REGRESO - Lunanueva -

En este espacio tendrán cabida todos los relatos que nos inspire nuestra serie favorita. Fan-fics, relatos cortos e incluso poesía.
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lunanueva
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Jue Feb 14, 2013 4:36 pm

27.


Alonso y Satur entraron en el pequeño dormitorio que antaño perteneció a Margarita y que al nacer Gonzalo pasó a ser de Alonso. Satur miraba al muchacho nervioso, mientras que este se sentaba en la cama y comenzaba a quitarse las botas.

- ¿Y bien? ¿Me vas a decir algo o tengo que sacártelo? Alonso por tu padre…

Alonso dejó caer la bota y le miro a los ojos durante unos segundos. Después bajo la vista para concentrarse en la obra bota.

- Estuve buscando. Después de comer dejé a Gonzalo en la Taberna con los gemelos. Matilde me prometió que lo vigilaría, y yo salí con el caballo a recorrer algunos lugares que no fuimos la otra anoche.

- ¿Y?

- Y nada… No hay nada. Ni rastro.

Alonso se rascó la barba y siguió a Satur con la mirada hasta que este se sentó en una silla junto a la pequeña mesa.

- Pero… ¿entonces?... Se ha esfumaó.

- Pues parece que sí.

- Pero también has dicho que el padre Simón te dio la sensación que ocultaba algo. Y me parece a mí… que no vas muy desencaminaó.

- Satur. – Alonso frunció el ceño. - ¿Qué quieres decir? Estoy cansado y no tengo ganas de pensar mucho.

Satur acercó la silla hasta el lecho.

- Pues que el Cipri me ha dicho cuando he ido a por Gonzalillo, que el Comisario ha ido a la Taberna a comer hoy.

- ¿Y qué tiene eso de raro? No es la primera vez que lo hace…

- Sí, ya, pero no me has dejado terminar. Que resulta que cuando ha terminado le ha dicho a Cipri que felicitara a Inés por la comida y…

- Satur, por favor.

- Vale, vale. Voy. Cipri, que se ha quedado sin saber por dónde le daba el aire, ha salido tras él por la puerta y… resulta que le ha visto hablar con el padre Simón.

- ¿Con el padre Simón? Pero… ¿y de qué hablaban?

- Pues eso ya no lo sé, pero… hay que reconocer que es un poco raro. Que el Comisario no se ve muy devoto que digamos.

- ¿Insinúas que el Comisario y el padre Simón esconden algo?

- Yo no digo ná, aquí el retorcido eres tú, que sacas cosas donde no las hay.

- Pues ahora mismo lo único que quiero hacer es dormir. Mañana pensaré qué hago. Pero creo que volveré a visitar el Monasterio… esta vez… sin que me vean.

Dicho esto se tumbo en la cama y cruzó las manos bajo la cabeza. Satur se levantó y dejó la silla en su sitio.

- Pues na. Que descanses. Yo me vuelvo a la cama.

Satur salió al pasillo y cerró la puerta apoyándose en ella.

- Satur… volvemos a las andadas.
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lunanueva
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Jue Feb 14, 2013 4:40 pm

28.


Hernán seguía en la misma posición. La herida había dejado de sangrar por fin, así que se levanto para limpiar los restos de tierra y sangre que manchaban el rostro de Gonzalo.

Los monjes no dejaban de entrar y salir de la estancia pero ninguno de ellos le dedicaba una sola palabra a pesar de que una y otra vez les preguntaba por Gonzalo. Comenzó a preocuparse, más si cabe, cuando escuchó a uno de ellos diciendo que nunca había visto algo así. Sin pensar fue como una flecha hacia él.

- ¿Qué ha dicho? – El monje lo miraba sin responder. – Le he escuchado, ¿qué quiere decir? ¿Qué ocurre ahí dentro?

- Yo… no…

- ¡Contesta!

Los nervios estaban haciendo que fuera demasiado agresivo. Sin darse cuenta comenzó a zarandear al hombre.

- Hernán. – Una voz autoritaria sonó a unos metros. – Suéltale.

- No hasta que me conteste.

- ¡Hernán! – El aludido se volvió hacia el dueño de la voz mirándole fijamente. – Ven conmigo.

- No pienso moverme de aquí. O me dicen algo o entro ahí dentro aunque tenga que echar la puerta abajo.

- ¿Y qué conseguirías con eso? Sabes que están haciendo todo lo posible. Tus gritos no ayudan a Gonzalo. Ahora necesita estar tranquilo y sobre todo, necesita silencio. Si de verdad quieres ayudarle… ven conmigo.

- Pero…

- No te lo estoy pidiendo.

Hernán había vuelto a sentarse junto a la cabecera después de haberle quitado las ropas y acomodado sobre los cojines. Además del golpe de la cabeza, al quitarle la oscura camisa descubrió que el hombro derecho estaba algo amoratado e hinchado, posiblemente estaba dislocado, así como otras marcas sobre las costillas. Unos tímidos golpes sonaron en la puerta. Antes de responder a la llamada volvió, una vez más, a comprobar que respiraba aunque con algo de esfuerzo.

- Adelante.

La puerta se abrió para dejar paso a Lucía acompañada de un hombre con un maletín de madera forrado. No le conocía, es posible que estuviera de paso por la Villa. Mejor, de este modo no tendría que dar explicaciones. No sabía de dónde lo habría sacado Julio, pero confiaba plenamente en las personas que trabajaban en la casa.

- Señor. Ha llegado el doctor.

Lucía se apartó para dejar paso al médico. Era un hombre de mediana edad, castaño, de ojos oscuros y más o menos de la altura de Hernán. Vestía de modo sencillo y su rostro estaba enmarcado por una cuidada barba. Hernán se puso en pie para recibirlo y dejar que se acercara hasta el herido.

- Doctor.

- Permítame que me presente. – Le tendió una mano a modo de saludo. - Mi nombre es Sebastián Vergara. Su criado me ha informado de que el herido se ha caído de un caballo.

- Sí. Iba al galope cuando el animal hizo un extraño y lo lanzo al suelo. – No tenía por qué darle más explicaciones que luego pudieran traerle problemas.

- Bien. Déjeme echar un vistazo. Por favor, esperen fuera, si necesito algo se lo haré saber.

A regañadientes salió de la habitación cerrando la puerta tras él. Otra vez lo mismo. Al igual que en aquella ocasión tendría que esperar a que le dieran noticias. Sólo esperaba que en esta ocasión fueran mucho mejores.

El tiempo pasaba lentamente. Hernán no dejaba de caminar de un lado a otro del pasillo nervioso. Por más veces que se acercó a la puerta de la habitación no logró escuchar nada. Solo en una ocasión el médico abrió la puerta para pedir que le llevaran agua fría y unas vendas. Los criados rápidamente atendieron la petición sin necesidad de que su señor les dijera nada puesto que permanecían cerca del lugar visiblemente preocupados. Conocían el parentesco que unía a ambos hombres.

Por fin se volvió a abrir la puerta y esta vez el doctor llevaba en la mano el maletín. Hernán acudió rápidamente hasta él.

- ¿Cómo está?

- Descansando. Le he dado unas gotas para el dolor que también le ayudaran a dormir. No debe preocuparse, no es tan grave como parecía al principio, y más teniendo en cuenta que ese tipo de caídas pueden provocar lesiones importantes. La herida de la cabeza es superficial aunque le ha provocado una fuerte conmoción que le tendrá un par de días algo aturdido. También tiene las costillas algo magulladas pero no han llegado a romper, al igual que la pierna. Lo más grave es el hombro. He tenido que colocarlo, puesto que se le había desencajado, y vendado para inmovilizarlo. Durante al menos una semana tendrá que llevarlo de este modo para que la lesión cure por completo.

- ¿Está seguro que no tiene nada más? – No estaba muy convencido con el examen. – Perdió el conocimiento al caer y lo recupero tan solo unos segundos, desde entonces ha permanecido inconsciente.

- Créame. Como le digo, ha tenido mucha suerte. Déjenle descansar y que guarde reposo al menos unos días. Con las gotas que le he dado dormirá el resto de la noche y parte de la mañana. De todos modos le indicaré a una de las muchachas el modo de realizar un preparado para que le den en caso de que sienta dolor o algún tipo de malestar.

- De acuerdo. – Hernán sacó una pequeña bolsa del interior de su chaqueta. – Tenga. Le agradezco que haya venido a pesar de lo avanzado de la noche.

- No se preocupe. Siempre estoy disponible. Cualquier hora es buena para atender a un paciente. – El hombre tomó la bolsa y la guardo entre sus ropas. – Una última cosa. Es posible que no sea de mi incumbencia pero tengo que preguntarlo, espero que me comprenda. – Hernán cambió el gesto de su cara, algo le olía mal. – Al examinar al herido… he visto numerosas cicatrices y marcas de antiguas heridas… me atrevería a decir que podrían corresponderse con algún tipo de…

- Como bien dice – le cortó antes de que continuara – no es de su incumbencia. Le agradezco una vez más su trabajo. Y espero que sepa guardar ciertos… comentarios. Por cierto, confío en que nada de lo que ha ocurrido aquí esta noche salga de estos muros.

- Creo que no le comprendo señor.

- Sí, sí me comprende. Usted no ha estado aquí esta noche. – Su voz sonaba amenazadora. – Ha permanecido toda la noche en cualquier otro lugar, no me importa dónde, pero nunca ha venido aquí ni ha atendido a ningún hombre. ¿Queda claro?

- Como el agua. – El médico tragó saliva incómodo y asustado a la vez.

- Bien. Nos entendemos. – Esbozó una sonrisa que no se reflejó en su mirada. – Julio, acompaña al buen doctor a las cocinas para que le explique a María lo del preparado. Asegúrate después que llega a casa sano y salvo. Buenas noches señor Vergara.

Con una inclinación de cabeza, Hernán dio por concluida la conversación y entro en la habitación. Al acercarse a la cama vio lo que le había explicado el médico. Gonzalo dormía profundamente y su rostro parecía relajado. Estaba tapado hasta la cintura por lo que el pecho, parcialmente vendado, quedaba a descubierto. Comprobó que no tuviera fiebre y le subió la sabana para evitar que cogiera frío.

Estaba a punto de sentarse en un sillón junto a la cama cuando la puerta se abrió de nuevo. La joven Lucía entró silenciosamente.

- Señor. Julio ha partido con el doctor. ¿Quiere que le prepare algo caliente?. Le ayudará a relajarse y descansar.

- Gracias Lucía. No te preocupes, estoy bien. Diles a todos que ya es hora de que os retiréis a descansar. Yo me quedaré con él. – Su mirada fue de la joven a Gonzalo mientras se acomodaba en el sillón.

- Pero señor.

- Buenas noches Lucía.

- Buenas noches señor.

Con una ligera reverencia salió del cuarto cerrando la puerta tras de sí. Hernán acercó un poco más el sillón hasta el lecho desde donde podía ver cada gesto que pudiera hacer Gonzalo.

- Descansa hermano.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Jue Feb 14, 2013 4:45 pm

29.


Como un niño al que han regañado, Hernán caminaba tras el monje sin dejar de volver el rostro hacia el lugar donde los monjes intentaban salvar a Gonzalo.

- Todo va a salir bien. Es fuerte. Podrá con ello.

- Nunca he visto a nadie sobrevivir a semejante tortura. Sé muy bien de lo que hablo, yo he sido muchas veces el culpable de cosas parecidas.

- Tranquilízate. Está en las mejores manos. Confía en ellos. Confía en Gonzalo. Ahora debemos pensar en otros asuntos.

- Yo no puedo pensar en otra cosa. Acabo de encontrar a mi hermano y casi se me muere en los brazos sacándolo de esa maldita celda, no me pida que deje de pensar en él. – Cada palabra pronunciada iba subiendo de nivel.

