesante y didáctica la manera en que nos has dado a conocer a los antepasados de Gonzalo

El Ludovico quiere guerra, pues me temo que el pobre no sabe aún quien es ese primo suyo muerto de hambre....., veremos quien pone a quien en su sitio

Y nos vamos de compraaaaaaaaas!!!!!!!!!






Gracias Aylynt por este nuevo trocito


- Aylynt
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
¡Gracias, Lunanueva y Daira!
A mí también me da la impresión de que Ludovico no sabe con quién se está metiendo


A mí también me da la impresión de que Ludovico no sabe con quién se está metiendo




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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Me ha encantado la conversación padre-hijo
He imaginado la beatífica sonrisa (me encanta el adjetivo
) de Alonso al acabar de hablar, convencido de que todo le saldrá bien. Además Guille está ahora en esa edad, así que no es difícil "verle" en tu relato
Vaya con Ludovico!! Desde luego que ha llegado pisando fuerte
En pocas líneas que le has dedicado, ya me parece repulsivo....
Bueno, pues esperando el tuneo de Gonzalo, como dice Daira




Vaya con Ludovico!! Desde luego que ha llegado pisando fuerte

Bueno, pues esperando el tuneo de Gonzalo, como dice Daira



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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Seño, a ver si luego en un ratito me pongo al día con tu estupendo relato...te está quedando de lujo...y tapas negras que lo sepas..




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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Bueno, bueno y buenoooooooo!!! Pues tu relato es una pasada histórica, Seño...Me encantan las descripciones y ese paseo por "el albúm familiar" me ha fascinado...me ha gustado como lo has descrito...claro en esa época no existían las fotografías...pero vamos esos cuadros pintados por los grandes maestros de la pintura italiana son un auténtico lujazo...Sigue deleitándonos, por favor...¡¡BRAVO, BRAVISIMOOOOOO!!












- Aylynt
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Muchas gracias a todas por vuestras palabras
Me animan mucho a seguir escribiendo.
Hoy me vais a permitir que dedique este capítulo 10 a Moni
, con todo mi cariño y admiración por sus videos concentrados que tanto nos gustan (Y a ver si se anima a hacernos alguno
nuevo, jejeje)

