Alonso y Satur entraron en el pequeño dormitorio que antaño perteneció a Margarita y que al nacer Gonzalo pasó a ser de Alonso. Satur miraba al muchacho nervioso, mientras que este se sentaba en la cama y comenzaba a quitarse las botas.
- ¿Y bien? ¿Me vas a decir algo o tengo que sacártelo? Alonso por tu padre…
Alonso dejó caer la bota y le miro a los ojos durante unos segundos. Después bajo la vista para concentrarse en la obra bota.
- Estuve buscando. Después de comer dejé a Gonzalo en la Taberna con los gemelos. Matilde me prometió que lo vigilaría, y yo salí con el caballo a recorrer algunos lugares que no fuimos la otra anoche.
- ¿Y?
- Y nada… No hay nada. Ni rastro.
Alonso se rascó la barba y siguió a Satur con la mirada hasta que este se sentó en una silla junto a la pequeña mesa.
- Pero… ¿entonces?... Se ha esfumaó.
- Pues parece que sí.
- Pero también has dicho que el padre Simón te dio la sensación que ocultaba algo. Y me parece a mí… que no vas muy desencaminaó.
- Satur. – Alonso frunció el ceño. - ¿Qué quieres decir? Estoy cansado y no tengo ganas de pensar mucho.
Satur acercó la silla hasta el lecho.
- Pues que el Cipri me ha dicho cuando he ido a por Gonzalillo, que el Comisario ha ido a la Taberna a comer hoy.
- ¿Y qué tiene eso de raro? No es la primera vez que lo hace…
- Sí, ya, pero no me has dejado terminar. Que resulta que cuando ha terminado le ha dicho a Cipri que felicitara a Inés por la comida y…
- Satur, por favor.
- Vale, vale. Voy. Cipri, que se ha quedado sin saber por dónde le daba el aire, ha salido tras él por la puerta y… resulta que le ha visto hablar con el padre Simón.
- ¿Con el padre Simón? Pero… ¿y de qué hablaban?
- Pues eso ya no lo sé, pero… hay que reconocer que es un poco raro. Que el Comisario no se ve muy devoto que digamos.
- ¿Insinúas que el Comisario y el padre Simón esconden algo?
- Yo no digo ná, aquí el retorcido eres tú, que sacas cosas donde no las hay.
- Pues ahora mismo lo único que quiero hacer es dormir. Mañana pensaré qué hago. Pero creo que volveré a visitar el Monasterio… esta vez… sin que me vean.
Dicho esto se tumbo en la cama y cruzó las manos bajo la cabeza. Satur se levantó y dejó la silla en su sitio.
- Pues na. Que descanses. Yo me vuelvo a la cama.
Satur salió al pasillo y cerró la puerta apoyándose en ella.
- Satur… volvemos a las andadas.