- Hernán, baja la voz. Este es un lugar de paz.

El monje llegó hasta una fuente que presidía el centro del claustro iluminado por antorchas. Hernán caminaba de un lado a otro nervioso.

- Deberías descansar. Estos últimos días han sido duros para todos.

- Debí llegar antes. Podría haberlo sacado mucho antes. ¡Maldita sea!

- Has hecho todo lo que podías hacer. Tenemos que reconocer que esta vez han estado a punto de ganarnos.

- No se trata de ganar o perder, se trata de la vida de mi familia, y pienso cobrarme cada uno de los golpes que ha recibido mi hermano. Descubriré a los culpables y los mataré con mis propias manos.

- ¿A qué precio?

El tono suave del monje contrastaba con el de Hernán que cada vez estaba más nervioso y enfadado.

- Cueste lo que cueste juro que las cosas no quedaran así. Acabaré con todos ellos.

- Así será, eso te lo aseguro. Pero la venganza, ahora mismo, no sirve de nada. Piensa con la cabeza fría Hernán. Por ahora sólo le han descubierto a él, pero tenemos que asegurarnos que tanto tú como Irene estáis a salvo. Tenemos que sacaros de la Villa.

- No. No pienso moverme de aquí. Y a Irene no se atreverán a tocarla. Todo el mundo la cree sobrina de Mendoza y mi esposa.

- Pero eso no la convierte en intocable. Si en algún momento empezaran a sospechar ten por seguro que el propio Mendoza la entregaría. Tienen muy claros sus intereses, y no son otros que acabar con cualquier posible descendiente del Rey. De ahí que tengamos que sacaros de la Villa.

- ¿Y qué hay de su familia?

- No te preocupes. Tenemos gente que vela por su seguridad y no tenemos constancia de que planeen algo contra ellos. Tan solo os buscan a los tres hermanos. Lo mejor para ellos es… que lo den por muerto.

- ¿Cómo? – Hernán estaba atónito.

- Ya me has oído. Nadie debe saber que Gonzalo está vivo. Estoy seguro que la organización lo dará por muerto, así que no lo buscaran más, y si lo hacen haremos que encuentren un cuerpo. Le han golpeado tanto que con un poco más de nuestra parte no serian capaces de reconocerlo. En cuanto se recupere lo sacaremos de la Villa.

- Pero…

- Pero nada. Ya está todo organizado.

- Creo que ese plan tiene algunos fallos. ¿Cómo pensáis lograr que Gonzalo os obedezca? No dejará a su familia. Tendríais que encerrarlo para lograrlo.

- Se hará lo que haga falta. Como siempre se ha hecho.

- No puedo creer…

- Padre Simón.

Ninguno de los dos hombres escuchó llegar al novicio que permaneció alejado unos metros a la espera de que le permitieran acercarse. El padre Simón hizo un gesto a Hernán para dar por concluida la conversación.

- Adelante, ¿que deseas?

- Padre, Fray Mateo solicita que vayan a la enfermería.

- ¿Qué ocurre?

- Hernán. – El padre Simón le puso una mano en el hombro. – Tranquilo. Gracias. Te seguimos.

La puerta de la celda estaba abierta, el novicio les cedió el paso mientras que él se quedo en el exterior. Dos monjes limpiaban la sala y sacaban fuera numerosos lienzos ensangrentados. Fray Mateo permanecía cerca del lecho pero al escucharlos entrar se acercó a ellos.

- Padre Simón. – Saludo con una inclinación de respeto.

- ¿Cómo se encuentra?

- Padre. Me temo que hemos hecho todo lo que está en nuestras manos. Está muy débil, ha perdido mucha sangre y las heridas son numerosas y profundas. Pasará mucho tiempo hasta que pueda volver a caminar e ignoro si algún día podrá recuperarse del todo. Debemos esperar a ver cómo reacciona su cuerpo. Mientras le atendíamos ha despertado unos minutos, pero está totalmente agotado. Ahora mismo se encuentra en una profunda inconsciencia, si no despierta a lo largo de los próximos días... – El monje no termino lo que iba a decir y miró a Hernán que estaba junto a la cama de Gonzalo.

- Podría no hacerlo nunca. – Terminó Hernán por él mientras se arrodillaba junto a la cabecera del lecho.

- Ahora todo depende de lo que el Señor tenga a bien disponer. – Contestó Mateo.

- No me venga con esas Padre. Hace mucho tiempo que dejé de creer en Dios.

- Gracias por todo Mateo. Hernán. Ven conmigo, te han preparado un lecho para que descanses.

- No gracias. Prefiero quedarme aquí.

- Hernán por favor. No lo pongas más difícil de lo que ya es. Si tú también caes enfermo las cosas se pondrán más complicadas para todos.

En eso tenía razón y Hernán dejo de poner trabas. Lentamente se puso en pie y rozó con cariño la cabeza de Gonzalo. Sin decir nada abandonó la sala y siguió al padre Simón hasta una de las celdas.

- Intenta descansar. A partir de mañana tendremos que empezar nuestra partida.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Jue Feb 14, 2013 4:47 pm

Hoy no tengo tiempo para más.

Espero no liaros mucho con los cambios de presente a pasado en los recuerdos de Hernán, pero queria hacerlo así para conocer parte de lo que ocurrio hace años. Cualquier duda o problemilla a la hora de leerlo solo teneis que preguntar.

Besicos mil!!
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Vie Feb 15, 2013 10:20 pm

30.


La joven Lucía entro en la estancia realizando el mínimo ruido posible para no molestar al herido, que permanecía en la misma posición que le habían dejado tras la marcha del doctor. La habitación estaba en semipenumbra, las cortinas no habían sido retiradas para facilitar al máximo el descanso. Junto al lecho encontró a su señor que había caído rendido al sueño velando a su hermano. Con suavidad le toco el hombro para despertarlo.

- Señor. Señor despierte. Señor.

Hernán abrió los ojos sobresaltado y se puso en pie de modo tan rápido que la joven tuvo que dar un paso atrás.

- Gonzalo. – Miro hacia el lecho y después a la joven. – Lucía, ¿qué ocurre? Me he quedado dormido.

- No se preocupe señor. Todo está bien. Sigue descansando. Hace un rato entró María y me dijo que ambos dormían profundamente. No hemos querido molestarle. Pero me temo que ahora no me ha quedado otro remedio. – Hernán frunció el ceño.

- ¿Qué es lo que sucede?

- Tiene una visita. Le espera en el salón.

- ¿Una visita? Que se marche, no estoy para nadie.

- Ya se lo he dicho señor, pero insiste en verle y asegura que si no le recibe, ella misma lo buscara por toda la casa.

- No me lo puedo creer. – Hernán se agacho y puso la mano sobre la frente de Gonzalo, estaba algo tibia. – Lucía, le está subiendo un poco la fiebre, por favor quédate con él. Yo iré a ver que quiere ahora la Marquesa.

Hernán fue hacia la puerta pero antes de abrirla se volvió hacia la joven que ya estaba mojando unos paños en agua fría.

- Cualquier cosa, por pequeña que sea, avísame.

- Sí señor. En su alcoba tiene preparada una muda limpia.

- Muchas gracias.

La joven colocó el paño húmedo sobre la frente de Gonzalo que no se movió ni por un segundo. Hernán seguía en la puerta sin dejar de mirar a la joven. Confiaba plenamente en ella, sabía que cuidaría de su hermano como si de su propia sangre fuera. Irene fue la que eligió a la joven, que junto con María la cocinera, llegaron a la Villa hace unos años. Desde el primer momento confiaron plenamente en ellas, hasta tal punto que junto con los hombres que estaban al servicio en la casa, eran las únicas personas en la Villa que conocían el parentesco que tenían los tres hermanos.

Con una última mirada salio al pasillo para llegar hasta su dormitorio. Sobre la cama encontró la ropa limpia cuidadosamente plegada. Sin perder más tiempo comenzó a asearse y minutos más tarde volvía a recorrer los pasillos. Al pie de la amplia escalera le estaba esperando uno de sus sirvientes.

- Señor, le está esperando en el salón.

- Bien. – Hernán asintió con una mueca de disgusto en el rostro.

- Señor. – El hombre bajo la voz hasta que fue casi un susurro. – Hemos descubierto a dos más.

- ¿Dónde?

- Cerca del convento de las Carmelitas. Parece ser que buscaban al de la otra noche.

- ¿Y bien?

- Ya no buscarán más. – Una peligrosa sonrisa apareció en el rostro del sirviente.

- Buen trabajo.

El hombre realizó una reverencia y desapareció por uno de los pasillos. Hernán observo cómo se alejaba. Se sentía seguro en esa casa, más que en ningún otro lugar, y sabía perfectamente que seguiría siendo así. De eso se encargaban los hombres que aparentaban ser simples sirvientes y mozos de cuadra. Pero había un peligro mucho mayor del que ninguno de ellos podría librarle… y le estaba esperando en el salón.

Desde la puerta la observo jugar con una pequeña copa en sus manos. Estaba de espaldas a él pero la conocía tan bien que podía imaginar perfectamente el gesto de su cara, el desagrado que le producía el tener que estar esperándole. En su interior celebró una pequeña victoria. Le encantaba verla de ese modo. Aunque en estos momentos no tenía tiempo para juegos. Su mente estaba en el piso de arriba, y rogaba porque el tiempo pasase rápido.

- Lucrecia.

- Vaya, vaya. Ya era hora querido. ¿Te parecerá bonito que tenga que estar esperándote?

Lucrecia no se volvió en ningún momento. Hernán no contestó a su irónica pregunta, sino que entró en la sala y llegó hasta la mesa para servirse una copa sin acercarse a la Marquesa.

- Te esperaba para desayunar. Al ver que no acudías, envíe un mensajero a los calabozos. Según parece te encontrabas indispuesto.

- Te han informado bien.

Lucrecia levantó el rostro de la copa para mirarle a la cara.

- Ciertamente tienes mala cara. Esas ojeras te dan un aspecto deplorable.

- No te voy a engañar. No he pasado buena noche. Así que te agradecería que me dijeras lo que has venido a hacer aquí. Quisiera tumbarme un rato.

- ¿Dónde ha quedado tu educación? Antes no me habrías tratado de ese modo. Tendré que tener una charla muy seria con tu querida esposa cuando regrese. No creo que a ella le guste saber ciertos… asuntos.

- Lucrecia, si pretendes amenazarme de algún modo… no tienes nada que hacer. Irene conoce perfectamente todos mis secretos y sabe lo que hago en cada momento… y lo que hice en el pasado. La confianza es plena y mutua. Pero claro, tú no sabes lo que es eso. Sólo confías en ti misma.

- Y me va muy bien así. – Lucrecia respondió con el mismo tono. – Entonces si tanta comunicación tenéis entre vosotros, estarás al tanto de las nuevas sobre su querido tío. – Hernán ignoraba a qué se refería. – Vamos querido, ya sabes a lo que me refiero. Mendoza ya tiene casi un pie en el Papado, lo que sin duda os traerá una nueva posición a vosotros. Tan solo le queda resolver el pequeño inconveniente de ciertos… bastardos que podrían reclamar el derecho al trono.

- No puedo creer que todavía continúes creyendo en esa historia. Hace años que se resolvió ese asunto Lucrecia. Están muertos. Y si mal no recuerdo tu mano estuvo muy presente.

En este caso fue Lucrecia la que se quedó sin respuesta, pero se repuso rápidamente y alzó el gesto para contestar pero unos suaves golpes en la puerta le interrumpieron. Lucía entró en la estancia.

- Señor. Ha ocurrido un incidente que debería atender.

- El señor está ocupado.