Hoy me vais a permitir que dedique este capítulo 10 a Moni


Capítulo 10
El carruaje se detuvo delante del Duomo de Santa Maria del Fiore, la catedral de Florencia. Cuando echaron pie a tierra y vista al cielo, los visitantes se quedaron realmente impresionados. Era lo más grande que habían visto en su vida Gonzalo y Alonso.
Al entrar dentro se sintieron sobrecogidos. Todo, absolutamente todo, estaba cubierto de mármol de muchos colores. El del suelo formaba laberintos de formas y texturas; el de las paredes era blanco, verde y rosa. Avanzaron hasta quedar debajo de la portentosa cúpula de cien metros de altura. Alonso, con la boca abierta, casi se olvidó de respirar.
Finalmente, se apartaron y caminaron hacia una de las naves laterales. Gonzalo se fijó en una pequeña puerta de madera en uno de los rincones.
–Alonso, esa debe ser la escalera para subir a la cima de la cúpula que ha comentado Giuseppe en el carruaje –le dijo en voz baja al oído–. ¿Qué? ¿Te atreves? –le guiñó un ojo, tentándolo.
–Claro, padre, “solo” son 463 escalones –le replicó con retintín.
–¡Bah! O sea, que no te atreves –le picó su padre.
Alonso, apretó los labios, lo miró taimadamente con un brillo en los ojos, y sin avisar, echó a correr hacia la puerta. Gonzalo fue detrás, como era de esperar. Lo extraño es que Fiorella, que también venía con ellos, dejó a Carlitos en brazos de su madre y marchó rauda a subir las escaleras.
Aylynt, Giuseppe y Loretta se miraron estupefactos y sin saber qué decir. Pero ninguno de los dos últimos se ofreció a ir detrás. Sus huesos ya no estaban para esos trotes. El hombre rondaba los cincuenta y la señora Loretta, los cuarenta. La había mandado ir con ellos la señora, para ayudarles sobre todo con las compras de ropa. Por lo que ellos tres y los dos pequeños se sentaron en uno de los bancos de la capilla más cercana a esperar. Loretta aprovechó el rato para rezar el rosario con uno que se sacó del bolsillo de su capa.
Los escaladores llegaron en diversas condiciones a lo alto de la cúpula. El primero fue Gonzalo, que adelantó al muchacho hacia la mitad de la subida, cuando a éste le había dado una leve flojera, de la que se recuperó con rabia al ver que le pasaba su padre. Al poco, llegó el chico. Ambos se quedaron mirando la gloriosa perspectiva que se contemplaba de Florencia desde allí. La ciudad del “lis rojo”, por su escudo. Era fabulosa, con los campanarios de las iglesias, los palacios, los puentes de piedra sobre el serpenteante Arno…
Un poquito después arribó Fiorella. El padre y el hijo la miraron sorprendidos y la felicitaron. La chiquilla hizo un gesto de vergonzosa timidez y se puso colorada. Una vez que hubo recuperado el ritmo de la respiración, les fue señalando y nombrando los principales edificios.
–Alonso, yo me bajo, que Aylynt ya estará cansada de esperar –le dijo Gonzalo a su hijo, e inició la bajada.
–Sí, padre –contestó el chico distraídamente, mientras seguía admirando las hermosas vistas. Al cabo de un rato, recordó que allí estaba Fiorella también, y se giró para buscarla. La encontró mirándole con los ojos brillantes y una hermosa sonrisa de oreja a oreja. Por mimetismo, él se sonrió también y no pudo menos que preguntarle:
–¿Qué pasa, Fiorella?
De repente, la chica se le acercó, le dio un rápido y ligero beso en los labios y echó a correr escaleras abajo.
Alucinado, Alonso se llevó los dedos a los labios. Cuando por fin tomó conciencia de lo que había pasado, la llamó a gritos y se lanzó en su persecución. Había descendido unos cincuenta escalones cuando se dio de bruces con ella, que lo estaba esperando.
–¡Fiorella! ¿Por qué has hecho eso? –le preguntó enfadado.
–¡Porque eres muy guapo! –y lo miró con una pícara sonrisa, esperando su reacción.
Alonso se quedó mudo de la impresión. Ella, desilusionada al ver la falta de respuesta de él, se fue corriendo por las escaleras.
Cuando llegaron abajo tan solo pudieron oír las quejas de los mayores, hartos de esperar. Rápidamente, sin entretenerse más, salieron todos a la calle.
Enfilaron la Via dei Calzaiuoli y llegaron a la Piazza de la Signoria, con el Palazzo Vecchio, sede del ayuntamiento de la ciudad. Los españoles se quedaron impactados al ver los cinco metros de altura del David de Michelangelo.
Justo enfrente, estaba la tienda a la que se dirigían, el taller de maese Braccioli, el mejor sastre de la ciudad, que suministraba a la casa gran ducal y a los Medici en general.
Al ver que venían acompañados por la señora Loretta, el mismo dueño les hizo los honores y salió a atenderles. En cuanto se enteró del gran calibre del pedido, dio unas palmadas, y un ejército de media docena de costureras salieron a tomarles las medidas a Gonzalo, Aylynt, Alonso, e, incluso a Andrés y Carlos.
Las afortunadas que midieron a Gonzalo volvieron emocionadas, excitadas y traspuestas a la trastienda.
–Mamma mia! ¡Cómo está ese hombre! ¿Pero, lo has visto, Donatella?
–¿Qué si lo he visto? ¡Lo he tocado! Duro como una roca. ¡Se le marcaban todos los músculos a través de la tela de la camisa!
–¡Y qué medidas más perfectas y proporcionadas! ¡Creo que es lo mejor que ha pasado por esta tienda! ¡Qué talle! ¡Qué donaire! ¡Bien podía llamarse David!
Los suspiros llenaron el taller de las costureras; algunas se sentaron para abanicarse, ¡y eso que estaban en marzo!
–¿Y la voz? ¿Le habéis oído hablar? –dijo otra cerrando los ojos y mordiéndose los labios.
–¡Te acaricia el alma…y otras cosas! –dijo Donatella con una mirada y una sonrisa pícaras en su rostro.
Tuvo que ir el maestro Braccioli a calmar el revolucionado gallinero, porque las exclamaciones estaban empezando a llegar a la tienda.
Para cada uno encargaron varias prendas de diario pero lujosas, y dos trajes para celebraciones. Aunque el grueso del pedido tardaría tres o cuatro días, consiguieron la promesa del señor Braccioli de que por la tarde, antes de volver a Fiesole, podrían llevarse ya una par de conjuntos de los que ya tenían semiconfeccionados y tan solo bastaba hacer los últimos arreglos de acuerdo con las medidas.
Nada más tomárselas a Gonzalo y al chico, ambos desaparecieron junto con Giuseppe. Ni siquiera eligieron los tejidos, tarea que recayó en Loretta, entusiasmada con el encargo, pues doña Eleonora le había dado carta blanca y le había dicho que no reparara en gastos.
En cuanto a Aylynt, empezó a marearse después de que le hubieran enseñado al menos cuarenta piezas diferentes de tela, y decidió delegar en la señora, que parecía que sabía lo que se hacía. Ahora entendía a las famosas del siglo XXI con sus personal shoppers. Se echó a reír al recordarlo.
Para aprovechar el rato, Giuseppe les llevó a ver la Galleria degli Uffizi, las oficinas administrativas de Florencia, magníficamente adornadas con los consabidos cuadros.
Por fin, una hora después, reapareció Loretta, toda ufana, sintiéndose realizada tras tamaño encargo. Hoy se había gastado lo mismo que en los últimos dos años para la señora sola.
Continuaron hacia el Ponte Vecchio, donde tenían sus tiendas los mejores joyeros de la ciudad. La señora había encargado expresamente que le compraran a Aylynt un juego de colgante, pulsera y pendientes de acuerdo a su categoría de esposa de un Medici.
Entraron en la tienda de maese Pozzi, una de las de más solera.
Estaba Aylynt probándose unos soberbios pendientes de perlas y diamantes cuando notó que alguien le tocaba suavemente el hombro.
–¡Aylynt, querida! ¡Qué alegría volver a verte! ¡Y a tus preciosos niños también! –la que tan cariñosamente le hablaba era doña Elisa, que iba acompañada por su hija Concepción y por otra señora de alto rango.
–¡Elisa, Concepción! Yo también estoy muy contenta de encontraros –no hay nada que haga trabar más amistad entre tres mujeres que verse solas en un barco de treinta metros, con setenta hombres a bordo durante seis interminables días, pensó Aylynt.
–Esta es doña Rosalinda, mi futura suegra –dijo Concepción dirigiéndose a Aylynt. Luego, se giró hacia la señora y le presentó a Aylynt.
Después de charlar un ratito, Concepción se llevó aparte a Aylynt y le dijo en voz baja pero entusiasmada:
–Me gustaría mucho que vinierais a mi boda, Aylynt. Tú, tu marido y tus niños. ¡Me harías tan feliz! De España solo van a estar mis padres y mi hermano, y vuestra presencia me llenaría de gozo. ¿Qué me dices?
–¡No sé, Concepción! Me pilla muy por sorpresa…
–Por favor, di que sí…Cada vez que me acuerdo de aquella terrible noche en que nos salvaste a mi madre y a mí… ¡Ay, dios mío, si no llegas a intervenir tú, ni boda tendríamos! –se exclamó la muchacha compungida.
–Está bien, ¿por qué no? –replicó Aylynt sonriente–. ¿Cuándo es?
–El domingo, dentro de nueve días. En Pisa –explicó la joven.
–No creo que Gonzalo ponga ningún problema.
–¡Pero si siempre hace lo que tú le dices! ¡Le tienes comiendo de tus manitas! –le dijo Concepción susurrando jocosamente.
–¡Eso te crees tú! –repuso Aylynt llevándole la contraria.
–Bueno, es igual. Estoy segura de que vendréis. Cuento con vosotros. Allí os podréis alojar en la mansión que han alquilado mis padres para estos meses.
Al final, Aylynt se llevó un conjunto de diamantes y esmeraldas, –verdes como tus ojos, le había dicho su marido, increíblemente obsequioso aquel día…, después de aquella noche…–, y Concepción recogió varias joyas que tenía reservadas su suegra para ella, tras dar su visto bueno.
*******
Comieron en la posada de la Bambola y luego visitaron otras maravillas de la hermosa ciudad, haciendo tiempo para poder ir a recoger sus primeros trajes nuevos del maestro Braccioli antes de volver a Fiesole: la iglesia de San Lorenzo, a donde iban los Medici, la de Santa Maria Novella, el Palazzo de Medici–Riccardi, y el Palazzo Pitti, donde vivía el actual Gran Duque, Cosimo III.
Gonzalo se quedó mirando la inmensa mole. Desde aquel lugar había partido la orden de asesinar a su madre, treinta y cinco años atrás…
Estaba sentado junto con Aylynt y Giuseppe en un banco frente a los fastuosos jardines de Boboli, en la parte de atrás del Palazzo Pitti. Doña Loretta, que había quedado absolutamente prendada de Carlos, lo tomó en brazos y fue a pasearse con él mientras vigilaba a Alonso y a Fiorella que jugaban con Andrés.
–Giuseppe, ¿tú conociste a mi madre? –preguntó Gonzalo con voz trémula.
–No, señor. Yo nací por la época en que su madre fue a Paris a casarse con el duque. Y nunca volvió por aquí.
Estuvieron unos instantes en silencio, pero Giuseppe comprendió que Gonzalo necesitaba saber sobre ella y prosiguió:
–Dicen que era bellísima; se parecía mucho a su abuela Leonor.
–Sí, ya nos lo comentó mi tía –replicó Gonzalo emocionado.
–Algunos nobles se sintieron despreciados cuando Beatrice eligió a un duque francés para casarse. Especialmente dos de ellos; jamás le perdonaron que rechazara su oferta de matrimonio.
La cara de Gonzalo fue de auténtica sorpresa.
–¿Crees que por eso la mataron?
–No. Debió haber algo más, algo que nunca se hizo público. Pero en aquella época, todos entendieron que algunos nobles manipularon a Ferdinando II, su sobrino, que entonces recién acababa de acceder al Gran Ducado y tan solo tenía veinte años, para que diera la orden. Es probable que el origen de la inquina de esos nobles fuera lo que le acabo de comentar.
Gonzalo cerró los ojos triste y dolido. El hombre continuó:
–Yo tenía unos trece o catorce años cuando llegó la noticia de su muerte. Pero tampoco fue muy comentado, ya hacía mucho que no vivía aquí. Y que ajusticiaran a vuestro padre por rebelión tampoco ayudó mucho a su popularidad.
–Te agradezco tu sinceridad, Giuseppe –dijo Gonzalo conmovido–. Nadie la echó de menos, ¿no?
–La señora Eleonora, sí. Siempre pensó en su hermana. Sufrió mucho a medida que conocía todas las vicisitudes por las que iba pasando doña Beatrice. Quiso encararse con Ferdinando, pero tuvo miedo de que le hiciera lo mismo a ella. Entonces todavía vivían su hijo y su marido, el señor Arnaldo de Giotto. Este tampoco quería meterse en líos con el gran duque. Pero la señora siempre ha llevado esa pena en el corazón. Por eso ahora os mandó llamar.
–¿Tuvo un hijo mi tía? –preguntó extrañado. La verdad es que tanto pensar en su madre, ¡se había olvidado por completo de preguntar por la vida de su tía!
–Sí, Lorenzo. Murió en una de las epidemias de peste que asolan la ciudad cada cierto tiempo. Hará por lo menos veinticinco años. Era todavía un niño. Y el señor Arnaldo murió hace unos catorce o quince.
Estuvieron unos minutos en silencio y Gonzalo preguntó irónico, señalando el palazzo:
–¿Tú crees que nos recibirían allí?
–Me va a perdonar, señor, por lo que le voy a decir, pero su familia es digamos…un poco difícil de entender y de complacer.
–¡A mí me lo vas a decir! –dijo el interpelado moviendo la cabeza de un lado a otro.
*******
Cuando llegó la hora, recogieron sus trajes nuevos y se fueron a Fiesole en el carruaje.
–Un poco alborotadoras, esas empleadas del señor Braccioli, ¿no? –preguntó Gonzalo inocentemente, al recordar la algazara que habían formado cuando salieron todas a saludarles.
Aylynt y Loretta se miraron, y meneando la cabeza, se echaron a reír.

Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Yo tambien quiero estar en ese taller para tomarle las medidas!!!!
Ya toy preparada y to
Que gozada ir de tu mano paseando por Florencia, y que buenos recuerdos me trae de cierto viaje que hice hace unos años.
Mira la Fiorella que lanzada la muchacha
espero que Alonso no se cierre tanto como otro que ya sabemos, aunque en esta historia lo tenemos algo desbocao
Y nos vamos de boda!!! Tendremos que preparar las mejores galas.
Me encanta el relato. Gracias por seguir con él.
Besicos!!!



Que gozada ir de tu mano paseando por Florencia, y que buenos recuerdos me trae de cierto viaje que hice hace unos años.
Mira la Fiorella que lanzada la muchacha




Y nos vamos de boda!!! Tendremos que preparar las mejores galas.

Me encanta el relato. Gracias por seguir con él.
Besicos!!!

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- Almidonadora de la capa y del embozo
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
[quote][/highlight]Las afortunadas que midieron a Gonzalo volvieron emocionadas, excitadas y traspuestas a la trastienda.[justify]–Mamma mia! ¡Cómo está ese hombre!¿Pero, lo has visto, Donatella?[/justify]–¿Qué si lo he visto? ¡Lo he tocado! Duro como una roca. ¡Se le marcaban todos los músculos a través de la tela de la camisa![justify]–¡Y qué medidas más perfectas y proporcionadas! ¡Creo que es lo mejor que ha pasado por esta tienda! ¡Qué talle! ¡Qué donaire!¡Bien podía llamarse David![/justify][/quote]
Tú sí que lo has bordado cual costurera
Muy alegre el capi; me ha encantado el "día de compras" y el recorrido que han hecho
Tú sí que lo has bordado cual costurera




Muy alegre el capi; me ha encantado el "día de compras" y el recorrido que han hecho

- Monimott
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Hoy me vais a permitir que dedique este capítulo 10 a Moni, con todo mi cariño y admiración por sus videos concentrados que tanto nos gustan (Y a ver si se anima a hacernos alguno
nuevo, jejeje)
Gracias Aylynt, no sabes la ilusión que me hace tener un capi dedicáo y tó

Estoy que no quepo en mí de gozo con la escena en la sastrería, si es que todas tenemos alma de Donatella con este hombre delante






Espero tener un poquito tiempo y hacer alguna cosilla videográfica, aunque sea pequeña 


- Daira7
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Magnífico tour por Florencia Aylynt, si alguna vez voy allí en lugar de una guía me llevaré tu relato!!!!
Alonso enamorado de Isabel y Fiorella de Alonso, a ver como acaba esto.....
Y ahora nos vamos de bodaaaaaaaaaa!!!!
, y poco me parece......, a mí me mandan tomar medidas a semejante espécimen de hombre y ni me emociono, ni me excito, ni me traspongo....., directamente me caigo redonda al suelo namás verlo!!!!

Vídeooooooooooooo!!!!!!!!!!!!


Alonso enamorado de Isabel y Fiorella de Alonso, a ver como acaba esto.....

Y ahora nos vamos de bodaaaaaaaaaa!!!!

No me extraña!!!!!Las afortunadas que midieron a Gonzalo volvieron emocionadas, excitadas y traspuestas a la trastienda.






QMMT Moniiiiiiiii!!!!!, real como la vida misma......., yo debo de estar por ahí tirada "on the floor" hiperventilando......., y anda que las demás estáis preocupadas



Vídeooooooooooooo!!!!!!!!!!!!