- Enseguida voy. La señora Marquesa ya se marchaba.

Lucrecia se puso en pie lanzando una mirada de reproche contra Hernán. Dejó la copa sobre la mesa y comenzó a ponerse los guantes lentamente. Mientras la joven sirvienta iba en busca de la capa de la señora.

- Lo lamento Lucrecia, pero no puedo seguir con esta conversación.

- Parece que los asuntos de tu servidumbre son más importantes que los míos. Pero esto no quedará así, seguiremos con esta conversación cuando y donde no puedan interrumpirnos.

Sin más, Lucrecia salió por la puerta al tiempo que Hernán miraba a Lucía esperando una explicación. La joven permaneció en silencio hasta que la puerta quedó cerrada por completo.

- Lo siento, no quería molestar, pero usted me dijo que…

- ¿Qué le ocurre?

Ambos subían las escaleras casi corriendo.

- La fiebre ha subido y ha comenzado a moverse, pero parece que algo no va bien.

Hernán entró como una tromba en la habitación. Gonzalo sudaba profusamente, murmuraba en sueños y se movía como si algo le doliera.

- Es una pesadilla. – Se sentó en la cama e intentó que dejara de moverse sujetándolo del hombro sano. – Lucia que preparen las hierbas.

- Enseguida.

- Gonzalo, tranquilo… escúchame… es una pesadilla… relájate… Gonzalo…

La frente le ardía y Hernán no conseguía tranquilizarlo.

- No… no… por favor… basta… ellos no… por favor…
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Vie Feb 15, 2013 10:21 pm

31.


Abrió los ojos lentamente, la oscuridad era absoluta así que tanto le daba abrirlos que mantenerlos cerrados, pero al menos así se sentía despierto. Había recuperado el conocimiento, pero ignoraba cuanto tiempo había pasado desde que lo había perdido de nuevo. Intentó moverse pero sólo consiguió que el dolor se hiciera más presente, así que se mantuvo en la posición que sus captores le habían dejado. Notaba los grilletes en sus muñecas y el frío de la roca en su costado, el cual agradeció ya que su contacto le aliviaba en parte.

Tan impenetrable como la oscuridad que le rodeaba, era el silencio. Incluso llegó a preguntarse si los golpes le habían dejado sordo, cosa que no le sorprendería. Demasiado estaba aguantando. Cualquier persona en su situación se hubiera rendido mucho antes, pero él no podía. Tenía que salir de allí vivo, tenía que proteger a su familia, de lo contrario no se lo perdonaría jamás.

Pensó en ellos, sólo el recuerdo de su hijo y de su amada esposa conseguía darle fuerzas. ¿Dónde estarían? ¿Lo buscarían? Confiaba en que estuvieran a salvo de cualquier daño. Confiaba en su gran amigo, él los habría puesto a salvo. Le debía tanto a ese pequeño gran hombre… nunca sería capaz de pagarle todo lo que había hecho por él desde que se encontraron aquella noche en los calabozos.

Un sonido lejano le sacó de sus pensamientos. Era el roce de unas botas. Sin ser realmente consciente de ello comenzó a temblar. Temía que volvieran, aún no estaba recuperado, los últimos golpes le habían dejado muy tocado y estaba seguro que si comenzaban de nuevo, sería la última.

El sonido cada vez era más fuerte, pero a diferencia de las otras veces, no sonaba ninguna cadena ni voces. Parecía que el dueño de las pisadas andaba buscando algo, avanzaba unos metros, se detenía y volvía a avanzar. Escuchó el ruido propio de una llave al ser introducida repetidamente en varias cerraduras, pero ninguna de ellas parecía ser la correcta.

Giró el rostro todo lo que pudo hacia el lugar en donde creía que estaba la puerta e intentó escuchar el sonido. Fuese quien fuese se acercaba al lugar donde él se encontraba. Un nuevo intento de abrir cerradura.

En la oscuridad un pequeño resplandor anaranjado le molestó en los ojos y tuvo que cerrarlos a pesar de tratarse tan solo de una fina línea. Tras unos segundos se obligó a abrirlos de nuevo. El resplandor cada vez era más intenso al igual que el sonido de las botas.

Los pasos se detuvieron, y la llave entró en la cerradura. Con un chasquido el cerrojo cedió y la puerta comenzó a abrirse. La luz fue tan intensa para su vista que enterró el rostro entre sus brazos para protegerse como pudo.

Una figura se recortaba en la puerta de la celda con una antorcha en la mano. Al principio se mantuvo quieta, como buscando en la oscuridad, hasta que entró un paso en la sucia y maloliente estancia. En un rincón, tirado y encadenado, encontró lo que buscaba.

- Dios mío.

Con una mirada hacia el pasillo para cerciorarse de que nadie más le seguía entró y se acercó hasta el cuerpo tembloroso. Dejó la antorcha apoyada en la pared y con la mayor delicadeza posible acercó sus manos para comprobar si era la persona que buscaba.

- Pero… ¿qué te han hecho?

Su cuerpo estaba cubierto de heridas y las ropas hechas jirones apenas le tapaban. Sin perder más tiempo se quitó la capa que portaba y se la echo por encima. Con cuidado intentó verle la cara, pero temía hacerle daño.

- Tranquilo. No voy a hacerte daño.

El herido, al escuchar la voz, pareció relajarse y comenzó a girar el rostro manteniendo los ojos semicerrados para evitar la luz de la antorcha.

- ¿Her… Her… nán?

El pronunciar ese nombre, aún siendo un susurro, fue suficiente para que su garganta y su boca seca se resintieran y le impidiera decir nada más. Pero también fue suficiente para que Hernán esbozara una media sonrisa al comprobar que aún seguía vivo.

- Sí. Soy yo.

Con cuidado lo tomó por los hombros para incorporarlo un poco y apoyarlo en la pared. Mientras que con una mano lo sujetaba, con la otra sacó una bota para darle de beber.

- Vamos Gonzalo, bebe un poco. Voy a soltarte esos grilletes y saldremos de aquí.

Mientras abría los cerrojos que aprisionaban las muñecas, Gonzalo lo miró sin comprender nada.

- ¿Por qué… haces… es… to?

- Eso no importa ahora, tenemos que salir de aquí antes de que nos descubran.

- ¿Pero…?

- Gonzalo, necesitas ayuda, además… - Hernán le miró a los ojos mientras le colocaba bien la capa alrededor del cuerpo. – hace mucho tiempo… te hice una promesa.

- No… no se…

- No hables, apenas tienes fuerzas, y las necesitamos para escapar.

- ¿Cómo has…?

- Agustín.

Ambos se miraron y Gonzalo comenzó a comprender algunas cosas aunque otras se le escapaban.

- No puede… él esta…

- Lo sé, ahora no tengo tiempo de explicaciones y tú no vas a aguantar mucho más. Hace tiempo te prometí que cuidaría de ti y voy a cumplirlo. ¿Podrás caminar? – Gonzalo negó con la cabeza.

- Están… rotas.

Hernán miró las piernas de Gonzalo y se estremeció de pensar en el dolor que estaba soportando. En cualquier momento podría romperse el fino hilo que lo aferraba a la vida. Pensó con rapidez y rogó para sus adentros que aguantara un poco más.

- Bien, entonces te llevaré yo.

Sin esperar más tiempo, tomó en brazos a Gonzalo y se puso en pie. Antes de salir por la puerta se aseguró de que no había nadie por los pasillos. Los guardias estaban dormidos y los que no, ya se había encargado de que no dieran la alarma.

- En cuanto salgamos de esta maldita ratonera te pondrás bien. Confía en mí.

Pero Gonzalo ya no le escuchaba. Las fuerzas le habían abandonado y se hundió en las profundidades de la inconsciencia.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Vie Feb 15, 2013 10:22 pm

32.


- Vamos Gonzalo, despierta…

Hernán seguía intentado que Gonzalo abriera los ojos y dejara de luchar contra la pesadilla que lo tenía atrapado. Sin duda estaba soñando de nuevo con su familia, como casi todas las noches desde que lo rescató de la torre. A pesar de que Gonzalo lo negara e intentara ocultar sus sentimientos bajo una máscara de odio y dureza, Hernán lo había escuchado cientos de veces gritar los nombres en la oscuridad y levantarse por la mañana con unas oscuras ojeras bajo la mirada.

- ¡¡Soltadme!! Ella no sabe nada… por favor… por favor…

Una lágrima resbaló por la mejilla aún con los ojos cerrados. Su voz fue convirtiéndose en un susurro y los movimientos cada vez más débiles como si se hubiera rendido. Hernán continuó hablándole para que despertara. La puerta de la habitación se abrió para dejar paso a la joven Lucía con un vaso en sus manos.

- Tenga señor. María ha conseguido enfríala un poco para que no queme demasiado, pero aún está caliente, tendrá que tomarla despacio.

- Gracias Lucía. Ayúdame por favor. Acércame más cojines, voy a incorporarlo un poco más. Está muy débil y no consigo despertarlo.

- ¿Quiere que le diga a Julio que vaya a buscar al doctor?

Lucía coloco los cojines a la vez que Hernán levantaba con mucho cuidado a Gonzalo sujetándolo con una mano bajo la nuca y la otra en la espalda para acercarlo hacia él.

- No, no es necesario. No es la primera vez que pasa por algo así. - Tras acomodarlo en los cojines mojó el paño en el agua fría para refrescar la frente y el rostro. – Además, no me fío de ese hombre. Nadie debe saber que Gonzalo está aquí.

- No se preocupe por eso señor. Estoy segura que Julio le dejó advertido respecto a ello, y ya sabe lo convincente que puede llegar a ser.

- Sí, pero de todos modos no correremos más riesgos si no es estrictamente necesario.

- Como desee señor.

- Margarita… Margarita….

Gonzalo volvió a murmurar en sueños y comenzó a parpadear. Tanto Hernán como Lucía permanecían junto a la cama. La joven tomo el vaso de la mesita para acercárselo a su señor cuando este lo necesitara.

- Gonzalo. Vamos hermano, despierta. Estas soñando. – Una vez más pasó el paño por el rostro sudoroso por la fiebre y el mal sueño, a lo que Gonzalo respondió con un débil manotazo que Hernán detuvo sin problemas. – Tranquilo. Tienes que tomarte esta infusión, te ayudará a dormir de nuevo. Lucía, acércame el vaso por favor.

- No. – La voz de Gonzalo sonaba débil, pero a pesar de ello se resistía a tomar el remedio.- No quiero dormir, no quiero…

- Ya basta Gonzalo, no eres ningún niño. – Hernán endureció el gesto. – Si de verdad quieres seguir adelante tienes que dejar de hacer tonterías. El doctor ha dicho que necesitas dormir y no moverte de la cama en unos días.

- Déjame. No quiero…

- ¡Escúchame! – Hernán sujeto su rostro para que le mirara a los ojos. – La otra noche dijiste que querías recuperar tu vida, ¿no es así? ¡Pues empieza! Esa caída pudo haberte dejado postrado en la cama el resto de tu vida. ¿Qué harías entonces? ¿Es que no lo entiendes? Has estado a punto de matarte… otra vez. Si lo sigues intentando, lo conseguirás. ¿Quieres volver a tener a tu familia? Pues deja de comportarte como un crío y confía en mi, de lo contrario te dejaré vía libre para que los que te atraparon una vez te descubran y vayan a por ellos. ¿Quieres eso? – Gonzalo bajo la mirada. - ¡Contesta!

- No.

La respuesta fue apenas un murmullo pero suficiente para Hernán que soltó su rostro y miró hacia la doncella que apartada de la cama contemplaba la escena. Lucía entendió el gesto, se acercó hasta la cama y le entrego la infusión. Con una reverencia volvió a alejarse y salió de la habitación dejando solos a los dos hombres.