- Aylynt
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
¡Gracias Lunanueva! Te apunto a la ya larga lista de medioras del amo
Tamos esperando que nos llame pa poner en práctica la medición a palmos inventada por DonniMoni
Pues no creas Aledis, que ya me gustaría a mí ser buena costurera, pero no paso de las cortinas,
Lo de David se me ocurrió casi sin darme cuenta. Pasamos por delante de la estatua, luego estaba la tienda.. y me dije, ¡tate! si se llama igual, jajaja (A veces, soy un pelin lenta, jajaja)
QMMT con Moni y sus fotos, se ve tal cual lo que pasó en Florencia aquel día
Doy fe.
Eso de estar tirá en el suelo mientras las demás babean y no te hacen ni caso, me recuerda a cuando Pili y Mili fueron a la premier de la peli
Lo mismo le pasó a Mili, Daira.
Gracias chicas, por vuestros mensajes.
Ponemos otro capitulillo:




Tamos esperando que nos llame pa poner en práctica la medición a palmos inventada por DonniMoni



Pues no creas Aledis, que ya me gustaría a mí ser buena costurera, pero no paso de las cortinas,

QMMT con Moni y sus fotos, se ve tal cual lo que pasó en Florencia aquel día




Eso de estar tirá en el suelo mientras las demás babean y no te hacen ni caso, me recuerda a cuando Pili y Mili fueron a la premier de la peli



Gracias chicas, por vuestros mensajes.

Ponemos otro capitulillo:
Capítulo 11
Cosimo, el tercero, saboreaba lentamente y con deleite su café matinal tras el copioso desayuno. ¡Cómo le gustaba y le entonaba! Aunque algunos de los padres de la iglesia lo denostaban, él se apoyaba en que el papa Clemente VIII lo había bendecido y lo había tomado con fruición, más de cincuenta años antes.
En esas estaba cuando la puerta se abrió con estrépito y apareció el primo Ludovico visiblemente alterado, seguido de un par de criados desbordados y asustados, pidiendo disculpas a su amo.
–¡Ya están aquí! ¡Llegaron hace tres días! ¿Qué vas a hacer? –escupió Ludovico Sforza maleducadamente.
–Buenos días –respondió el gran duque con medida circunspección, mientras sus ojos lo fulminaban con la mirada.
El intruso se paró momentáneamente y correspondió con otro “buenos días” murmurado de muy mala gana.
–¿A qué debo tu intempestiva visita matinal? –preguntó Cosimo gélidamente.
–El hijo de tía Beatrice, Carlos, o Gonzalo o como quiera que se llame el condenado, está aquí. ¿Qué vas a hacer? –repitió la pregunta Ludovico.
–Ya sé que está aquí. Y no voy a hacer nada. ¿Por qué debería hacerlo? No es un peligro para nadie, primo. Bueno, quizá para ti, claro –la mirada de Cosimo lo taladró con dureza–. ¿Temes que te quite la herencia de la tía Eleonora?
–¡Esa herencia es mía! ¡Y solo mía! –ladró Ludovico enajenado.
–Primo…, tendrías que cambiar de vida. Ya has malgastado la herencia de tus padres con el juego y las mujeres de mala vida. Todavía no entiendo cómo Eleonora te mantiene en su testamento. Creo que fue una promesa a tu madre en el lecho de muerte. Aunque claro, cuando Eleonora le juró a su hermana Caterina que se haría cargo de ti, nadie sabía que te ibas a echar a perder, primo –el “primo” lo dijo con retintín.
–¡Tengo derecho a hacer con mi vida lo que quiera! –le espetó Ludovico.
–¡No tienes derecho a nada! ¡Eres la vergüenza de la familia! Los Medici siempre nos hemos caracterizado por nuestra laboriosidad e industriosidad, ya sea rigiendo los destinos de nuestra amada Florencia, ejerciendo de banqueros y comerciantes, matando enemigos, o ahogando a los pobres con impuestos. Pero tú, no haces nada de provecho. Te he ofrecido muchas veces un cargo en la corte o en el ejército, un puesto diplomático…pero tú prefieres dilapidar el patrimonio familiar jugándotelo en los peores tugurios de la ciudad.
Los dos hombres se mantuvieron la mirada con odio durante unos instantes.
–O sea, que de verdad no piensas hacer nada.
–No. Y es más, tú tampoco vas a hacer nada.
Ludovico se marchó sin decir ni adiós.
Cosimo se terminó el café, ya demasiado frío para su gusto. ¡Condenada familia! Finalmente tomó una decisión.
***************
La mañana transcurría agradablemente en villa Fiesole. Tocaba descansar después del ajetreado día en Florencia. Toda la familia estaba sentada en el invernadero, entorno a tía Eleonora, que trajo una caja de tamaño mediano, preciosamente taraceada y adornada con marfil y nácar.
–Gonzalo, te voy a mostrar los objetos que guardo de tu madre – dijo la señora, con un nudo en la garganta. Y empezó a devanar sus recuerdos, teñidos de cariño y tristeza.
–Este collar de pequeñas conchas me lo regaló tu madre cuando éramos pequeñas. Solíamos pasar algunas temporadas en Livorno, y a Beatrice le encantaba ir a recoger conchas a la playa; luego nos hacía collares para todos…
Y así fueron desfilando pequeños retazos de vida, hilvanados con esas menudencias que no tienen valor por sí mismas, pero que lo valen todo para el corazón que recuerda.
…una piedra pintada, …un pañuelo bordado con las iniciales B.M., …un pequeño misal ricamente decorado, …unas flores secas casi desmenuzadas, …unos retratos al carboncillo de Beatrice, Eleonora y Caterina, las tres hermanas, …un aro de oro, …
–Y esto es lo que he guardado especialmente para ti, un retrato de tu madre –Eleonora sacó un cilindro de tela y lo desenrolló. Antes sus ojos apareció la exquisita imagen de Beatriz con la edad de Alonso; era bellísima, rubia y angelical. Vestida con un traje regio en tonos granates y dorados, que destacaban su suave y blanca piel, y sus ojos y su pelo castaños.
Las lágrimas acudieron a los ojos de Gonzalo. Hasta ahora se había tenido que conformar con el relicario que le dio su padre, que llevaba en su interior una exquisita pintura en miniatura, pero que no se podía comparar con este lienzo de cuarenta por sesenta centímetros, más o menos.
De repente, Alonso se quedó mirando fijamente la esquina inferior derecha del cuadro y exclamó:
–¡Padre, está firmado por Rubens!
–Sí –repuso Gonzalo sonriendo entre las lágrimas–. Lo de los retratos de grandiosos pintores, por lo que se ve, es una manía familiar.
Cuando se vinieron a dar cuenta, ya los criados les indicaban que era hora de servir la comida. En ese instante apareció un mensajero con una misiva para Gonzalo: el gran duque Cosimo le pedía que fuera después de comer a visitarle al Palazzo Pitti.
Gonzalo miró extrañado a tía Eleonora, que después de leer ella también la misiva, se encogió de hombros y dijo:
–Pues ve, hijo mío. No creo que vayas a tener ningún problema –dijo la mujer serenamente–. Cosimo es muy religioso y, la verdad, entre nosotros, le falta sangre para ser un verdadero Medici. Solo piensa en sus misas, su dios y en gobernar lo suficientemente bien como para que lo dejen tranquilo.
A la hora de partir, Aylynt se despidió de Gonzalo dándole un beso y pidiéndole que se cuidara mucho. Él le acarició la cara y le sonrió.
Gonzalo llegó acompañado de Giuseppe, al que hicieron quedar en la antesala, mientras un criado del gran duque hacía pasar al primero a la cámara donde se hallaba éste.
Cosimo se lo quedó mirando. Le dio buena impresión. El primo español era alto y fuerte, y de mirada tranquila pero firme a la vez.
–¿Así que tú eres Gonzalo, el hijo de Beatrice, el primo de mi padre?
–Sí –Gonzalo asintió con la cabeza y le mantuvo la mirada con serenidad; pero se abstuvo de decir, “sí, señor”. Algo en sus entrañas se lo impedía, pues aquel era el hijo del hombre que mandó matar a su madre.
–Ha sido una verdadera sorpresa que, después de tantos años, tía Eleonora te mandara buscar y te encontrara –hizo una pequeña pausa y prosiguió–, pero sé bienvenido. ¿Te ha informado ya la tía de lo que piensa hacer contigo? Me refiero a cuestiones de herencia.
–No. De todas formas no he venido a buscar ninguna herencia; tan solo el recuerdo de mi madre.
–Ya –el noble se quedó observándole durante un buen rato con los ojos ligeramente fruncidos. Empezaba a estar harto de los primos de su padre. ¿Qué iba a hacer Ludovico ahora que se sentía amenazado?