- Tómatelo. – Hernán le acercó el recipiente y Gonzalo arrugo el gesto al notar el fuerte olor. – Huele horrible y su sabor debe ser peor, pero te ayudará a dormir sin que vuelvan las pesadillas.

Gonzalo tomo el primer sorbo y tuvo que hacer esfuerzos para contener la arcada que le provocó. Hernán esperó paciente hasta que consiguió beber todo el contenido. Tras entregarle el recipiente, Gonzalo toco su hombro vendado.

- Lo tienes dislocado. – Hernán se levantó de la cama. – El doctor lo puso en su sitio y no deberías moverlo en unos días, de lo contrario podría no sanar en condiciones. Lo que realmente me extraña es que no te hayas roto nada. Creo que allá arriba alguien te quiere más que tú mismo.- Gonzalo seguía sin dirigirle la mirada. – ¿Te puedo dejar solo? ¿O volverás a intentar algo?

- Con esa cosa que me has dado dudo que tenga fuerzas para hacer nada.

- De ti no me sorprendería en absoluto, eres capaz de mucho más de lo que aparentas. – Casi en la puerta observaba como Gonzalo pestañeaba tratando de resistirse al sueño. – De todos modos, Julio tiene órdenes de no perderte de vista, al igual que el resto de los hombres.

- Me sacaste de una celda… para meterme en otra. - Sin poder evitarlo más tiempo sus ojos se cerraron.

Hernán continuó unos minutos más en la puerta. La última frase pronunciada por Gonzalo le había hecho daño, pero tenía que mantenerse fuerte.

- Pero al menos te mantengo vivo y lo haré mientras pueda.

Con una última mirada hacia el lecho salió de la habitación.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Vie Feb 15, 2013 10:23 pm

33.


Por el mercado del barrio de San Felipe, Satur iba de un lado a otro buscando los alimentos que pudiera pagar con el poco dinero del que disponían, pero que con mucha imaginación y cariño conseguía convertir en los mejores bocados para su familia. Con un ojo en los puestos y el otro en el jovenzuelo que iba con él poco a poco iba llenando la cesta. Un par de puestos más y se pasaría por la Taberna del Cipri.

- ¡Gonzalillo! Te quieres estar quieto ya que me tienes mareao y deja al gato tranquilo que como te muerda la liamos.

El pequeño, que estaba a punto de dar caza a un gordo gato pardo, hizo un mohín y volvió al lado del hombrecillo.

- Casi lo tenía. Si me hubieras dejado un rato más no se escapa.

- El que no se va a escapar eres tú. Toma. – El hombre le puso un cesto en las manos con una hogaza de pan y alguna verdura. – Y ahora tira pa’ donde el Cipri, a ver si conseguimos que Inés nos regale algún trozo de tocino pal guiso.

Justo antes de llegar los alcanzó Alonso.

- Buenas. ¿Vais a la Taberna?

- Hola Alonso. He estado a punto de cazar al gato del zapatero. – El niño sonreía de oreja a oreja mientras su hermano le escuchaba atento. – Pero Satur me ha regañado y se ha escapado otra vez.

Alonso alzó las cejas y miró a su hermano intentando esconder una sonrisa.

- Y con razón. Más te vale que dejes de intentar atrapar a ese bicho o algún día el que te atrapará será él y luego vendrán los lloros.

- Pero si solo quiero jugar un rato…

- Ya. Ya me conozco tus juegos. Anda dame eso y ve con los gemelos a ver que nueva se os ocurre.

Aún no había terminado de decirlo que el pequeño le había entregado la cesta y corría hacia la posada teniendo que esquivar a un par de hombres que salían por la puerta. Satur y Alonso se miraron entre ellos.

- Se lo tengo dicho a su madre, a este crío le sobran energías. Yo no sé de dónde las saca, ¡si apenas come!

- ¿No será que te haces mayor Satur?

- Pero… y ahora el otro. – Satur le miraba molesto. – Mira chaval que te la ganas tú también. Ya ni respeto, ni gaitas, ni ná… Cualquier día de estos me lío la manta a la cabeza y no me veis el pelo más. Abrase visto…

- Venga Satur, que era broma. – Alonso le palmeo la espalda riendo. – Si nosotros no sabríamos qué hacer sin ti.

- Y ahora peloteo… Anda que…

Ya en la puerta de la Taberna, Alonso le cedió el paso a Satur y ambos subieron las escaleras que daban acceso a la zona de la cocina. Inés y Matilde se movían de un lado a otro cortando alimentos y preparando los guisos que servirían en la comida, mientras que Cipri rellenaba las jarras de vino.

- ¡Muy buenas por la mañana! A ver, ¿qué os pongo?

Cipri dejó lo que estaba haciendo para charlar un rato con los recién llegados.

- Para mí un vinito de ese que estas preparando, y para este… creo que ya tiene bastante con las vistas.

Los dos hombres se echaron a reír mientras que Alonso se ponía colorado al darse cuenta que se había quedado mirando a Matilde. Rápidamente se recompuso y azorado bajó la vista antes de contestar.

- Yo no… no que…

- Vamos Alonso que al final arrancarás. – Cipri seguía riendo.

- Que no quiero nada. Gracias. Solo me pasaba a saludar, tengo que revisar unas trampas que he puesto al amanecer. Si ha habido suerte te traeré alguna pieza. A más ver.

- Espera Alonso.

El muchacho ya había bajado un par de escalones cuando la voz de Matilde le frenó en seco y se dio la vuelta para observarla mientras llegaba hasta él. Los tres adultos les miraban curiosos pero Alonso solo veía a la muchacha.

- Dime.

- ¿Iremos esta tarde a dar un paseo? Ayer no te vi en todo el día.

- Claro, en cuanto pueda me tendrás aquí.

Matilde dibujo una sonrisa y aprovechando que estaba dos escalones más arriba y que los rostros quedaban a la misma altura, le dio un rápido beso en la mejilla que hizo que los adultos volvieran a reír al ver de nuevo el color en el rostro de Alonso. Sin esperar más salió del lugar como alma que lleva el diablo. Matilde volvió a lo que estaba haciendo ignorando los comentarios. Inés se acercó hasta ella riendo.

- Hija, en una de estas lo dejas tieso en el sitio.

- ¡Madre!

Ahora era el turno de que le subieran los colores a la muchacha.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aledis » Sab Feb 16, 2013 4:55 pm

Cada vez está más interesante, Luna Imagen He devorado ahora todos los capis que has dejado desde el jueves y me he quedado encantada Imagen Este Hernán, pese a mostrar su lado protector y fraternal con Gonzalo, no ha perdido su esencia fría y dura; está muy bien dibujado Imagen Y ya te lo dije, pero las descripciones de Alonso me tienen enamoraíta ¡me recuerda tanto a su padre! Imagen
He padecido con toda la crueldad que sufrió Gonzalo en la tortura Imagen No te preocupes por los recuerdos entremezclados con el presente; se ubican perfectamente al leer las conversaciones entre Hernán y los frailes Imagen

Genial!!! Imagen

PD_No he dejado de pensar en el monje embozado que anda por Teruel Imagen Imagen Imagen Hago un llamamiento para que la sra. Lunita nos muestre que la realidad supera la ficción Imagen Imagen

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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Sab Feb 16, 2013 5:29 pm

Ale!!! Imagen Imagen Imagen Imagen Te juro que aún me estoy riendo cada vez que lo pienso Imagen Imagen Imagen Me quedé muerta cuando lo vi. Imagen

Me alegro de que no se produzcan confusiones con los recuerdos y demás, estos capis creo que fueron de los que más me costo escribir Imagen Gracias guapa!!!
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aylynt » Jue Feb 21, 2013 7:58 pm

¡Ay, dios mío! Si hay un montón de capis, luego me pongo!!! Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aylynt » Mar Feb 26, 2013 6:00 pm

Por fin me he podido poner a leer todo lo que me faltaba, jejeje
Poquito a poco se va desvelando la intriga, pero aún queda muchísima, sí señor. Me han gustado todas esas escenas familiares con Sátur, Alonso, Inés, Cipri y Matilde. Es que estoy viendo al par de dos adolescentes, rojos como el tomate Imagen
Sobre la tortura que padeció Gonzalo para salvar al resto de la familia, me produce una pena inmensa, ainsss. Y todavía estoy en trance de asumir ese Hernán cuidador de su hermano, pero ya lo voy consiguiendo.
Quedamos a la espera de la continuación, y sobre todo me gustaría saber la implicación de la Lucre en las torturas, porque fijo que estuvo implicada Imagen Eso de que Gonzalo prefiriera casarse con Margarita.... Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Lun Abr 15, 2013 10:16 pm

Me acerco hasta este rinconcito con más vergüenza que otra cosa, porque hace muuuuucho tiempo que dije que iria publicando todo lo que tengo publicado en el foro de rtve y no ha sido así. Lo siento de veras. Se me había ido totalmente Imagen Imagen Imagen

El caso es que ayer me vino un poco la inspiración y al ponerme a escribir recorde que aqui tenia tarea pendiente, y ahora que tengo un ratillo os voy a dejar un poquillo. Aviso que lo nuevo (para las que lo habeis seguido en el otro foro) aún tardará en llegar, pero hasta entonces, espero que lo disfruteis.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Lun Abr 15, 2013 10:17 pm

34.


Hernán galopaba por el camino hacia el Monasterio de los Franciscanos. No tenía mucho tiempo puesto que tenía que estar en los calabozos y además quería volver a casa para comer y vigilar el estado de Gonzalo. Confiaba en sus hombres pero del que no se fiaba era de su hermano.

Antes de llegar a los terrenos del monasterio vio a dos monjes que caminaban tranquilamente con las capuchas de los hábitos descubiertas. Hernán reconoció al que andaba buscando y se bajó del caballo para acercarse a ellos.

- Padre Simón.

- Comisario. – El viejo monje se detuvo mientras que el otro continuaba su camino. - ¿Qué le trae por aquí?

Cerca del lugar, Alonso terminaba de guardar los conejos que habían caído en sus trampas. Estaba a punto de marcharse cuando divisó a los dos hombres. La curiosidad le pudo y trató de acercarse lo más posible sin que le descubrieran. Desde allí no podía escuchar bien, sólo le llegaban pequeños retazos de conversación pero suficientes para que su cabeza empezara a tramar un plan.

- Padre, me temo que hay nuevos problemas.

- ¿Qué clase de problemas? ¿Le ocurre algo? ¿Esta bien?

- Nada que un poco de tiempo y mano dura no puedan solucionar, aunque ya le conocéis. No sé cómo voy a sujetarlo. Ha descubierto parte de la verdad y no parará hasta descubrirlo todo. Temo que haga algo que le ponga en peligro.

- Debes mantenerlo alejado. No podemos relajarnos.

- Lo sé, pero hay más. – Hernán miraba a un lado y otro continuamente. – Mendoza.

- Lo sé.

- ¿Cómo? ¿Por qué no se me ha avisado?

- No alces la voz. Ven esta noche y te pondré al corriente.

Hernán no dijo nada más y volvió a subir al caballo alejándose al galope. Alonso permaneció agachado un rato más intentando encajar las piezas.

Estaba claro que el Comisario y el Padre Simón se traían algo entre manos, pero no había logrado escuchar más que palabras sueltas que no le decían nada. Fuera lo que fuese, el comisario estaba enfadado y hasta parecía que nervioso. No se había equivocado al sospechar del Padre. A la noche volvería y trataría de entrar en el Monasterio. Tal vez pudiera enterarse de más cosas.

Decidido y convencido de que el comisario ya estaba suficientemente alejado, tomó el zurrón y marchó para la casa.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Lun Abr 15, 2013 10:19 pm

35.