–¿Cómo es que no hemos sabido de ti mucho antes?
–Cuando murió mi madre, yo tenía tres años. Una familia me recogió, me crio y olvidé el pasado. Hace tan solo pocos años que empecé a recordar a mi madre.
–¡Vaya! ¡Qué asombroso! ¿Y de qué murió vuestra madre?
Ni un músculo se movió en la cara de Gonzalo. Ni un brillo sospechoso empañó su limpia mirada. Pero por dentro, el dolor, incluso la indignación, le corroían. ¿Cómo se atrevía a preguntar de qué murió su madre si fue su padre el que mandó asesinarla? Aunque, una vez pasado el primer fulgor de rabia, con incredulidad pudo leer en el rostro de Cosimo que él realmente no sabía lo que pasó con su madre.
–Mi madre fue asesinada.
–¿Asesinada? –su gesto fue de verdadero estupor e indignación–. ¿Por quién?
–Nunca se supo –contestó Gonzalo. Sintió que todavía no había llegado el momento de descubrir sus cartas.
–Lo siento, Gonzalo. Ya es duro que ajusticien a tu padre, para que después asesinen a tu madre…–el gran duque parecía seriamente afectado.
Tras las formalidades de la despedida, Gonzalo se encontró otra vez con Giuseppe a las afueras del Palazzo Pitti.
–Dice que no sabía que mi madre fue asesinada. Y lo peor es que parece que es sincero. ¿Crees que puede ser? –le explicó Gonzalo.
–Bueno…el suceso ocurrió unos diez años antes de nacer él. Pudiera ser verdad. ¿Para qué se lo iba a contar su padre? ¿Cómo le dices a tu hijo que has mandado asesinar a tu prima? Mejor callar, ¿no?
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Aquella tarde, tía Eleonora les mostró la grandiosa biblioteca de la villa. Había miles de volúmenes impresos, e incluso un apartado con cientos de libros manuscritos. Todo tipo de temas y autores desfilaban por aquellas estanterías. Desde los clásicos griegos y latinos, hasta los padres de la iglesia, los escolásticos, libros de caballería, de viajes, de ciencias,…
–¡Padre! ¡Aquí hay un libro original a mano de Leonardo da Vinci! –exclamó Alonso maravillado llamando a su padre a voz en grito–. ¿En qué está escrito? –preguntó el chico extrañado al abrirlo y ver los garabatos y dibujos de las hojas.
–Es el “Códex del vuelo de las aves”. Leonardo era zurdo, y muchas veces escribía en lo que se llama “imagen especular”; escribía de derecha a izquierda para ir más deprisa –explicó la tía Eleonora complaciente, al ver el interés del muchacho–. Fue uno de los más grandes genios que se han conocido, lo mismo pintaba, que cocinaba, esculpía, hacía dibujos de anatomía extraordinariamente precisos, inventaba máquinas que volaban o para la guerra, desarrollaba teoremas matemáticos, construía edificios, estudiaba los minerales y las plantas…Nuestra familia tuvo el honor de compartir con él parte de su vida.
Alonso, anonadado, miró a su padre, que se sonrió.
Mientras tanto, Aylynt, leía con atención fascinada una carta manuscrita. ¡No se lo podía creer! Era una misiva en la que Galileo Galilei, uno de los inventores de la física moderna empírica, desarrollaba los argumentos a favor de la ortodoxia del sistema heliocéntrico copernicano. ¡E iba dirigida a Cristina de Lorena, la madre de Eleonora y de Beatriz, su suegra! Se sonrió para sí misma, ¿qué hubiera pensado el gran Galileo si hubiera sabido que existían los viajes en el tiempo? Se la extendió a Gonzalo:
–Mira, Galileo intenta convencer a tu abuela Cristina sobre el heliocentrismo.
La tía volvió a intervenir:
–Galileo fue maestro nuestro por un tiempo. De mis hermanos y mío. Nos enseñaba matemáticas y astronomía. Todavía debe haber arriba en la buhardilla alguno de los telescopios que fabricó; uno de los que funcionaba, ¿eh? Fabricó muchos, y unos servían y otros no, nunca supo por qué.
Así iban de sorpresa en sorpresa, descubriendo que toda la ciencia y el arte del renacimiento se encontraban condensadas entre aquellas paredes.
Aquella noche, Gonzalo, Aylynt y Alonso observaron entusiasmados el cielo y las estrellas con el telescopio de Galileo. No se podría decir cuál de los tres se sentía más emocionado.
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Fue un domingo de estreno. Los españoles “muertos de hambre” se pusieron por primera vez los trajes de maese Braccioli, y tuvieron que reconocer que les quedaban pintados y que les daban un aire y un empaque sin igual.
Mientras ya todos salían para subir al carruaje que los llevaría a la iglesia de Fiesole, Aylynt retuvo unos momentos a Gonzalo y le explicó lo del primo Ludovico.
–¿Por qué no me lo dijiste antes, cariño?– dijo él con voz grave y preocupada.
–Tu tía tiene miedo de que nos vayamos si te enteras. Se la ve tan feliz…–trató de excusarse ella.
De súbito, Gonzalo recordó su conversación con Cosimo. ¡Ahora entendía sus alusiones a la herencia! Eso es lo que le quiso advertir, que tendría problemas si aspiraba a heredar algo de Eleonora.
–Vigila bien a los niños, Aylynt. Creo que ese hombre no se va a quedar de brazos cruzados.
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*****
Tuvieron una entrada triunfal en la iglesia de Fiesole. Todo el pueblo estaba allí. Todos querían ver al nuevo sobrino de la señora y a su familia. Se quedaron especialmente impactados con su esposa. El traje y la capa, en tonos verdes y ocres adamascados realzaban su belleza y su gracia natural.
De todo eso tomó buena nota Ludovico, traicioneramente apostado detrás de una de las columnas, que sintió como el deseo le nublaba la razón y que a partir de entonces ya no tuvo otro pensamiento en su zafia y hueca cabeza.
–¡Gonzalo! –susurró casi imperceptiblemente Aylynt–. No te gires ahora, pero el hombre que hay tras el segundo pilar de la izquierda, es Ludovico. Intenta verlo sin descubrirte.
Ladeando muy ligeramente la cabeza, su bien entrenada visión periférica pudo ver al indeseable de su primo, sin que nadie, ni el interesado, se apercibiera de ello.
Cuando acabó la misa dominical, el hombre ya había desaparecido. Salieron y todavía estuvieron un rato más junto con la tía Eleonora, departiendo con todos los del pueblo que se acercaban a saludar y darse a conocer. Al fin y al cabo, eran sus señores. Incluso el párroco, el padre Camillo salió a presentarles educadamente sus respetos.
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La tarde pasó rápidamente para Gonzalo en la biblioteca, y para Aylynt en el fabuloso jardín, acompañada por los chicos, Fiorella, Regina y otros criados. Alonso no paraba de hablar emocionado sobre su próximo viaje a Pisa, hacia donde partirían el jueves. ¿Cuántos escalones tendría la Torre inclinada de Pisa?

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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Eso de estar tirá en el suelo mientras las demás babean y no te hacen ni caso, me recuerda a cuando Pili y Mili fueron a la premier de la peli![]()
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Lo mismo le pasó a Mili, Daira.
Pero no era Pili la que acabó tirada en el suelo????




Genial el nuevo capítulo......, a ver que maldad maquina Ludovico, que está ahí agazapado esperando a saltar sobre su presa

Más escalones?????, esto es un no parar!!!!!!, como sigan con las carreritas, padre e hijo, van a volver a las Españas en los huesos




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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
¡Ostras! ¡Es verdad, fue la Pili!Eso de estar tirá en el suelo mientras las demás babean y no te hacen ni caso, me recuerda a cuando Pili y Mili fueron a la premier de la peli![]()
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Lo mismo le pasó a Mili, Daira.
Pero no era Pili la que acabó tirada en el suelo????, da igual....., de todas formas yo prefiero ser Mili!!!!
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Genial el nuevo capítulo......, a ver que maldad maquina Ludovico, que está ahí agazapado esperando a saltar sobre su presa, aunque creo que quizás Gonzalo tenga un buen aliado en Cosimo.
Más escalones?????, esto es un no parar!!!!!!, como sigan con las carreritas, padre e hijo, van a volver a las Españas en los huesos![]()
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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Entra aquí una para leer el exquisito relato de Aylynt, y no sabe si acabar comentando las aventuras de Pili y Mili (QMMTTTT recordando la historia
¡mira Daira cómo se la sabe!
) o las puntadas como la carretera de Málaga (me ha llegao al alma la expresión, Moni
).....
De momento diré que Cósimo me gusta mucho....tan imperturbable, tan pío, tan señorial
Y me encanta el "interrogatorio" al que ha sometido a Gonzalo
Alucinantes los tesoros que guarda esa biblioteca!!!
He imaginado la emoción que tiene que sentir Aylynt al tener todo eso al alcance de su mano 








De momento diré que Cósimo me gusta mucho....tan imperturbable, tan pío, tan señorial


Alucinantes los tesoros que guarda esa biblioteca!!!




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Re: LAS AVENTURAS DE AYLYNT DE LA VEGA 3ª PARTE
Gracias por lo de exquisito, Aledis
Y sí, es cierto que Aylynt está emocionada con lo que encuentra en esa biblioteca, los comienzos de la física empírica moderna, ni más ni menos. Recordemos que la leyenda dice que Galileo, al ser obligado a abjurar del heliocentrismo por la iglesia católica para evitar que lo quemaran, dijo "Eppur si muove", es decir, "y sin embargo, se mueve", referido a que es la Tierra la que se mueve alrededor del Sol.
Por cierto, la carta de Galileo a Cristina de Lorena, la mujer de Ferdinando I, es verídica. También la existencia del manucristo en espejo sobre el vuelo de las aves de Leonardo. Y el hecho de que Galileo fabricaba telescopios y unos iban y otros no. Fue el instructor de varios Medici, también. Leonardo vivió muchos años del mecenazgo de Lorenzo el Magnífico.
Aprovecho para decir que todos los personajes que salen fueron reales; excepto Beatriz y Ludovico, claro. Pero la saga de los Ferdinandos y Cosimos es verídica. Y Ferdinando y Cristina de Lorena, fueron los padres de Cosimo II y de una Eleonora y una Caterina. Lo que no coinciden del todo son las fechas.También es cierto que Cosimo III fue muy beato. Y por supuesto lo de Leonor Álvarez de Toledo y su hijo Giovanni en el cuadro de Bronzino, que es el siguiente:


Y sí, es cierto que Aylynt está emocionada con lo que encuentra en esa biblioteca, los comienzos de la física empírica moderna, ni más ni menos. Recordemos que la leyenda dice que Galileo, al ser obligado a abjurar del heliocentrismo por la iglesia católica para evitar que lo quemaran, dijo "Eppur si muove", es decir, "y sin embargo, se mueve", referido a que es la Tierra la que se mueve alrededor del Sol.
Por cierto, la carta de Galileo a Cristina de Lorena, la mujer de Ferdinando I, es verídica. También la existencia del manucristo en espejo sobre el vuelo de las aves de Leonardo. Y el hecho de que Galileo fabricaba telescopios y unos iban y otros no. Fue el instructor de varios Medici, también. Leonardo vivió muchos años del mecenazgo de Lorenzo el Magnífico.
Aprovecho para decir que todos los personajes que salen fueron reales; excepto Beatriz y Ludovico, claro. Pero la saga de los Ferdinandos y Cosimos es verídica. Y Ferdinando y Cristina de Lorena, fueron los padres de Cosimo II y de una Eleonora y una Caterina. Lo que no coinciden del todo son las fechas.También es cierto que Cosimo III fue muy beato. Y por supuesto lo de Leonor Álvarez de Toledo y su hijo Giovanni en el cuadro de Bronzino, que es el siguiente:

Tengo que reconocer que me está siendo muy instructivo escribir este relato 


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