La noche era bastante fría y llevaban ya un buen rato escondidos en los setos que rodeaban la tapia del Monasterio. Satur se removía tratando de desentumecer los músculos que se le estaban quedando agarrotados.

- Vale, sólo una vez más… ¿puedes volver a explicarme que demonios hacemos aquí? Me estoy quedando doblao.

- ¿Otra vez? Ya te lo he dicho, esperamos al Comisario. Una vez que entre, saltaré la tapia e intentaré llegar hasta donde se reúnan. – Alonso no se volvió mientras le hablaba sino que permanecía atento a las sombras del camino. – Estoy seguro que nuestro monje tiene algo que ver con ellos.

- Y vuelta la burra al trigo.

- Shhhh, silencio. Se acerca alguien.

Dos jinetes se acercaban al galope. Iban cubiertos con una capa provista de embozo y sombrero de ala ancha, con lo que no se les veía el rostro. Al llegar a la puerta, uno de ellos desmontó y le entregó las riendas al que permanecía sobre su montura.

- Vigila, si ves algo raro da la alarma y saldré por el otro lado.

- Sí señor.

Desde donde estaban, Alonso pudo reconocer al Comisario cuando este se acercó a las antorchas que alumbraban la puerta del monasterio. Una sola llamada y la puerta se abrió lo justo para que Hernán la atravesase.

- Bien. Me toca. Espérame aquí volveré pronto.

- Quieto ahí parao. ¿Pero es que no has visto que ha dejado al perro?

- ¿Qué perro? Anda Satur suéltame que lo voy a perder.

- Que no te suelto, que tu no vas a saltar nada con ese tío ahí plantao.

- Satur, ya vale. – Alonso consiguió soltarse de las manos de Satur. – Entro, escucho lo que vayan a decir y vuelvo, es pan comido. Ya lo verás.

A lo que el hombre logró reaccionar para volver a agarrarlo, Alonso ya se encaramaba a la tapia amarrándose a los pequeños salientes que dejaban las piedras de la construcción.

- Este se me descalabra. Y luego las culpas pal el Satur. Y yo que creía que se habían acabado las misiones. Este va a ser peor que el pájaro. – Satur miró hacia el cielo. – Al menos Amo, usted iba disfrazao, de lagarterana… pero disfrazao. Pero no se preocupe que no permitiré que le pase nada.

Amparado en las sombras, Alonso consiguió llegar hasta el claustro por dónde había caminado unos días atrás junto al monje. No veía a nadie pero el silencio del lugar le permitió escuchar el sonido de unos pasos y murmullos cerca de él. Tenía que acercarse más pero podría ser visto y no podía correr riesgos, así que se concentró en agudizar el oído.

- ¿Entonces es cierto lo que me insinuó la Marquesa? ¿por qué no se me ha informado? – Hernán estaba empezando a perder la paciencia. – Creo que soy el más perjudicado con la situación. ¿Cómo ha sido?

- Tranquilízate. No conviene que nadie más escuche nuestra conversación. Lo único que puedo decirte es que se han tomado medidas.

- ¿Qué clase de medidas? ¿Qué es lo que sabe ese malnacido?

- Según nuestros informadores, sabe poco, pero suficiente para ponernos nerviosos. No puedo decirte nada más, por ahora.

- ¿Sospecha de algo?

- No lo sé. Por el momento sólo lo ha dejado caer, lo que no significa que piense que le engañamos y que le dimos gato por liebre. Pero siempre ha tenido ciertas sospechas. Tenemos que conseguir que no siga por ese camino o tendremos problemas.

- Bien. ¿cuál es el plan?

- El plan es

El viejo monje giró el rostro en dirección a los pasillos del claustro y frunció el ceño. Hernán hizo lo mismo. Ambos habían escuchado un ruido y salieron de las sombras para ver qué ocurría.

Alonso maldijo entre dientes y se encogió más en el pequeño hueco tras uno de los bancos, si lo descubrían estaba muerto.

El comisario caminó unos pasos a su alrededor y volvió junto al monje.

- Aquí no hay nadie, habrá sido alguna rata.

- Puede ser, pero no tentaremos más a la suerte. No vuelvas por aquí, cualquier cosa te lo haré saber.

- Pero… no puede dejarme así. Tiene que decirme lo que sabe.

- Aquí no. Nos veremos pronto. Ya sabes dónde. Y ahora márchate.

Alonso esperó a que los dos hombres se alejaran para salir de su escondite y regresar por dónde había entrado.

Satur no quitaba ojo del hombre a caballo. No se había movido del lugar pero parecía atento a cualquier movimiento y sonido que pudiese darse a su alrededor. De pronto la puerta se abrió y pudo ver al Comisario tomar las riendas y montar de un salto. Sin una palabra los dos jinetes salieron al galope por el camino. Instantes después de que los jinetes se alejaran sintió un golpe a su espalda y una mano en su hombro. Estuvo a punto de soltar un grito, pero la mano fue más rápida y le tapó la boca.

- No grites.

Alonso habló bajito a la vez que le quitaba la mano de la cara. Satur lo miró de hito en hito y se llevó la mano al pecho.

- ¿Pero tu qué quieres mandarme pal otro barrio? La madre que… ¿no sabes llegar de otro modo?

- Vámonos, y no hagas ruido. Casi me descubren.

- ¿Cómo? ¿Cómo que casi?

- Luego te lo cuento, pero ahora vámonos.

Agachados y entre la vegetación Satur y Alonso se internaron en el bosque ocultos en las sombras. Mientras caminaban de vuelta a la casa Alonso le puso al corriente.

- Apenas podía escuchar lo que decían, los dos hablaban casi en susurros y escondidos en uno de los pasillos. Al moverme hice más ruido del deseado y me oyeron. Los dos se callaron y dijeron que se volverían a reunir, pero sin decir dónde. Así que no he podido enterarme de mucho. Solo escuché un nombre. Mendoza. ¿Te dice algo?

- Mendoza… Mendoza… Pues así a pelo…

- Sea quién sea les va a traer problemas. Y no va a ser el único.

- Alonso… que me conozco ese tono y nunca trae nada bueno.

- Ahora tengo que averiguar dónde será la próxima reunión.

Satur no dijo nada más, tenía muy claro que tanto si quisiera como si no, Alonso iba a hacer lo que le diera la gana y cuando se ponía tozudo con algo no paraba hasta resolverlo.

- Nada, como si oyera llover. – Satur murmuraba para sí. – Si cuando digo que por mucho que vea una pared delante de él, hasta que no se la pega contra el muro no para…que paciencia…

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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Lun Abr 15, 2013 10:22 pm

36.


Ya era bien entrada la mañana. Por la luz que entraba por su ventana calculó que sería cerca de medio día, pero él había despertado bastante más tarde lo habitual. Sin duda la infusión que le obligaban a tomar tenía gran parte de culpa, pero debía reconocer que gracias a ella se sentía descansado y había logrado dormir toda la noche del tiron sin que los sueños le atraparan. Su estómago se quejó puesto que no había probado bocado desde hacía horas pero no estaba dispuesto a esperar que le llevaran algo.

Con algo de esfuerzo retiró las mantas que le cubrían e intentó moverse un poco, teniendo en cuenta que el brazo derecho lo tenía totalmente inmovilizado la tarea no era fácil. Al final logró sacar las piernas de su encierro y se sentó al borde de la cama. Le dolían las costillas al respirar pero nada que no pudiera soportar. Tras unos minutos en esa posición decidió ponerse en pie.

Nada más hacerlo tuvo que cerrar los ojos y agarrarse a uno de los barrotes del cabecero de la cama para evitar una caída producida por un fuerte mareo. Recuperado, en parte, volvió a abrir los ojos y centró la mirada en un punto de la pared opuesta sin soltarse aún de su agarre. Demasiado tiempo en la misma postura y el golpe en la cabeza le estaba pasando factura.

Finalmente se atrevió a soltar su mano e intentar dar un primer paso. Algo torpe al principio, la pierna que había recibido todo el golpe comenzó a responder y aguantar su peso aún con molestias. Tras unos pocos pasos más por la habitación y comprobado que con una pequeña cojera era capaz de caminar por sí mismo, abrió la puerta de la habitación.

Miró a un lado y otro del pasillo sin ver a nadie. En principio su idea era llegar hasta las cocinas para comer algo pero seguro que allí habría alguien que le obligaría a regresar a la cama siguiendo órdenes estrictas de Hernán. Así que lo pensó mejor y haciendo oídos sordos a la protesta de su estómago, tomó la dirección contraria para bajar por la escalera que daba al exterior.

Paso a paso, despacio y teniendo que descansar cada poco tiempo, recorrió el largo pasillo. Casi en el borde de la escalera sintió que no estaba solo en el lugar. Sin volverse a mirar se dirigió a la figura que envuelta en sombras le observaba sin hacer ningún movimiento.

- Se que Hernán te ha ordenado que no me pierdas de vista. También se perfectamente en el lugar exacto en el que te encuentras, así que da la cara de una vez.

Julio salió de su escondite casi al lado de Gonzalo y se acercó hasta él. Era un hombre algo más pequeño que Gonzalo, pero bajo su ropa sencilla de criado se escondía un cuerpo curtido en la lucha tanto a espada como a cuerpo limpio. Por lo poco que había escuchado Gonzalo de él, sabía que si se lo proponía podría reducirlo sin el menor esfuerzo dado el estado en el que se encontraba. Aún así no iba a dejar que lo manejaran.

- Señor, le ruego me disculpe, pero debo pedirle que regrese a su habitación. El señor ha dejado claro que no debe hacer esfuerzos, cualquier cosa que necesite le atenderemos al momento.

- No necesito nada. Puedes irte.

Gonzalo hizo amago de empezar a moverse pero Julio se posiciono delante de él impidiendo su paso.

- De nuevo debo pedirle que regrese.

- Voy a salir a que me de un poco el aire, me tenéis encerrado como a una bestia.

El tono de voz usado por Gonzalo cada vez era más acerado y su mirada podría fulminar a cualquiera salvo al hombre que tenía frente a él. Con razón Hernán le había dejado al cargo de lidiar con él.

- Lo siento, pero no voy a dejarle salir.

- Retírate. – La orden susurrada entre dientes era prácticamente una advertencia.

- No.

- Puedes hacer lo que quieras, retirarte de mi camino, obligarme por la fuerza o seguirme, pero está muy claro que voy a salir de esta casa. Es mi última palabra y te aseguro que voy a cumplirla.

Julio observo la determinación en la mirada de Gonzalo y comprendió que no conseguiría que diera su brazo a torcer, así que tomo la decisión de seguirlo a una prudente distancia.

- Como desee. – Dijo a la vez que se retiraba de su camino.

Las escaleras fueron un duro tramo, pero sabiendo que Julio le seguía, aguantó sin quejarse y sin apenas dar muestras de debilidad. Ya en la puerta que daba a la parte de atrás de la casona el aire fresco y puro le acarició el rostro y le llenó los pulmones, dándole nuevas fuerzas para continuar con su caminata.

Miró hacía los establos y calculo el tramo y sus propias fuerzas. A pesar de que el recorrido no era muy grande, el no tener ningún posible punto de apoyo para descansar unos segundos le hizo dudar. Julio notó su estado y se acercó hasta él.

- Si lo desea puede apoyarse en mí.

Gonzalo le miró fijamente a los ojos unos segundos. Se enderezó, tomó aire y sin contestarle comenzó de nuevo a caminar. Al llegar a la puerta de los establos no le quedó más remedio que sujetarse a ella, le faltó muy poco para no alcanzarla, pero dentro de él sentía que había ganado a pesar de la nula confianza del hombre que le seguía.

Con la luz de la mañana pudo ver el lugar mucho mejor que la noche pasada. Los animales estaban cada uno en su establo y otros recintos se encontraban vacíos, posiblemente se trataban de los animales pertenecientes a los guardias y a Hernán que estaban fuera de la casa. Dos muchachos se movían de un lado a otro atareados en atender a los animales. Al fondo se escuchaba el fuerte relinchar de uno de los caballos.

Gonzalo levantó la cabeza ya recuperado del esfuerzo y enfocó su vista hacia el lugar de donde provenía el sonido. Sabía que se trataba del mismo caballo que había montado y sin pensarlo dos veces, y apoyándose de vez en cuando en las paredes, se encaminó hacia allí. Los muchachos se sorprendieron al verlo llegar pero una mirada de Julio les basto para dejar de prestarles atención y seguir con sus tareas.

Un nuevo relincho sonó en el establo. Paso a paso Gonzalo llegó hasta la puerta que cerraba el paso al animal. Este, al notar la cercanía de los hombres, se removió y relinchó más fuerte todavía a la vez que se encabritaba lo máximo que le dejaba el espacio de que disponía, dando a entender su enfado.

- Señor, aléjese de ese animal. Es peligroso.

Gonzalo hizo oídos sordos y ni siquiera se molestó en mirar a Julio que, algo nervioso por lo que pudiera suceder, no quitaba ojo de cada uno de los movimientos del caballo. Por su parte, Gonzalo corrió el cerrojo de la puerta y la abrió para entrar en el pequeño recinto. Uno de los muchachos se acercó hasta ellos y quedó a escasos metros sin saber qué hacer, esperando instrucciones o más bien atento a lo que pudiera pasar.

El caballo estaba sujeto por una cuerda desde la cabezada a una argolla en la pared. Al igual que la primera vez, se acercó lentamente hasta el animal para no asustarlo. Sin embargo en esta ocasión, el caballo le ofreció un fuerte golpe de cabeza en el pecho que le hizo tambalear. Tanto Julio como el muchacho se lanzaron para sujetarlo pero no fue necesario puesto que Gonzalo logró aferrarse a otra de las argollas para mantener el equilibrio.

- Señor, salga de ahí.

- Dejadme. Sé perfectamente lo que hago.

- Pero…

- ¡Silencio!

Gonzalo respiró varias veces para recuperarse, el golpe le había dado de lleno en el hombro y las costillas magulladas pero podía aguantar un poco más. Sin dejar de mirar al caballo se soltó e intentó acercarse una vez más. El animal pateaba en el suelo y movía la cabeza sin perderlo de vista, preparado para una nueva muestra de fuerza.

- Tranquilo… no voy a hacerte daño… Tranquilo bonito.

Las palabras susurradas parecían lograr poco a poco su objetivo, con gran lentitud Gonzalo se acercaba al flanco derecho del animal hasta comenzar a acariciar el cuello vigilando en todo momento la pata que seguía golpeando el suelo con fuerza.

- Eso es. Tranquilo, solo quiero echarte un vistazo.

Con cuidado y tanteando cada movimiento fue poco a poco acariciando el lomo del nervioso animal. Con un simple vistazo había visto que la pata trasera no estaba bien, se veía inflamada y el casco reposaba tan solo la punta. Estaba a punto de rozar la zona cuando tuvo que echarse para atrás para evitar un nuevo empujón.

- Este animal necesita cuidados. Tiene la pata inflamada. ¿Por qué no se le ha puesto remedio?

- Señor, lo hemos intentado, pero no permite que nadie se acerque. – El mozo miraba al caballo y al hombre que le exigía respuestas, sin saber muy bien quien le producía más temor. – Ya ha mordido a dos hombres y un tercero recibió una coz que lo dejó malparado.

- Eso no me vale. Trae ahora mismo agua helada y algo para preparar un vendaje.

El muchacho salió rápidamente a cumplir lo que le ordenaron. Gonzalo continuaba acariciando al animal que poco a poco parecía aceptarlo. Julio seguía sin fiarse de las reacciones del caballo.

- Señor, si me lo permite, no tiene por qué ocuparse del cuidado de este animal. Para eso están los mozos.

- No te he pedido tu opinión. – Julio apretó la mandíbula pero no dijo nada. - Es un caballo precioso y muy rápido.

- Así es. Es un pura sangre, regalo del Cardenal Mendoza para la señora. Aunque ella nunca lo ha montado.

- Pronto lo hará. Conozco a Irene y ella pensará lo mismo que yo.

- Es posible, pero dudo que este animal continúe mucho más tiempo en estos establos.

- ¿A qué te refieres?

- Tengo entendido que el señor ha decidido desprenderse de él tras el incidente.

- El “incidente” como tú lo llamas, no fue culpa del caballo.

- De todos modos es un animal muy nervioso y peligroso. Tan sólo un loco o un suicida querría montarlo.

Al escuchar la última frase Gonzalo se volvió a medias con una dura mirada. Fue entonces cuando Julio comprendió que el caballo no saldría de los establos por mucho que Hernán quisiera.

- Es perfecto. ¿Cuál es su nombre?

- Sombra. Le pusieron ese nombre por su color, en una noche sin luna es casi imposible distinguirlo de la oscuridad.

- Sombra. – Susurro Gonzalo. – Un nombre muy adecuado.

El muchacho regresó con todo lo necesario para atender la pata herida del caballo. Al notar su cercanía el animal volvió patalear con fuerza y a tirar de la cuerda que lo mantenía sujeto. Gonzalo no se separó de él, al contrario, con la mano sana siguió acariciando su cabeza para volver a tranquilizarlo.

- Acércate. – El muchacho no se atrevía a entrar en el recinto. – No te hará nada mientras yo esté aquí.

Pasaron unos minutos en los que el mozo realizó los cuidados necesarios con bastante miedo, pero como dijo Gonzalo, Sombra no hizo ningún amago de ataque. Terminado el trabajo los dos salieron del lugar y cerraron la puerta. Gonzalo se sentía agotado y necesitaba tumbarse un rato, así que con esfuerzo comenzó a caminar por el establo. El animal, en cuanto notó que se alejaba, volvió a relinchar con fuerza hasta que Gonzalo se volvió para mirarlo.

- Quiero que reciba todos los cuidados necesarios.

- Así se hará, señor.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Lun Abr 15, 2013 10:23 pm

37.


Ya no podía más y se dejó caer pesadamente sobre la cama. No lo admitiría y mucho menos delante de Julio que lo había seguido hasta la misma puerta de la habitación, pero si llega a estar unos metros más lejos no hubiera logrado llegar. Le dolía todo el cuerpo, y los dos golpes recibidos le habían hecho mucho más daño del que había dado a entender, pero no culpaba al animal. En cierto modo los merecía, fue por su culpa que el caballo se lastimase y podría haber sido mucho peor. Sentado en el borde de la cama y encogido sobre sí mismo trataba de recuperar una respiración normal. Estaba a punto de tumbarse cuando la puerta se abrió violentamente.

- ¿Se puede saber a que estás jugando?

Hernán entró como una fiera aún vestido con la capa y los guantes en una de sus manos. Gonzalo no se molestó en mirarle.

- Parece que ya no recordamos el significado de una puerta cerrada.

- Guárdate la ironía para otro, Gonzalo. Te dije que no salieras de casa y mucho menos que te acercaras a esa bestia.

- No han tardado en ponerte al corriente. – Gonzalo respiró profundamente y levantó la mirada hacia su hermano mayor. – Me prohibiste salir de casa, y hasta dónde yo sé, los establos están dentro de tu propiedad. Así que no he incumplido la condena.

- ¿Te parece divertido?

- ¿Acaso me estoy riendo?

- No se trata de ningún juego, cualquiera podría verte y reconocerte. Aquí estas a salvo, es el único lugar en dónde nadie te descubrirá.

- Si piensas que me voy a quedar el resto de me vida encerrado en esta casa estás muy equivocado. Ya he paseado por la Villa y nadie me ha reconocido. Tú mismo lo dijiste. Estoy muerto. Y los muertos no caminan.

Gonzalo se levantó con esfuerzo de la cama y llegó hasta la chimenea cojeando considerablemente. No quería volver a discutir, estaba demasiado cansado para ello.

- Y como no guardes reposo tus palabras se cumplirán. – Apoyado sobre el borde de la chimenea, de espaldas a Hernán, Gonzalo cerró los ojos unos segundos. – Sé que te duele la pierna, apenas puedes echar peso en ella. Julio me ha contado lo que has hecho y que no has permitido que te ayudara ni una sola vez. No tendrías que haberte molestado, mañana mismo ese animal será sacrificado.

- No te atreverás.

- Sabes que sí. Si de ese modo consigo que dejes de hacer locuras lo haré. Y ahora te dejo solo. Le he pedido a Lucía que te traiga algo de comer. Tengo trabajo que hacer, si quieres algo estaré en mi despacho.

Y sin más salió de la habitación dejando a Gonzalo en la misma posición. Tras un par de minutos se sentó en una de las butacas junto al fuego. Sin dejar de mirar las llamas su cabeza no dejaba de dar vueltas a todo lo que había pasado en estos últimos días. Por un instante creyó que la vida volvía a tener sentido al descubrir que su familia estaba viva, pero todo volvió a hundirse en el pozo sin fondo en el que nadaba desde hacia años.

Su mente vagó sin rumbo perdida en el danzar de las llamas.

Cerró el grueso libro y con un suspiro se levantó de la mesa para colocarlo en su lugar. La casa estaba silenciosa, todos dormían ya, pero él no lo lograba, no dejaba de dar vueltas a todo lo que había encontrado de su pasado. No entendía nada. Había estado a un paso de descubrir quién era su padre, todo apuntaba en una dirección, pero no podía ser. Tenía que averiguar más cosas, pero cada paso que daba se transformaba en un camino de arenas movedizas cada vez más peligrosas. Habían salido de esa trampa por muy poco, no quería correr más riesgos que pudieran costarle la vida, la suya o la de Satur. Esto último no se lo perdonaría.

Sentado en el pequeño taburete se llevó las manos a la cabeza tapándose los ojos y después enredándolas en su cabello. Poco tiempo después sintió unas manos suaves y delicadas sobre su nuca.

- Vas aprendiendo. Dentro de poco lograrás sorprenderme.

- Mentiroso. Llevo un rato observándote y no te has enterado. Tengo un buen maestro y pronto conseguiré ser más rápida que él. – Margarita masajeaba la nuca y hombros de su marido mientras él mantenía la misma posición. - ¿Por qué no vienes a la cama? Ya es muy tarde.

- No puedo dormir y no quería despertarte.

- Tienes el cuello muy rígido, si vinieras conmigo seguro que conseguiría relajarte.

Las últimas palabras susurradas muy cerca de su oído, las manos bajando por su pecho y el húmedo beso cerca de la comisura de la boca, eran una invitación más que evidente.

- Creo que conseguirías todo lo contrario mi amor.

Con un ágil movimiento rodeó la cintura de Margarita y la sentó en sus rodillas abrazándola fuertemente hundiendo su cabeza en el hueco de su cuello. Margarita se dejó hacer y acarició la espalda de Gonzalo apoyando su rostro ladeado sobre la cabeza de él y sintiendo su cálido aliento en el cuello.

- Dime qué es lo que te preocupa, ¿tal vez pueda ayudarte?

Gonzalo no respondió a la pregunta. Se limitó a estrechar más el abrazo. Margarita sabía que, desde hacía días, algo no iba bien. Andaba más callado que de costumbre, apenas dormía y cuando lo lograba no dejaba de dar vueltas y murmurar en sueños. Cada día que pasaba las ojeras marcaban más su rostro y el cansancio poco a poco le iba debilitando. Margarita tenía miedo de que eso pudiera ponerle en peligro cuando salía por las noches como Águila, pero también sabía que no lograría que le contara toda la verdad por mucho que insistiera. Así que siguió acariciando su espalda en silencio.

- Gracias.

La voz de Gonzalo sonó amortiguada por el cabello de Margarita. Esta frunció el ceño al escucharlo y puso las manos en su cabeza para obligarlo suavemente a mirarla a la cara.

- ¿Por qué?

- Por estar aquí, por perdonarme todo lo que te he hecho, por entenderme sin palabras, por abrazarme, por esperarme cada noche, por despertar cada mañana a mi lado, por… por ser como eres. No puedo imaginar vivir ni un solo minuto sin ti. Te necesito.

- Cariño… yo no…

Margarita estaba emocionada, no le salían las palabras así que acercó su rostro al de Gonzalo y le dio un suave beso en el que le demostró todo el amor que sentía. Cuando se separaron ambos se miraron a los ojos y volvieron a abrazarse.

- Ven a la cama. Hace frío sin ti a mi lado.

Margarita fue la primera en deshacer el abrazo y se puso en pie.

- Voy enseguida. Dame un minuto por favor.

- Un minuto. – Margarita le acarició el rostro y caminó hacia la habitación, antes de salir de la estancia se volvió hacia él. – No me hagas volver a buscarte.

Gonzalo la siguió mirando hasta que salio, se levantó y se agachó junto al fuego para colocar un par de troncos para que no se apagara.

Los recuerdos se esfumaron con el humo de las llamas y regresó al duro presente. Sus ojos estaban húmedos y al cerrarlos una pequeña lágrima rodó por su mejilla.

- Volveré a tu lado. Te lo juro.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aledis » Mar Abr 16, 2013 10:06 pm

Aiiinnnsssss, qué bien que te has animado a continuar!!! Imagen La verdad es que los últimos capis no los recuerdo tanto como los primeros, pero el último trocito parece que lo he leído ayer; se me debió de quedar grabado, xD Imagen

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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor red_eagle_ » Jue Feb 13, 2014 3:13 pm

ayyy!! me han encantado todos los relatos! el último en especial!!
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Sab Feb 15, 2014 12:06 am

Gracias por el comentario. Aún no esta acabado, espero poder lograr algún día salir del berenjenal en el que me metí Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Monimott » Dom Nov 09, 2014 8:36 pm

Querida Luna: lo he leído todito, ¿no hay más? Imagen No es por presionar ni nada parecido Imagen Imagen Imagen, de verdad. Me ha encantado y, como comentaban las chicas, esto es como viajar a la temporada veintitantas por lo menos: ese misterio, ese Hernán que me parece que se comporta como lo va a hacer el de la temporada 6 tras descubrir el pastel fraternal: amable y todo, que Gonzalo haya estado encerrado tanto tiempo y su hermano lo haya rescatado, lo de las piernas rotas (el summum de las pupas Imagen ), que tenga un mini Gonzalo clavaíto a él y no lo supiera, que su familia lo crea muerto, los recuerdos de Marga... Maravilloso de principio a fin.
A esperar pacientemente algún progreso en la historia Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Aylynt » Lun Nov 10, 2014 4:45 pm

Querida Luna: lo he leído todito, ¿no hay más? Imagen No es por presionar ni nada parecido Imagen Imagen Imagen, de verdad. Me ha encantado y, como comentaban las chicas, esto es como viajar a la temporada veintitantas por lo menos: ese misterio, ese Hernán que me parece que se comporta como lo va a hacer el de la temporada 6 tras descubrir el pastel fraternal: amable y todo, que Gonzalo haya estado encerrado tanto tiempo y su hermano lo haya rescatado, lo de las piernas rotas (el summum de las pupas Imagen ), que tenga un mini Gonzalo clavaíto a él y no lo supiera, que su familia lo crea muerto, los recuerdos de Marga... Maravilloso de principio a fin.
A esperar pacientemente algún progreso en la historia Imagen
Casualidades de la vida, el otro día tuve ocasión de hablar con Luna y se lo dije, Imagen que cuando pensaba seguir con la historia, que nos la dejó a mitad. A ver si se anima a continuarla Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Vie Nov 14, 2014 11:48 pm

Moni muchisimas gracias por tus palabras Imagen , me alegro tanto de que te haya gustado este berenjenal que empece hace... bufff ya ni me acuerdo Imagen y que tampoco tengo idea de cómo ni cuándo seguirlo.

Como bien dices, al igual que el resto de las loquillas que pululan por aqui, mi idea al empezar a escribir este relato era alejarme totalmente en el tiempo, para de este modo, poder inventarme una historia paralera que no pudiera interferir con la historia real de la serie. Aunque con el paso del tiempo parece que algunas cosas coincido con los guionistas Imagen Imagen

Puede que en muchas cosas me haya pasado un poco, lo del summun de las pupas (esto me ha encantaó Imagen Imagen Imagen ) tiene su por qué, y lo explicaré, porque... a ver quién es el guapo que es capaz de encerrar a Gonzalo durante mucho tiempo sin debilitarlo un poco... ahi lo dejo :wink:

El hecho de que Hernán sea tan "hermano mayor" y protector con Gonzalo, desde el minuto uno he creido que Hernán tiene una parte oculta y que algún día nos lo mostrarán, y parece que poco a poco va a salir a flote también en la serie. A ver!!!

Ayly ya me cantó las cuarenta el otro día Imagen Imagen y que conste que me puse a releer todo lo que tengo para ver si llega la inspiración de nuevo, pero... va a ser que las musas no están por la labor Imagen Imagen

Lo reconozco estoy completamente en blanco, tengo cosillas escritas pero nada que me guste o bien no lo puedo enlazar con el resto. Pero lo tengo que acabar si o si porque no me gusta dejar las cosas a medias. Si algún día consigo enlazar algo espero que quede alguna de vosotras dispuesto a leerlo Imagen

Gracias mil por seguir ahi!!!

Imagen Imagen Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Monimott » Sab Nov 15, 2014 8:41 pm

Tengo paciencia infinita, así que me quedo esperando a que algún día veas la manera de continuar. ¡Sin prisas! Y, por supuesto, aquí estaré para leerlo. Será un placer.
Gracias por explayarte una chispita, ha sido como escuchar en mi cabeza el audio con los comentarios extra de la directora en el DVD escritora explicándolo todo Imagen
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Sab Nov 29, 2014 12:13 am

Andaba yo revisando mis notas y releyendo tooodo lo que tengo escrito y resulta que me acabo de dar cuenta que el en foro de rtve (donde empezó a gestarse este berenjenal Imagen ) hay algún capi publicado que aquí no esta, así que vengo a traerlo.

Las musas siguen sin dar señales de vida, pero al menos voy centrandome en lo que quiero seguir contando. Gracias mil por vuestra paciencia Imagen Imagen

Seguimos:
38.

Hernán entró en su despacho y tiro los guantes y la capa sobre uno de los anchos sillones junto a la chimenea. Tras quitarse la chaqueta y dejarla sobre la silla, se acercó hasta una de las estanterías para coger una pequeña caja de madera sencilla. La abrió y sacó una llave de su interior, dejando la caja donde estaba. En el mismo mueble, un par de estantes más arriba, retiró unos gruesos volúmenes para dejar al descubierto una portezuela en la pared con una cerradura en dónde la llave entro con suavidad. Tuvo que estirarse un poco para alcanzar el contenido, pero al sacar la mano, en ella había varios pliegos de papel antiguos y algo deteriorados.

Sentándose en el sillón de su escritorio, dejó los pliegos doblados sobre la mesa con cuidado de que no sufrieran más desperfectos. No necesitaba leerlos, se los sabía de memoria, de tantas veces que los había leído una y otra vez hasta que consiguió creer lo que decían. Tan solo un nombre se apreciaba sin tener que abrir la carta.

“Hernán”

Pasó la mano sobre el gastado papel sin llegar a tocarlo y en su mente las palabras volvieron a formarse.

Hernán,
No deberías estar leyendo esta carta, en realidad debería haber sido yo quién te lo contara de palabra, pero si ha llegado a tus manos es que han acabado conmigo y que tu vida está el peligro al igual que la de tus hermanos.
Sí, has leído bien. Tus hermanos.
Te conozco mucho mejor de lo que crees y sé que ahora mismo estas pensando que soy un loco que no sabe lo que dice. Pero te aseguro que mi cabeza está en perfecto estado, al menos mientras escribo estas líneas, y que lo que te estoy contando es la absoluta y pura verdad.
La persona que te ha entregado la carta es mi gran amigo y hermano Simón. Confía en él, al menos como lo hiciste un día en mí hace tanto tiempo. Él conoce todos mis secretos y sabrá entregarte esta carta en el lugar y el momento adecuado.
Antes de continuar te ruego que leas todo lo que tengo que decirte. Sé que muchas cosas no podrás entenderlas. Solo espero que el tiempo cure tus heridas, muchas de las cuales las he causado yo mismo, y que algún día seas capaz de perdonar todo el dolor que has sentido. Durante todo este tiempo he deseado poder contarte la verdad, pero fuerzas superiores a mi me lo han prohibido. Ahora las cosas han cambiado, sé que van a por mí y también sé que no me queda mucho tiempo, pero no podía marcharme sin contarte toda la verdad.
Empezaré por el principio, aunque algunas cosas no puedo explicarlas porque debe ser otra persona quién lo haga. Confío en que llegado el día, cumpla su palabra.
Todo este tiempo te he jurado una y otra vez que tu hermano murió…
Te mentí.
Cuando os separe tras la muerte de tu madre, os llevé a cada uno con una familia para que os diera una vida segura oculta de los ojos de quienes la habían asesinado. Durante años nadie supo de vuestra existencia, para todos los que os perseguían estabais muertos. Pero para que todo funcionase, era preciso que ni siquiera vosotros supierais de la existencia del otro, por eso tuve que mentirte.
Por mucho que intenté que olvidaras, siempre has recordado que tenías un hermano pequeño, pero lo que no recordabas era que tu madre tuvo otro bebe que nació en el Convento de las Carmelitas poco antes de que muriera. Ese bebe resultó ser una niña que fue entregada al Orfanato de la Villa. Al igual que hice con vosotros busqué una familia para ella, pero alguien se la llevó antes que yo.
Desde ese entonces le perdí la pista. Lo único que puedo decirte es que el nombre que le puso tu madre es Ana, pero es posible que quién se la llevara le cambiara el nombre. Siento no poder darte más datos, pero durante años la he buscando sin encontrar ni una sola pista. Esta viva, eso lo sé. Y tengo algunas sospechas sobre la persona que la tiene en su poder. Tienes que encontrarla, es vuestra hermana pequeña. Entre tu hermano y tú estoy convencido que llegareis hasta ella y la protegeréis.
Ahora llega lo más difícil, en realidad no sé muy bien cómo decirte la verdad para que me creas, así que seré breve. Espero de corazón que llegue el día en que tu hermano y tú podáis miraros cara a cara y


El sonido de la puerta al abrirse le sacó de sus pensamientos. Al levantar la vista de la mesa encontró a Gonzalo apoyado en el marco de la puerta esperando a que Hernán hiciera algún movimiento. Ninguno de los dos se movió durante unos segundos manteniéndose la mirada.

- Tú ganas. Haré lo que me digas.

Hernán soltó el aire, que sin ser consciente retenía en sus pulmones, y se levantó del sillón para acercarse hasta la puerta. Gonzalo le siguió con la mirada hasta que llegó junto a él, entonces bajó sus ojos en señal de respeto. Al fin y al cabo, por mucho que quisiera negarlo, no tenía más opciones que obedecer si quería conseguir algo.

- Entonces tenemos que hablar.

Hernán le ofreció la mano para ayudarle a llegar hasta un lugar donde sentarse. Al principio Gonzalo rechazó el gesto, pero ya se había rendido, así que aceptó la ayuda. Colocándose a su lado, Hernán lo sujetó por la cintura mientras que él pasaba el brazo sano por sus hombros, despacio llegaron hasta los sillones junto a la chimenea.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Sab Nov 29, 2014 12:14 am

39.

Habían pasado varios días desde que Alonso escuchara la conversación que mantuvieron el Padre Simón y el Comisario. Desde entonces había intentado por todos los medios posibles descubrir algo más, pero por más que había seguido los pasos del Comisario no consiguió nada. Tampoco volvieron a tener noticias del monje y el pequeño Gonzalo por fin consiguió que le levantaran la vigilancia.

Satur estaba terminando de asear las habitaciones de la casa cuando una voz lo llamó desde la puerta.

- ¡Satur! ¡Satur! ¿se puede saber donde andas?

El aludido salió de la habitación del pequeño con un manojo de ropas sucias en las manos.

- Cipri que no hace falta que grites. – Este lo miró con cara de pocos amigos. - ¿A qué viene esa cara? ¿Tas peleao con la Inés?

- No. No me he peleao con Inés. Si fuera eso al menos disfrutaría después de la reconciliación.

- ¿Entonces? Espera, no me digas más… la Juana que se ha enterao que…

- Que no, Satur, que no. Mejor que lo veas.

Cipri se dio la vuelta para salir hacia la calle. Satur frunció el ceño y tras dejar el bulto de ropas sobre una silla siguió a su amigo hasta la puerta de la casa. Los dos se quedaron parados en lo alto de las escaleras de la entrada observando a tres personitas. Satur no pudo evitar llevarse las manos a la cara.

- La madre que… ¿Qué narices…?

Los tres niños permanecían quietos delante de las escaleras mirando a los adultos. Estaban completamente cubiertos de barro… o lo que parecía barro.

- ¿Qué te parece? ¿ya tardaban, no?

Satur bajó las escaleras y miró a los pequeños.

- ¿De dónde los has sacao’? – Al acercarse a ellos arrugo la nariz.

- Hace un rato ha venido el chico del Faustino a la Taberna. – Cipri se puso al lado de Satur con los brazos cruzados. – Por lo visto se han estao entreteniendo en perseguir a los lechones.

- Entonces ese olor es…

- ¿Tú que crees? En fin. Yo me llevo a los míos y te dejo al tuyo.

- ¿Mio? Suerte tiene que no soy su padre, que si no le iba a calentar el culo pero bien.

- Pues como si lo fueras. Pa’l caso que hacen… Venga fieras de cabeza al abrevadero que no quiero que apestéis la Taberna. A más ver Satur.

Los gemelos comenzaron a caminar delante de su padre que seguía sermoneándoles. Gonzalo por su parte no se movía del sitio. Satur se movía de un lado a otro sin saber muy bien lo qué hacer.

- Tira. – Señaló hacia la puerta de la casa. – Tira pa’ dentro y no me hagas hablar. Que la única forma de que no líes una detrás de otra es encerrándote en casa. Y ni por esas. – Los dos subían las escaleras. – Te voy a poner en remojo antes de que te vea tu hermano o tu madre, que no serán tan…

Satur cerró la puerta de la casa mientras seguía amonestando al pequeño, el cual no decía una palabra, simplemente obedecía al hombre.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Sab Nov 29, 2014 12:15 am

40.

Se acercaba el medio día cuando Hernán llegó a su casa. Los últimos días habían sido un continuo entrar y salir de presos en los calabozos, robos, peleas, acusaciones entre vecinos… Todo ello acompañado del malestar general por los impuestos que ahogaban más, si es que era posible, al pueblo cada día que pasaba. Dejó el caballo en los establos al cargo de los mozos y marchó a su despacho.

El cuarto tenía las cortinas retiradas y la orientación de la casa permitía que la luz entrara iluminando toda la estancia pero sin molestar en demasía. Sobre la mesa descansaban varios pliegos de papel que había dejado la noche anterior a la espera de ser revisados. La mayoría correspondían a la compra de unos nuevos terrenos junto a la casona y otros a la venta de unos potros que habían nacido hace poco en sus establos.

A los pocos minutos de acomodarse en el sillón llamaron a la puerta.

- Adelante.

Lucía abrió la puerta y se acercó hasta el escritorio con un pequeño papel en la mano.

- Señor, tengo esto para usted. – Hernán lo tomó y la miró con curiosidad. – Esta mañana he acompañado a María al mercado y nos hemos cruzado con el Padre Simón. Ha dicho que era importante.

- Gracias Lucía.

- ¿Quiere que le sirvamos la comida en el salón o prefiere que se la traigamos aquí?

- Mejor en el salón. Bajaré en una hora.

- Muy bien señor. – Lucía realizó una pequeña reverencia y se dirigió a la puerta.

- Lucía, un momento.

La muchacha se volvió para atenderle.

- ¿Gonzalo?

- Hace un rato le vi en la Biblioteca, pero en estos momentos ignoro dónde esta. Lo siento.

- Me lo imaginaba. – Murmuró para más para si mismo que para la joven. – No importa, supongo que no andará lejos. Gracias de nuevo. Puedes retirarte.

Hernán desdobló la pequeña nota. Llevaba días esperando alguna noticia y obligándose a sí mismo a no acercarse por el Monasterio. El sonido que escuchó aquella noche mientras estaban reunidos seguía rondando por su cabeza y estaba casi seguro de que no fue ninguna rata. El padre no se había vuelto a poner en contacto con él hasta ahora, así que debía ser importante.

Cuando la luna brilla en el cielo
Los lobos salen a adorarla,
Si con ellos quieres mirarla
Acude al rincón del abuelo.


Al anochecer, en el bosque de los alcornoques. No era la primera vez que usaban este modo de comunicarse, puesto que de este modo si la nota caía en malas manos les resultaría más complicado encontrar el lugar de la cita. El rincón del abuelo hacía referencia al bosque de alcornoques centenarios a las afueras de la villa en dirección a Salamanca. Como tantas otras veces acercó la nota a la llama de una vela cercana y dejó que se consumiera.

- ¿Buenas noticias?

Hernán se sobresalto al escuchar la voz procedente de uno de los sillones situados junto a la chimenea, la orientación de estos impedía ver a la persona que estaba sentada.

- ¿Pero cómo…?

Gonzalo se levantó del lugar con un libro en sus manos y comenzó a caminar hacia el escritorio donde Hernán permanecía sentado mirándole fijamente. Seguía sin acostumbrarse a su silenciosa presencia en la casa, ni a las oscuras ropas que vestía y que le confundían con las sombras.

- Ni que hubieras visto un fantasma.

Gonzalo se sentó en una de las sillas sin prestarle demasiada atención, su mirada seguía posada sobre las páginas. Hernán sin embargo no perdía detalle de cada uno de sus gestos.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

- El suficiente.

- Pero… cuando he entrado no te he visto, ni siquiera he escuchado el más mínimo ruido.

- Las viejas costumbres no se pierden. – Cerró el libro y levantó la mirada a la vez que lo dejaba sobre el escritorio. – Deberías tener cuidado con las obras que atesoras, algunas de ellas podrían llevarte a la horca o incluso a la hoguera, aunque… claro… ¿quién dudaría del Comisario de la Villa? – Miró los restos de la nota junto a la mano de Hernán. – No has respondido a mi pregunta.

- No te interesa.

- Yo creo que sí. – Un reflejo de ira brillo en los almendrados ojos. – De lo contrario no te andarías con tantos cuidados. ¿Qué noticias nos trae el bueno del Padre Simón? – El sarcasmo en su tono era más que evidente.

- No deberías hablar de ese modo del Padre. – Hernán se levantó para servirse una copa de vino. – Te salvo la vida. Le debes algo de respeto.

- No suelo respetar a los que me engañan, manipulan y juegan conmigo como si fuera una pieza de ajedrez en su tablero particular. – Gonzalo habló con un tono afilado - Pero como no me queda más remedio que seguir bailando al son que marca… vuelvo a repetir, ¿qué decía la nota? ¿dónde es la cita?

Hernán tomó un nuevo trago de vino y dejó la copa sobre la pequeña mesita junto a la jarra. Miró por la ventana dejando a Gonzalo a su espalda.

- Sea donde sea, no te importa. No vas a ir. Iré yo solo.

- Hernán. Hicimos un trato. Yo me quedaba quietecito en tu preciosa casa hasta recuperarme de la caída y tú dejarías de ocultarme cosas. Ya he cumplido mi parte, ahora te toca a ti.

Hernán se dio la vuelta para encaminarse a la puerta. Recordaba perfectamente la charla que habían tenido días atrás.

- Aún no estas recuperado del todo. Necesitas unos días más de reposo para poder

Un golpe sordo y una pequeña corriente de aire junto a su oreja le paralizaron justo al tomar el pomo de la puerta. Sin mover ni un músculo, dirigió la mirada hacia la izquierda. A la altura de sus ojos había quedado clavada en la madera una pieza de plata que conocía muy bien. Era su abrecartas, regalo de Irene. Lentamente se dio la vuelta para enfrentarse a Gonzalo. Este seguía sentado como si no se hubiese movido. Su mirada era puro hielo. Tras unos instantes se levanto sin ningún problema y alzó sus manos a la vez que comenzaba a caminar lentamente hacia Hernán.

- Mírame. No soy médico pero… creo que puedo caminar, incluso correr, te lo puedo asegurar. Y… - llegó hasta él – mis reflejos y puntería siguen tan afinados como siempre. – Arrancó el abrecartas de la madera le dio varias vueltas en la mano y se lo entregó tomándolo por la hoja. – Vamos a comer. Tengo hambre. Después… seguiremos charlando un poco más. Con tu permiso.

Le hizo un pequeño gesto con la cabeza a modo de saludo. Abrió la puerta y salió al pasillo dejándolo en el sitio. Hernán notó el frío del metal en la palma de su mano y se dio cuenta de lo cerca que lo había tenido. Si su hermano hubiese querido, ahora estaría muerto. Gonzalo siempre había tenido un lado oscuro que sólo mostraba para luchar por lo que creía que era justo. Ahora… ese lado oscuro se había apoderado de él. Ya no era el mismo. Ahora era peligroso, muy peligroso.
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor lunanueva » Sab Nov 29, 2014 12:17 am

Y hasta aqui puedo leer Imagen Imagen Imagen

Ahora sí que esta puesto lo mismo en ambos foros. ¿Cuándo publicaré algo nuevo? Buena pregunta Imagen ¿La respuesta? puesssssssss Imagen Imagen

¿Alguna idea para llamar a las musas y que se queden un tiempito a mi vera?

Besetes mil!!!
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor Monimott » Jue Dic 04, 2014 9:43 pm

¿Qué ven mis ojos? Imagen ¡¡¡Un regalo de prenavidá!!! Imagen Imagen Imagen
Luna... ¡¡¡me ha encantao!!! Gracias por poner lo que faltaba; qué intrigante está. Me ha gustado especialmente la última entrega, la escena del sillón: ese reverso oscuro de Gonzalo da miedo, totalmente imprevisible, con look total black totalmente rasé Imagen . Y Hernán está muy acoj***** Imagen Imagen Imagen
Ojalá encuentres la manera de seguir la historia y, reitero lo que decía hace unas semanas: aquí seguiré, esperando leerte.
Gracias, gracias, gracias Imagen
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sincera
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Re: REGRESO - Lunanueva -

Mensajepor sincera » Sab Dic 06, 2014 10:35 am

Gracias Luna por traernos estos cap, yo voy a leerlo desde el principio para retomar la historia.

Esperemos que te visiten pronto esas musas ue dices ue te han abandonado Imagen Imagen Imagen Imagen
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